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Entrevista | Cañizares

"Paco de Lucía me llamaba porque decía que yo tenía una sonoridad diferente"

"En los años ochenta estuve grabando hasta tres sesiones diarias diferentes en discos de todo tipo de artistas", afirma el guitarrista

El guitarrista flamenco Juan Manuel Cañizares. Amancio Gullén

La obra de Rodrigo La fantasía del gentihombre es la pieza central del concierto que usted interpreta con la FilarmónicaLa fantasía del gentihombre .

Está inspirada en las melodías del guitarrista español del XVII, Gaspar Sanz, que compuso muchas piezas y el maestro Rodrigo seleccionó una serie que llegó a orquestar para hacer este concierto a petición de Andrés Segovia, que era el gentilhombre del título. Gaspar Sanz era de un pueblo de Teruel y esta obra es muy delicada porque tiene muchos matices. Según el contexto sonoro, tienes que recrear la melodía de una manera u otra. Es difícil porque es muy delicada. El último movimiento, Los canarios, incluye dos escalas que Sanz escribió al estilo de una pieza de danza popular de las Islas.

El resto de su interpretación incluye dos obras suyas que usted interpreta solo con su guitarra. ¿Qué destacaría de ellas?

Son dos obras que pertenecen a mi disco Cuerdas del alma. Siempre he pensado que las personas tenemos unas emociones que son como cuerdas y, dependiendo de cómo suenen esas cuerdas, esa tensión y esas sonoridades van creando tristeza, alegría o dolor. Es una forma metafórica de verlo. En directo es como una unión de las cuerdas de mi guitarra con las del público.

¿Cómo es cada una de las composiciones en particular?

La primera, Añorando el presente, aunque tiene un título que es un poco contradictorio, muestra cierta distancia porque cuando la estaba componiendo estaba como volando en esa atmósfera en la que estás cuando creas. Me imaginé a mis amigos y al estar componiendo este trémolo estaba también añorando y de ahí viene el título por esa doble espacialidad que tiene. La segunda, El abismo, es una bulería, un palo muy complejo porque rítmicamente tiene muchas síncopas y contratiempos. A veces incorporo al flamenco acordes que son un poco extraños dentro del un concepto más tradicional. Y El abismo me sonaba a crea un mundo abismal en esa tradición.

Usted ha participado como guitarrista en la mayoría de los discos míticos que se han grabado en España y algunos del extranjero en los últimos 35 años.

Tengo 14 discos en el mercado como solista, pero discos en los que he colaborado con otros artistas no llevo ni la cuenta. Yo creo que pueden llegar a 300. Con 18 años me vine a Madrid de Sabadell a buscarme la vida, a trabajar, Yo era el único del flamenco que sabía leer música. Y como en aquella época, en los ochenta, los estudios trabajaban de forma imparable, había mucho dinero para grabar discos y Madrid era un hervidero de grabación. Cada día estaba en dos o tres estudios. Terminaba en uno e iba para el otro. Grababa todos los días 3 o 4 sesiones de forma imparable.

¿Cómo recuerda su trabajo en Omega

Fue muy bonito, porque Enrique tenía una actitud muy joven y siempre quería lograr un sonido diferente, mezclando unos con otros. Me pidió que metiera mi sonido especial. Omega es un disco difícil porque mezcla las distorsiones de los instrumento de rock con la guitarra clásica, e integrar esos dos mundos era muy complejo. Pero la supimos llevar bien por el cariño y el amor al trabajo y por esa amistad que teníamos. Por esas buenas vibraciones. Enrique era muy gracioso y nos reímos mucho porque el ambiente era muy bueno.

¿Cómo surgieron sus colaboraciones con artistas como Marc Almond o Peter Gabriel?

