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poesía

El club de los poetas muertos

Ante la inminencia de la ubicua Feria del Libro, algún editor especializado asevera que la poesía es "la hermana carismática y pobre de la literatura"

Feria del Libro en el Parque San Telmo. LA PROVINCIA / DLP

En el ámbito canario se aproximan buenos tiempos para (las conmemoraciones de) la lírica. El próximo 30 de junio se cumplirán cien años del nacimiento de Agustín Millares Sall ("La calle que tú me das / -calle ausente todavía-, / no será tuya ni mía. / Calle de todos será"). Y antes, el 29 de mayo, como en una efeméride de bifurcación máxima, se cumplen 40 años de la muerte de Pedro Perdomo Acedo ("A su amor niega Segundo nacimiento / el mar de lodo en las consignatarias"), el mejor poeta hermético y barroco, en línea directa con el lenguaje de Cairasco, que han dado estas Islas, insuficientemente abordado, pese a que la Academia Canaria de la Lengua le acaba de publicar una antología; justamente en la colección Biblioteca de Manuel Padorno ("¿Usted es real? / Ahora no"), de cuya muerte se cumplirán 15 años el próximo día 22, y que cuenta ya con el primer tomo de su flamante Obra completa (Pre-Textos)

Pero en este florido mayo de las ferias librescas, y hasta libérrimas, la tónica dominante en la poesía en castellano es que aquí Paz (Octavio) y después Gloria (Fuertes). Es un lema socorrido que podría funcionar en estos centrifugados e inertes tiempos de posverdad pospoética, en los que la regla es la excepción. ¡Pobre género, en general! Arrinconado comparecerá -más que nunca, una vez más- entre las montañas de tomo y lomo que brotarán por doquier en las casetas de campaña de parque s y jardines del suelo patrio. Le volverá a quedar la honra tautológi-ca de que "la poesía no se vende porque la poesía no se vende", como dejó dicho -en digna traducción consolatoria de "la inmen- sa minoría" de Juan Ramón Jiménez- el argentino Raúl Gustavo Aguirre. Porque es evidente que, en tiempos de poscrisis o transcrisis (como prefieran, todo sea re-definir el dilema del célebre juego infantil: ¿Posverdad o consecuencia?) se vuelve, incluso, un inalcanzable ideal la respuesta que ofreció Vicente Aleixandre cuando, con motivo de la concesión del premio Nobel, le preguntaron si la poesía le daba para comer: "No; apenas sí me alcanza para merendar".

Mas que sea por omisión y desidia, la disparidad y mezcolanza de orientaciones estéticas, junto a una clara atomización posgeneracional, parece haber dado al traste con las encarnizadas polarizaciones de décadas y hasta lustros atrás. "Mantener alzada el hacha de guerra es algo que sólo le interesa ya a ciertos epígonos", me asegura un editor especializado, al tiempo que me habla de cierta preeminencia, entre algunos jóvenes, de lo que llama un sui-géneris "realismo culto", con híbridos ascendentes, capaces de acoplar, por ejemplo, a un Cernuda con un Leopoldo María Panero... Cada cual hijo de su padre y amante de su musa, parece ser la tónica, sin las encarnizadas disyuntivas monoteístas de las pasadas décadas, locas por el rigor en la pureza de los inventarios. (¡Qué tiempos aquellos, cuando aún exclamábamos: "¡Qué tiempos aquellos!"...!).

En efecto, aquí Paz (Octavio) y después Gloria (Fuertes). Solo que en la inminente edición de la ubicua Feria del Libro, es seguro que la poeta madrileña (ella detestaba la palabra poetisa, y para contrarrestarlo, llamaba "poetisos" a los poetas que, en el precintado inmueble del franquismo, se negaban a salir del armario) refulgirá, a tenor de sus versos para niños en su centenario. Acaba de darle nombre incluso a una aeronave de una compañía escandinava, con su gran retrato sonriendo en el exterior, junto a las alas (¡qué vértigo!). Y mientras tanto, ¿qué se hizo del razonable pronóstico del premio Nobel mexicano: "La poesía social es uno de los grandes cadáveres estéticos del siglo XX"? Si hasta en la narrativa predomina el thriller y la novela de argumento realista y monocarril en detrimento del protagonismo del lenguaje (el tour-organizado frente al alpinismo), ¡cuál no será la preeminencia de la lírica en los tiempos del twitter?! Manda, en efecto, como el rayo que no cesa, un realismo sentimental y civil, de impacto rápido en el cerebelo como un calambre prostático. Y, encima -o debajo- avalado ahora por la embarrada estela de las botas del Bob Dylan nobelizado. Cada Feria vuelven a florecer los lo ng-sellers de los Benedetti o Ángel González para compradores de poesía de urgencia. "Que, ya que paso por aquí, qué le regalo de poesía a mi novia, si ella no lee poesía y yo tampoco?". Lo mejor es la carne y el pescado del inmortal Neruda, tan amoroso en sus inmarcesibles Veinte poemas de amor? y tan combativo en sus mil y un poemas sociales, que puede ser optativo o incluyente, como el mejor regalo ferial para amantes en paro, en un secular dos por uno.

"Se sobrevive algo mejor de la poesía ajena que de la propia", me ironiza el mismo editor especializado; "y eso, siempre y cuando obtengamos algún tipo de subvención, que nos llega como pepitas de oro, cada vez más menguada". Ciertamente, se vende muy poca poesía, y eso que se vende mucho más en los días de Feria que el resto del año, reconoce. "Somos la hermana pobre pero carismática de la literatura", define. "Porque, de todos modos, ¿de qué cantidades estamos hablando? ¿Unas cuantas decenas de ejemplares? Un poeta que supere la venta de un centenar de libros ya puede darse con un canto en los dientes... ".

Sus palabras animan a entonar que ojalá que llueva café en la Feria, a tenor de la ironía que solía emplear Juan Gelman, remedando a Haine: que "ojalá se valoraran, al menos, las hojas de los libros de poesía para hacer cucuruchos de envolver café". Una ocurrencia que el poeta argentino solía acompañar de otras de sus perlas, cada vez que le preguntaban si creía en la poesía comprometida: "Creo más en la poesía casada o rejuntada".

A diferencia de lo que ocurre en la narrativa, donde prevalece lo novedoso y presencial, en poesía hay un cierto predominio ferial de algunos clásicos. Este año relucirá la poesía completa de Rimbaud (1.500 páginas, en Atalanta) o la de Gerardo Diego (Pre-Textos). La palma se la llevan las múltiples reediciones de Kavafis o los "Sonetos" de Shakespeare. Pero en las últimas citas feriales prevalece un reservado a una nómina de poetas difuntas, muy seguido tanto por lectoras como por lectores, con nombres propios como Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath, Emily Dickinson, Alfonsina Storni, Marina Tsvietáieva... En fin, si como señalara el gran Carlos Edmundo de Ory, "escribir poesía es poner un huevo negro en el nido del no-decir", ¿qué corral puede acogerlo? En cuanto a los poetas vivos, siempre me acuerdo, en estas feriales citas, de lo que se automedicara el lúcido y resuelto Francisco Pino: "Me negaron el pan y la sal, pero comí de lo otro...".

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