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Esto no lo arregla ni el médico chino

Canarismos

Esto no lo arregla ni el médico chino

Las relaciones entre el archipiélago canario y Cuba a través de la emigración crearon -ya desde el siglo XVII- vínculos culturales y de familiaridad. Este flujo migratorio se consolidó con el tiempo como vehículo o puente de comunicación, y por ende, de traslación -en una y otra dirección- de dichos, voces y expresiones. Es el caso de este modismo procedente de aquella isla y que ha pasado a formar parte del español hablado en Canarias. "Esto no lo arregla ni el médico chino" es seguramente su variante más oída a uno y otro lado del Atlántico. A través de este puente, el emigrante canario que partía hacia Cuba en el pasado se convertía en trasmarino para familiares y convecinos del lugar de origen. En Cuba, el isleño -como llaman los cubanos al natural de estas islas- se aclimataba sin grandes dificultades al modo de vida, usos y costumbres locales. Y cuando aquellos trasmarinos regresaban a Canarias, a su llegada se les llamaba indianos. El indiano portaba consigo la mayor parte de las veces, no sólo fortuna, sino también modismos en el habla y hasta la influencia en la dicción del español caribeño.

Así fue como por boca de aquellos trasmarinos/indianos que volvían de Cuba arribaron a las islas un gran número de expresiones criollas. Muchas de estas voces y modismos están documentadas. Es el caso del médico chino, un personaje real que hizo historia en la isla caribeña. Como el gentilicio indica, se trataba de un médico que emigró a la isla procedente de aquél país asiático. En Cuba se hizo famoso por sus remedios terapéuticos preparados a base de plantas medicinales endémicas del Caribe y productos importados desde Asia. El personaje se llamaba Chang Pon Piang y, al parecer, llegó a la Perla de las Antillas en torno al año 1854, instalándose en La Habana. Ciudad en la que abriría un consultorio y donde se ganó merecida fama por sus acertados diagnósticos y curas milagrosas. Pronto el vulgo, haciendo gala de ese gracejo tan propio del Caribe que se asemeja tanto al de los canarios, rebautizó al personaje recurriendo a un patronímico cristiano muy común en la isla: Juan. Quizás mezcla de cierta homofonía y sentido del humor: Chang/Juan; y así fue popularmente conocido como: Juan Chan Bon Bián.

Ignoramos si el galeno estaba en posesión o no de título oficial que le facultara para ejercer la medicina. Lo cierto es que, a medida que fue adquiriendo fama, fue acusado de intrusismo o ejercicio ilegal de la profesión, por lo que hubo de abandonar La Habana. Posteriormente se trasladó a Cárdenas y Matanzas, donde continuó atendiendo pacientes, además de en otras ciudades. Fue tal la notoriedad y prestigio que adquirió en toda la isla que desde entonces la expresión: "a ese no lo cura ni el médico chino" ha pasado a convertirse en sinónimo de una enfermedad incurable. Hasta extenderse a la expresión más genérica: "esto no lo arregla ni el médico chino", para hacer referencia a algo de imposible o de muy difícil solución. Así es como este criollismo pasa a formar parte de nuestro acervo lingüístico. Tal es la popularidad del dicho -no sólo en Cuba, sino también en las islas- que todavía se sigue escuchando (incluso se lo hemos oído a algún político canario). Cuando nos encontramos ante una situación muy complicada, cuando el desaguisado es tal que nos llevamos las manos a la cabeza; en fin, "cuando la cosa está muy muy jodida", se suele exclamar con sorna: "¡Esto no lo arregla ni el médico chino!".

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