Cada uno ha venido de manera diferente. Con Marc Almond me llamó Manolo García y me pidió que colaborara con él porque era amigo suyo. Fuimos a unos estudios fantástico que había en Ibiza. Y lo de Real World con Peter Gabriel me llamaron porque yo ya trabajaba con Paco de Lucía y querían grabar con un guitarrista flamenco. Allí había gente africana con una música maravillosa y estaba John Paul Johns, el bajista de Led Zeppelin que me llamó luego para grabar con él.

¿Esta diversidad en sus colaboraciones ha influido en su carrera como guitarrista?

No, porque yo siempre he sido muy perfeccionista, y hasta que no grabé mi primer disco, siempre notaba que no me encontraba preparado. Era una sensación mía porque, imagínate, me llamó Paco de Lucía para estar diez años con él. Pero yo siempre he sentido que me quedaba mucho por aprender, que era mucho lo que ignoraba, y siempre he tenido muy dentro el sentido del ridículo. Pero al final te tienes que lanzar a la piscina. Y ahora ha pasado tiempo, he aprendido mucho de los maestros Albéniz, Turina o Granados. Y eso me ha curtido como músico.

¿Qué diría de sus últimas grabaciones como solista?

Mi último disco fue El mito de la caverna. Y ya este año tengo otro disco preparado. He compuesto dos obras para guitarra y orquesta que no están grabadas. Una es el Concierto Al Ándalus, que dedico al maestro Paco de Lucía. La trágica noticia que todos sabemos a mí me cogió componiendo ese concierto. Y no podía escribir una nota en el pentagrama que no fuera pensando en él. Es un concierto que estrené en 2016, en el Auditorio de Madrid, con la Orquesta Nacional, dirigida por Josep Pons. Por otro lado, en noviembre del año pasado estrené el concierto para guitarra y orquesta Concierto mediterráneo dedicado al maestro Rodrigo. He escrito en los últimos años mucho material para orquesta, que es más complicado, y sería muy interesante grabarlo.

¿Y no tiene previsto grabar un nuevo disco sólo de flamenco?

Sí, y saldrá este año porque ahora estoy tan entusiasmado por la composición que casi ni duermo de estar tan metido en el trabajo. Este año es el 20 aniversario del fallecimiento de Rodrigo. Y yo tengo una serie que se llama Por Cañizares donde hay una trilogía de Falla y otro de Granados, pero este año le toca a Rodrigo y estoy grabando ese disco que saldrá en breve. Estoy muy activo componiendo y grabando y me falta tiempo.

¿Cómo ve el momento que atraviesa la guitarra flamenca?

Se toca de forma muy diferente al siglo pasado. Ahora se busca mucho más la complejidad rítmica, la síncopa, el acoplamiento. Yo no voy por ahí. Aunque lo admiro, no es eso lo que me apetece componer en estos momentos. Yo soy de pensar de otra manera, de concebir la guitarra desde otra perspectiva. No creo que haya una línea en eso. Yo soy más de desarrollar un motivo y tener una visión de conjunto, más que componer con un toque flamenco, me gusta componer como si fuese una obra flamenca.

¿Y se aplica ese método también a sus obras para orquesta?

Sí, porque cuando compongo con orquesta antes tengo que sobrevolar la obra y ver desde el primer al último movimiento. Desde el primer momento que me planteo la composición ya tengo que tener un concepto global de toda la obra aunque no haya escrito ni una figura en el pentagrama. Es como una sensación de sobrevolarlo todo. No me planteo una falseta por soleá y luego otra que no tiene que ver. Me lo planteo como una obra sinfónica de cuatro o cinco minutos donde desarrollo un motivo que me lleva a otra. Uno de los motivos por los que Paco de Lucía me llevaba para actuar con él era porque tenía un sello diferente, porque sonaba sólo a mí. Cuando compongo todo tiene que tener un sentido y todas las partes tienen que funcionar orgánicamente.

¿Y no le llama volver a tocar con cantaores flamencos?

Lo tengo apartado por el momento porque no tengo tiempo. Me gustaría hacer más cosas porque en el cante está la melodía de la música flamenca. Es la esencia misma de este arte.

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