"Los pianos son como entes vivos, unos instrumentos hechos con 12 mil piezas distintas, obras de artesanía colosales que yo clasificaría entre aliados, enemigos y traidores ya que algunos parecen una cosa y luego son otra", señaló el pianista Joaquín Achúcarro durante su encuentro con los alumnos en el salón de actos del Conservatorio Superior de Música de Canarias ayer al mediodía. Posteriormente, el legendario músico, actuaría en el Auditorio Alfredo Kraus junto a la Orquesta de Cadaqués, bajo la batuta de la directora estonia Anu Tali, en el marco del 35 Festival Internacional de Música de Canarias, donde interpretó piezas de Toldrá i Soler, Beethoven y Mendelssohn.

"Este piano suena de manera distinta al que tocaré en el Auditorio porque hay reverberaciones diferentes y las notas pueden salir más largas", añadió. El veterano pianista, de 86 años, afirmó que "el precio por dedicarte a la música es infinítamente superior al presupuesto", ya que requiere "un amor enorme a esta profesión" y recordó cómo, en su infancia, veía a los demás niños jugando mientras él se pasaba hora practicando. Pero, muy pronto, el artista pasó "de la curiosidad a la amistad, de la pasión al desenfreno y, finalmente, a la pianoadicción, aunque hoy todavía no me han dado la droga".

Achúcarro se mostró extremadamente afable y ocurrente con los asistentes,hasta el punto de que al principio pidió entre risas una ametralladora al comprobar que no todos los estudiantes que asistieron eran pianistas. "Hay que respetar a monstruos como Bach, Beethoven, Mozart, Schumann, Schubert, Rachmaninov o Chopin que surgieron tras una evolución de muchísimos años, y que son genios como Einstein o Newton", afirmó. Así, el pianista puntualizó que "la música de Beethven sigue siendo la música de Beethoven, y cuando se llega a esas alturas y profundidades del alma humana, la música es la música y eso sí que no cambia, y nuestro deber es comprender cada vez mejor las obras de esas figuras importantísimas para la humanidad". El músico recordó numerosas anécdotas de su carrera. "En Japón me dieron unas partituras con las variaciones de Mompou sobre un tema de Chopin, pero fuimos Mompou y yo muy buenos amigos y me negué a leer nada, por lo que he eleborado mi propia versión de su obra, que va a estar durimiendo en el subconsciente y la volveré a tocar". El pianista recordó que "las sociedades filarmónicas eran unos quijotes, pero vivían del esfuerzo de todos, y la primera vez que vine a Gran Canaria fue para tocar el tercer concierto de Rachmaminov".

Al hablarsobre los grandes compositiores, Achúcarro señaló que "Debussy destroza la armonía tradicional, pero incorpora títulos a cada obra e hizo dos sobre Granada con elementos arabeizantes que salieron obras maestras". Pero añadió que "en arte no hay nadie mejor que nadie, ya que no s e puede comparar a Velázquez con Goya, porque todos son colosales".

Uno de los estudiantes interpretó la Balada nº 1 en Sol menor de Chopin. El pianista corrigió algunos errores y destacó que la pieza contiene "uno de los si bemoles geniales, pero el revisor dijo que se había equivocado, por lo que habría que mterlo en el purgatorio", bromeó. Una pieza que, comentó, "tiene una primera parte de luz y tranquilidad" y una segunda "de tragedia y derrota que señala que el mundo no es tan bueno como parece, que hay cosas terribles, por los que el toque es la deseperación, el pesimismo total del final".

Aparte de su pasión por la música, el maestro comentó que conserva tanta energía porque "he hecho un poco de deporte toda mi vida, no me he emborrachado fuertemente, y creo que he llevado una vida ordenada y equilibrada. Pero a lo mejor resulta que ha sido, a pesar de eso, y no gracias a eso".