Esta obra, cuyo título es un intraducible juego de palabras con connotaciones sexuales, supuso un cambio radical en la trayectoria de Howard Cruse tras varias décadas en el underground. El autor estadounidense aborda la homosexualidad y el racismo en los años sesenta en el sur de su país en medio del movimiento por los derechos civiles en un denso cómic en blanco y negro con muchos globos, pero más contenido y menos cartoon que sus primeros trabajos. Además, Cruse cambia su característico punteado por un fuerte sombreado a rayas y otorga mayor atención a los edificios y otros detalles, además de dotar a los personajes de una mayor individualidad, e incluir eventos históricos como el atentado contra la iglesia baptista de la Calle 16 de Birmingham y el asesinato del adolescente afroamericano Emmett Till. Toda una lección de tolerancia.
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