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Entrevista | Juan Marchena

"Los revolucionarios proclamaban su libertad con cualquier cosa que flotara"

"Los libertarios usaban como transporte las barquichuelas, goletas, barcas de remo o incluso al bergantín", indica el historiador, que participa en el Coloquio de Historia Canario-Americana

Juan Marchena, en la casa de Colón, durante la primera jornada del Coloquio de Historia Canario-Americana. SANTI BLANCO

¿Fue el mar el verdadero escenario de las más importantes revoluciones del siglo XIX?

Desde luego. Se habla mucho de los territorios, pero yo siempre digo que hay que hablar de los maritorios, porque los mares y los océanos son grandes espacios de circulación y encuentro y también espacios de revolución. En el siglo de las revoluciones, el periodo que va de finales del siglo XVIII a comienzos del XIX, se produjeron las independencias de las repúblicas americanas, la guerra contra Napoleón en España, la revolución francesa, la revolución norteamericana. Y en ese siglo de las revoluciones tuvo un papel protagónico el mar. Sobre todo con corsarios, con gente que se tira al mar a ganar la libertad, personas que provenían de la armada inglesa, francesa o española y que hicieron del mar un escenario de la guerra y la revolución. Muchas de estas personas se tiraron al mar para encontrar la libertad por lo que incluso ellos mismo decían "yo no soy contrabandista, yo trabajo en el contrabando". Todo esto generó una gran ruptura con los equilibrios revolucionarios anteriores.

¿En qué tipo de embarcaciones viajaban habitualmente?

No había barcos grandes, sino eran habitualmente barquichuelas, barcas de remo, pequeñas embarcaciones de remo, goletas, todo lo más un bergantín. Realmente, el siglo de las revoluciones fueron el de esas goletas que recorrieron el Atlántico, las costas peninsulares, las costas africanas y parte del Mediterráneo. Fueron embarcaciones que hicieron ese escenario revolucionario formidable. En el año 1789, cuando empieza la revolución francesa hasta 1840, el periodo en el que se ha construido nuestra contemporaneidad, es algo que se juega en tierra y en mar.

¿Quiénes eran esos personajes que se lanzan de esa manera a la aventura revolucionaria?

Son contrabandistas, anarquistas, libertarios, antiabsolutistas, esclavos o piratas, que se enfrentan en ese mundo revolucionario que tiene todos los elementos de una sublevación como la haitiana o francesa. Esas personas encuentran el territorio de lucha y libertad a través de sus naves. Muchos esclavos, sobre todo procedentes de Haití, se expanden por todo el Caribe, empezando otra vida, y los revolucionarios proclamaban su libertad con cualquier cosa que flotara. De este modo, cualquier medio de transporte, que podrían ser unas barquichuelas de remo, pequeñas embarcaciones, incluso piraguas, les servían para sus fines. Su objetivo era conquistar la revolución en el mar y extenderla.

¿Y destacaría algún personaje que le resulte especialmente relevante de todos ellos?

Uno de los principales fue José Prudencio Padilla. Se trataba de un muchacho mulato que nace en un pueblecito de la costa colombiana. Su padre fabricaba barcas ya que era como una especie de carpintero de Rivera. Este muchachito, en Cartagena, se engancha con unos marinos españoles que están haciendo unas cartas geográficas por el Caribe, a finales del siglo XVIII. Uno de esos marineros se llamaba Fidalgo y cuando regresa a España se trae al muchacho, pero ahí les atrapa Trafalgar. Y este muchachito es uno de los héroes de esa batalla. Padilla fue hecho prisionero, confinado a un pontón y obligado a trabajar en la construcción de naves, fabricación y reparación de armas y el levantamiento de fuertes. Tres años después, en 1808, se celebró la paz y los prisioneros fueron canjeados.

Pero él también defendía la creación de un nuevo estado.

No, porque en esa especie de gran revolución él tiene su propia bandera que no es la bandera colombiana, que todavía no existe, sino la bandera de los pardos que toman su libertad en el mar, con gente con sus embarcaciones peleando contra los absolutistas. Padilla regresó a América en los albores de 1809 y fue designado contramaestre del apostadero de Cartagena de Indias. Obtiene una medalla y un cargo en el arsenal, y cuando llega la revolución a Cartagena, él se hace revolucionario, y todos los mulatos de la ciudad lo apoyan como su líder. Además, como es de los pocos que saben navegar, lleva adelante la guerra contra el absolutismo español con sus barquichuelas porque él siempre dice que no está peleando contra los españoles, sino contra el rey absolutista. Cuando se crea la armada colombiana, entonces él sí será el primer almirante de la armada del país. Era Padilla Pardo, el héroe de Trafalgar, y podrá pelear una gran batalla contra otro almirante español que estaba en ese momento en La Habana.

Pero la historia de este héroe no acabó bien del todo.

Por temor a su figura parda, fue vinculado con la llamada Conspiración Septembrina. Fue condenado por conspiración y traición, ya que existía el temor de que por su popularidad se generara un movimiento en búsqueda de una pardocracia. Murió finalmente ejecutado en Bogotá en 1828 por órdenes de Simón Bolívar.

Algunos de estos revolucionarios eran auténticos piratas. ¿Es cierta la imagen que se da de ellos en la literatura y el cine?

En realidad eran miles de pequeñas embarcaciones que peleaban como podían, pero la mayoría tenían nombres que ahora nos suenan mágicos como La Perla Negra, La Vengadora o La Bella Dorotea. Y cuando se escriben las obras de piratas toman estos nombres que ya habían existido. Pero no son grandes barcos. Esta sociedad de alta mar estaba integrada fundamentalmente por esclavos, personas sin recursos y huidos de sus lugares de origen. Otra de sus características consistía en que las tripulaciones eran absolutamente heterogéneas, una mezcla de gallegos, americanos, canarios, europeos, hombres, mujeres etcétera. Todos en goletas, pequeñas fragatas, bergantines o barcos pequeños en los cuales convivían un español, un francés un haitiano, etc.

Un tema, el diealismo del pirata, que se retomó bastante durante el Romanticismo.

Cuando Espronceda escribe la famosa Canción del pirata, está definiendo todo perfectamente. Habla de "mi velero bergantín, que viaja del uno al otro confín de la Tierra". Pero la frase más definitiva es la de "Qué es mi barco mi tesoro, qué es mi Dios la libertad". Ese es el pirata que es el hombre libre. Y la libertad es la clave porque ves una mezcla increíble en el ambiente de mar. Los navegantes eran los anarquistas del mar que no respetan las banderas. Termina la guerra en el Caribe y muchos quisieron seguir la guerra fuera. Unos la hicieron en Canarias como corsarios, otros en el estrecho de Gibraltar o en Galicia. Durante el periodo conflictivo que va de 1800 a 1840 una gran parte de las actividades políticas y militares ocurrieron en el Caribe. Allí las armadas española, francesa o británica se vieron envueltas en una guerra de corso y contrabando contra embarcaciones colombianas, venezolanas, mexicanas, cubanas, puertorriqueñas o haitianas. El juego de las sociedades están construidas de pequeñas historias que se entrecruzan.

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