Fue satisfactorio el resultado del "concierto de solos" del pasado 4 de octubre en la Sala de Piedra del Paraninfo universitario. Un lugar pequeño, con una buena acústica aunque algo permeable al ruido externo, en el que la familia promuscanera se reunió una vez más para comprobar de primera mano el buen momento por el que pasa la composición en nuestras islas.

Así, la obra Escenas de Navidad III Atjó del asturiano afincado en Canarias Yónatan Sánchez, inauguró el concierto dando nuevas muestras de la claridad de ideas y madurez que le acompaña desde que era estudiante, gracias también a la labor del fagotista José Vicente Guerra, quien se enfrentó con maestría a las dificultades técnicas de una partitura que, en último término, pretendía reflejar la asfixia de unos comensales en medio de la devoración descontrolada de polvorones en Navidad. Además, el público asistió a una nueva interpretación de la fantasía Rorroá de Aga Umpiérrez quien, en los últimos meses ha contado con la fortuna de que estrenen una obra suya y la toquen más de una vez.

Muy bien interpretada por Erik Rodríguez sonó mejor que en cualquier ocasión anterior aunque, en cualquier caso, siendo de general conocimiento que Aga Umpiérrez es buen compositor, cabe esperar que en la próxima ocasión también presente muestras nuevas de su buen hacer.

Las 12 miniaturas para clarinete de Jesús Pérez, por su parte, contaron con el buen trabajo de todo un profesional como Radovan Cavallin, quien se implicó por completo, sacando el máximo partido a la concepción de estos fragmentos como experimentaciones en torno a posibilidades sonoras y tímbricas de un instrumento. No estuvo a menor nivel el trombonista Pedro Vicente Jorge Lemes, dando vida con virtuosismo a Entropía (Cecilia Díaz Pestano), una partitura de concepción fría y grandes complicaciones técnicas aunque potente como creación musical, que confirma una vez más a la autora como una promesa más que digna para el futuro de la composición en Canarias, gracias al brillo de su inteligencia en la elaboración de los materiales y en el conocimiento de los recursos de cada instrumento al que acude.

El moldeamiento de ideas sonoras y recursos tímbricos en obras bien escritas fue característica común de Epigrama o reflejo de Juan Manuel Artero y Sideral de Juan Manuel Ruiz, siendo necesario aplaudir en las dos la eficacia en la reflexión en torno a la génesis del sonido. Con todo, la flautista Idaira López defendió extraordinariamente la propuesta de Artero, pensada como compresión de una composición más amplia logrando dejar intacto el uso de sonidos heterogéneos que se desplazan inestables de un lugar del espacio sonoro a otro.

La violinista Vicky Chu, igualmente, sacó un buen partido a las potencia expresiva de una obra bien articulada en la que destacaba el trabajo con y en torno a las regiones agudas del instrumento.

Diferente de todo lo anterior fue la Exhortación ante la muralla de Lothar Siemens, obra retórica pensada para dar vida a un pasaje bíblico con la inteligencia que caracteriza al autor, aunque con unas grandes posibilidades melódicas esbozadas por un tuba como Víctor Sosa, quien venció eficazmente las dificultades de una partitura no apta para cualquier intérprete.

Por último, Tanko - Bushi, obra para marimba de Nino Díaz interpretada por David Hernández, dio fin a un concierto inteligentemente planificado por la presidenta Laura Vega, en el que a la voluntad por que todo saliera bien se sumó incluso la satisfacción de aquellos que miraban con reticencias el programa antes de empezar el evento.

Cabe agradecer, pues, a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y al personal movilizado el pasado 4 de octubre, la cesión del espacio usado para el concierto, ya que así fue posible presenciar uno de los mejores conciertos de Promuscan en los últimos tiempos.