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Entrevista |

"Los museos tienen que preguntarse por qué no atraen a más público"

José Lebrero Stals, director del Museo Picasso Málaga, ofrece la conferencia inaugural del II Congreso de Museos de Canarias

"Los museos tienen que preguntarse por qué no atraen a más público"

¿Por qué es necesario en estos momentos un nuevo concepto de la función del museo?

En el siglo XXI los museos ya no son lo que eran porque la sociedad ha cambiado. Es un siglo de nuevas cuestiones y la vida cultural ha variado completamente. Ha cambiado nuestra manera de acceder a la cultura, de reproducir acontecimientos culturales, nuestros hábitos de vida. Pero sobre todo han aparecido las nuevas tecnologías que han afectado a nuevas formas de colectividad, y todos esos nuevos fenómenos están ahí y los museos tienen que analizarlos. Por lo tanto hay una serie de indicadores y cuestiones que son irremediables abordar si los museos quieren seguir estando vivos ante el ciudadano en su contemporaneidad.

¿Y cuáles serían las primeras decisiones más importantes que se deberían realizar?

Lo primero que hay que entender es que los equipos ya no pueden ser lo que eran. Hoy se habla de turismo, marketing, rentabilidad, innovación, sostenibilidad, comunicación. Y todo eso requiere unos perfiles profesionales que deberían incorporarse a la dinámica del capital humano de los museos. La relación entre el valor cultural y el valor económico de los museos ha cambiado también. En un mundo en el que se habla de recursos culturales, los museos son una fuente de beneficios, tienen un efecto transformador en la identidad de las ciudades, y, por lo tanto, no hay respuestas ni fórmulas concretas, pero una cosa muy importante es que el museo en cuestión investigue, con toda la profundidad posible, y según en qué territorio está inscrito.

¿El espacio geográfico en el que se sitúe el museo es importante en ese sentido?

Claro. Porque no funciona del mismo modo un museo en Málaga, que en Las Palmas, que en Vigo o que en Madrid. No tenemos los mismos públicos en Lanzarote, que en Palma de Mallorca o que en Vélez-Málaga. Por tanto, hay que saber más de lo público y entender que la participación ciudadana es muy importante en la definición de los programas. Es la mejor forma de estar en la sociedad.

¿Y cuáles cree que deberían ser las iniciativas que se deberían tomar en Canarias?

Entiendo que para ustedes el turismo es una fuente económica importante y, por lo tanto, está demostrado que en el norte, sur, este y oeste de la Península, el número de personas que visitan museos, en su gran mayoría, no son residentes, sino transeúntes, que pueden ser turistas o no. Esa relación entre las personas que viven en el lugar en que está inscrito el museo y esa comunidad a la que se debe el museo, que forma parte de esa población, como servicio público, es un elemento que hay que relacionar con los otros, que son esos transeúntes que llegan a cada ciudad. Cada vez más nos visitan más personas de otros lugares en España, por eso tenemos que ser conscientes de que esa ecuación tiene que ser equilibrada. Tenemos que no olvidar donde estamos. Pero, al mismo tiempo reconocer que la idiosincracia de quien nos visita es cada vez más amplia.

¿Y existe un perfil del visitante habitual de los museos?

No se puede hablar de perfil. La vida se ha fragmentado, las sociedades se han segmentado, y esa realidad es algo que los museos tienen que estudiar para saber cuáles son sus públicos. No podemos hablar de un público, sino públicos. Los motivos por los que las personas visitan los museos son varios. y en las estadísticas serias realizadas recientemente en los Estados Unidos dicen que el primer motivo, que no es el último ni único, que dice por qué la gente visita museos es para pasarlo bien. Por tanto, no tenemos que olvidarnos de ser capaces de ofrecer unos programas que, sin dejar de ser rigurosos, sin dejar de ser fieles a la misión del museo, sean atractivos, porque, entre otras cosas, al museo le han salido otros muchos competidores en las sociedades del siglo XXI.

¿Y quizás ese sea el caso del Museo Guggenheim de Bilbao, que ofrece una propuesta muchas veces interactiva?

Su efecto ha sido estudiado en España, utilizado para bien, y a veces no tanto. Pero es parte de esta situación que tenemos en nuestro país, que requiere mucha autocríticas y reflexión.

Mucha gente ha visitado El Padro, el Museo Británico o el Louvre, pero no conocen nada de los museos de su ciudad.

Los museos tiene que preguntarse por qué no han sido capaces de ganar la atención de la gente, atraer más público. Todos, cuando viajamos, nos convertimos, poco más o menos, en turistas. La experiencia del turista es de búsqueda y de curiosidad hacia el otro, hacia lo distinto, hacia lo que no conocemos. Muchas veces creemos que el patrimonio que se atesora en la ciudad en la que vivimos es por nosotros conocidos. Y esa es una pregunta que debe hacerse la comunidad en la que está inscrito el patrimonio que atesora. Hay que construir un relato quizás, diferente, novedoso, distinto y atractivo. Preguntarnos, por ejemplo, ¿lo estamos haciendo?, ¿no lo estamos haciendo? Pero, sobre todo, hay que ofrecer siempre algo que valga la pena visitar.

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