La obra Deportado 4443, del periodista Carlos Hernández de Miguel y el ilustrador Ioannes Ensis, publicada por Ediciones B, muestra las historias de 45 canarios que estuvieron en Mauthausen. La obra se centra en los actos de heroísmo que tuvieron algunos de los 9.300 españoles deportados a campos de concentración nazis con el protagonismo de Antonio Hernández Marín, tío del escritor.

"Para mí fue una referencia cuando yo solo era un niño y venía todos los veranos desde Francia para pasar unos días en casa de mis padres", señala Hernández de Miguel. "Él murió en 1992 cuando yo era muy joven para interesarme por su historia. Fue pasados los años cuando fui consciente de la importancia histórica de este hombre. Así, cuando mi trabajo periodístico me lo permitió, en 2012 empecé a investigar su vida y la de los otros 9.300 españoles y españolas que pasaron por los campos de concentración nazis. Me di cuenta de que era una historia olvidada, apenas conocida en nuestro país, y decidí que tenía que contarla, que hacerla llegar al mayor número de gente posible". Fruto de esa investigación carlos Hernández publicó el libro Los últimos españoles de Mauthausen que tuvo un gran éxito de ventas.

Aún así, el autor no quería quedarse en eso, sino llegar a un público mayor y, sobre todo, a los jóvenes. Por eso creó una cuenta en Twitter utilizando el nombre, la fotografía y la historia de su pariente al que convertió, por tanto, en una especie de portavoz de todos los deportados españoles que contó cómo era la vida y la muerte en Mauthausen. Lo original es que todo lo contaba en presente, como si estuviera sucediendo en ese momento. Como si se hubiese creado un agujero en el tiempo de 70 años y pudiera tuitear en directo desde el campo. Ahí estuvo la clave del éxito de esta cuenta que llegó a alcanzar los 50.000 seguidores en unos pocos días.

Entre los canarios destaca la historia de Domingo Henríquez, natural de Santa Cruz de la Palma. "Este hombre", aclara, "era médico y cuando llegó a Mauthausen los SS intentaron incorporarle como ayudante. Domingo sabía que si aceptaba, tendría que participar en los experimentos y las atrocidades que se cometían en la enfermería del campo de concentración. Por eso se negó a aceptar y en solo cinco meses acabó muerto. Es, sin duda, una historia para recordar porque demuestra que hasta en el peor de los infiernos se puede elegir el camino correcto, aunque te conduzca a la muerte".