La soprano María Orán, que el próximo uno de mayo habría cumplido 75 años, se mantuvo vital hasta prácticamente los últimos días de su vida, que se apagó en la madrugada del viernes al sábado, justo una semana después de que la Fundación CajaCanarias le rindiera un más que merecido homenaje, un tributo a quien paseó el nombre de Canarias por todo el mundo.

El día amanecía gris y nublado, y en el tanatorio de Santa Lastenia (Tenerife), poco después del mediodía de ayer, se iban congregando familiares, allegados y amigos de Orán, quien fue reconocida en toda Europa como "una de las grandes damas del canto". Su hermano Humberto Orán fue también manager de la soprano lírica durante los últimos 25 años y quiso compartir algunos detalles menos conocidos de la vida detrás de la artista y de la profesora magistral de canto. De su privilegiada voz, de su técnica y de sus reconocimientos nacionales e internacionales poco más habría que añadir, pues mucho se ha escrito. Sin embargo, aquellos que no la conocieron en persona se sorprenderían de lo "humilde, cercana y cariñosa que era", relata Humberto.

Humilde

"Podría decirse que era la antidiva, una mujer humilde y sencilla, pero también muy estricta, primero con ella misma y luego con los alumnos a los que enseñaba o los profesionales con los que trabajó. Era muy disciplinada, profesional y pulcra en su trabajo, muy exigente consigo misma", señala el hermano y representante de la cantante que añade que "María era una mujer ejemplar en todos los sentidos; una mujer valiosa en el concepto general de la palabra; una mujer valiente y con una ética humana y profesional extraordinaria y con un sentido de la responsabilidad enorme; una mujer cultivada, que se hizo así misma y que consiguió trasladar a todos aquellos que estábamos a su alrededor el amor por la profesión y por el trabajo bien hecho".

Su otro hermano, Alfredo, remarca en este momento de la conversación que su hermana María "era también una gran enamorada de la naturaleza, del monte de La Esperanza (El Rosario), del mar, de un atardecer. Fue una enamorada de su tierra siempre, de sus paisajes y de sus tradiciones. Era también una mujer muy de su casa, le encantaba la cocina, el mundo culinario que igual te hacía un plato sofisticado como unas garbanzas o un frangollo como el que hacía nuestra abuela". "Y además de ser una mujer que tenía una entereza impresionante, era el nexo de unión de toda la familia, era el alma mater". "La verdad es que la vamos a echar mucho de menos", refiere Alfredo Orán.

Humberto Orán releva a su hermano para confirmar que "María era la persona que como en tantas familias, se encargaba de aglutinar a todos, de enfervorecer, generar reuniones y encuentros. "Y en esos encuentros nos deleitábamos con lo que cocinaba porque era también una gran enamorada de la cocina". Tanto Humberto como Alfredo afirman que "María Orán era una mujer que presumía de ser canaria y ser española; amaba y ponía en valor siempre, allá donde estuviera, a España como Estado, como país, su geografía y su cultura; siempre estuvo enamorada de España", recuerdan ambos hermanos.

"María llevaba muchos años con la enfermedad, pero se agravó en los últimos meses. Es cierto que su gran fortaleza la aupó para no desfallecer hasta prácticamente su último mes de vida. Sabíamos de su entereza pero nunca nos imaginamos que pudiera llegar a aceptar todos los momentos difíciles que vivió en las últimas fechas; dando a los demás paz y tranquilidad a los demás a sabiendas de que se iba; dejando organizado todo y disfrutando de la vida hasta prácticamente el último suspiro e instante de su vida".

Alfredo afirma que su hermana María "heredó los genes de mi madre, ambas eran mujeres impresionantes que tenían una humildad que es poco común. Era una antidiva a pesar d todos los reconocimientos y premios que acumuló a lo largo de su extensa carrera. Lo mismo que recibía el aplauso general del público cuando estaba sobre el escenario, en su casa, con la familia y con los amigos era la persona más llana que te puedas imaginar y de igual forma, como digo, que interpretaba una gran obra musical, se metía en los fogones y te hacía unas garbanzas exquisitas".

En un día como ayer, los hermanos recibieron numerosas muestras de cariño y condolencias de personalidades del mundo de la política y de la cultura, así como de alumnos y compañeros de profesión. "Aún no me he hecho a la idea de la pérdida de mi hermana, todavía estoy en un estado de shock, a pesar de que se esperaba el final, sin embargo, las muestras de condolencias, de apoyo y de amor que me han transmitido las personas que nos han llamado; llamadas de gratitud hacia la maestra que fue mi hermana. En suma, todas esas llamadas que hemos recibido me han confortado en estos primeros momentos y por eso ahora estoy tan entero", revela Humberto Orán.

Sara Orán fue quizás la que más momentos íntimos vivió con su hermana. "Éramos mujeres y vivíamos en el mismo edificio y en la misma planta, así que nos contábamos todo. Además, cuando murió nuestra madre, ella asumió ese rol y nos arropaba a todos los hermanos y la familia", aseveró.

Sus hermanos comentan que tras celebrarse el responso de hoy, en el tanatorio de Santa Lastenia a las 13.20 horas, sus restos serán incinerados.