En los años 80, cuando estudiábamos filosofía, la investigación tecnológica y científica se insertaba en la disciplina del pensamiento de forma cada vez más importante. La incorporación de la epistemología y la filosofía de la ciencia a los estudios filosóficos ocupó más de un tercio de los esfuerzos (acaba de fallecer, hace unos tres meses, Amparo Gómez, catedrática de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de La Laguna, que empleó sus empeño, en buena parte, en estudiar el efecto de las cláusulas "ceteris paribus" en las epistemologías, sobre todo, de las ciencias sociales).
René Thom, filósofo matemático especialista en teoría de las catástrofes y en caología, vivió buen tiempo en un castillo cedido por el estado francés para llevar a cabo sus investigaciones. Benoît de Maldelbrot, un IBM Fellow, formalizó los fractales y los hizo universales para el gran público desde 1967. Esa relación estrecha de IBM con la ciencia y la tecnología siempre nos fascinó a los filósofos. De hecho, los IBMistas han recibido cinco premios Nobel, cuatro premios Turing, nueve medallas estadounidenses de Tecnología y cinco medallas de Ciencias, además de haber patentado o inventado el cajero automático, el reconocimiento de voz, el disquete, el disco duro, la banda magnética, el código de barras, las primeras tecnologías antivirus, el PC y, más recientemente, sistemas de Inteligencia Artificial como el que desarrolló en Deep Blue, la máquina que derrotó a Kasparov, o el sistema Watson, utilizado en múltiples áreas, entre ellas el derecho. IBM se ha convertido en una empresa transnacional que cubre todos los flancos que el capital puede atacar: después de todos estos logros entró en pérdidas y en problemas de competencia y monopolio, en 1993 perdió 8.000 millones de dólares, pero resurgió de sus cenizas y ahora, participada por la gigantesca corporación Berkshire de Warren Buffett, tiene unos 380.000 empleados, vende alrededor de 80.000 millones de dólares, y gana al año 17.000 millones de dólares (séptimo puesto en el ranking norteamericano), adquirió SPSS, la mejor compañía mundial en software estadístico, así como PriceWaterhouseCoopers, una de las cuatro auditoras más grandes del planeta.
Con todo este bagaje vamos a fijarnos en uno de los IBMistas, en Geert Hofstede, un psicólogo social holandés, de Haarlem, nacido en 1928, quien utilizando encuestas a todos los trabajadores de IBM en 40 países del globo, construyó una teoría explicativa de antropología intercultural moderna, desde su puesto como profesor en la Universidad de Limburg y del Deft Institute of Technology. Su modelo principal lo denomina Modelo de las Cinco Dimensiones, y se emplea en determinar los grados de: la Distancia del Poder, el Individualismo y el Colectivismo, la Masculinidad y la Feminidad, la Evasión de la Incertidumbre, y la Orientación a Corto y a Largo Plazo. Con la Distancia del Poder se cuantifica cómo los miembros menos poderosos entienden que están distanciados del poder. Un súbdito árabe o latinoamericano entiende que su distancia al poder es mucho mayor que la de un ciudadano germano o escandinavo. Esta sensación genera un sentimiento de igualdad o desigualdad mayor en función de la distancia que se intuya que existe hasta el poder. Hofstede determina que los países cuyos ciudadanos conciben mayor distancia del poder son más típicamente violentos y acatadores de las jerarquías formalizadas y, por el contrario, la solución democrática y más horizontal en la dinámica del poder en el grupo es más propia de aquellos países en los que la percepción de Distancia del Poder es menor. En el mismo sentido, en el flanco de países en los que la Distancia del Poder es superior, también el colectivismo tiende a primar sobre el individualismo, el uso del "yo" prima sobre el uso del "nosotros". La diferencia de grados indica una mixtura que genera la diversidad cultural. Un tercer rasgo es el de la prevalencia de la Masculinidad o la de la Femineidad: la primera va unida a la competitividad, la asertividad, el éxito, y la femineidad a la cooperación, la calidad de vida y el altruismo. Hofstede advierte que la división de conceptos en masculino y femenino se ha considerado políticamente incorrecta en culturas masculinas como las anglosajonas (EEUU e Inglaterra), pero no en culturas femeninas como Suecia o los Países Bajos.
Un cuarto rasgo es el de la Evasión de la Incertidumbre, en el sentido de si el futuro es un objetivo que se quiere ver con la mayor certeza (certidumbre) o, por el contrario, hay una decisión de riesgo con la que se convive bien, una decisión que cuenta con la incertidumbre. Una baja puntuación en este rasgo, según Hofstede, advierte de que la población es emprendedora y más independiente, y una población con alta puntuación en este rasgo prefiere la estabilidad y el estar sometidos a normas sociales que marquen siempre el camino a seguir. El último rasgo psicosocial señalado por Hofstede es el de la Orientación, a largo o a corto plazo. Va vinculado a la planificación que los ciudadanos hacen con su vida: o se retrasan los logros a corto, y se aparcan los éxitos, con el fin de asegurar el futuro, o bien se vive en un cortoplacismo que premia la satisfacción emocional. Los primeros son ahorradores y los segundos dispendian y se muestran con mayor espontaneidad, en cuyo caso el sostén psicosocial se transfiere a la jerarquía, a la cual se le percibe como estructuradora y cuidadora. La reducción numérica de Geert Hofstade ("The Poverty of Management Control Philosophy", 1978; "The Game of Budget Control: How to Live with Budgetary Standards and Yet be Motivated by Them", 1967; "Culture's Consequences: International Differences in Work-Related Values", 1983; "Cultures and Organizations: Software of the Mind", 1993), da una panoplia de resultados a través de los cuales es eficaz clasificar a los grupos sociales y culturales, para conocer cuál es su comportamiento psicosocial típico y actuar en consecuencia.
