La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica | 'Vida en sombras'

Juego de espejos

Fotograma de 'Vida en sombras' (1948), de Llorenç Llobet Gracia. la provincia

Es fácil considerar hoy la cinematografía española de los años cuarenta y cincuenta exenta de interés. La mediatización política que sufrió ese cine le convierte en un documento de clara significación ideológica antes que un espectáculo recuperable tantos años después. Estrecho y pobre de ambiciones culturales, resiste bastante mal cualquier comparación con cinematografías de otros países que no sufrieron como el nuestro un control político y moral tan drástico.

Pero una cierta complicidad basada en la ternura, el humor, la fe religiosa o la costumbre permite matizaciones que si bien no anulan el planteamiento general, descubren aspectos la mar de interesantes. Al margen de la evidente seriedad con que muchos técnicos realizaban su trabajo existieron proyectos y realidades que desmentían la norma. En cualquier regla, se dice, existen excepciones: directores que imaginaban por encima de lo obligado, intentos que abrían caminos que quizá nadie quiso seguir luego, pero que hablaban de la posibilidad de romper la rutina, huir de la mirada convencional para penetrar en otros territorios de la experimentación artística. Es posible que no nos encontremos con obras maestras, pero sí con películas más que respetables que adquieren más importancia cuando se las compara con el resto. "Nadie tiene más talento que su medio", suele decirse.

Pues bien, uno de esos nombres, durante tanto tiempo oculto e ignorado, y que por mor del esfuerzo desplegado por la Filmoteca de Cataluña en su recuperación hoy figura ya en los anales del cine nacional es, sin ningún género de dudas, Llorenç Llovet Gràcia (1911/1976), un brillante realizador catalán, cuyo único largometraje como director, Vida en sombras (1948), que hoy se exhibirá en el festival dentro del ciclo Cine y filias, constituye una de las experiencias creativas más atípicas, imaginativas e impactantes del cine nacional de aquellos daños pues, además de convertirse en una avanzadilla del "nuevo cine español" que estallaría, diez años después, de la mano de directores como Saura, Camus, Picazo, Martín Patino, Regueiro, Summers o Eceiza, nos propone un curioso y apasionante juego de espejos donde Llovet, patriarca por excelencia del cine amateur catalán durante la década de los cincuenta y sesenta, aunque sometido durante años al más injusto de los anonimatos, proyecta sus propias inquietudes artísticas sobre Carlos Durán (Fernando Fernán Gómez), un cineasta consagrado por completo a su pasión por las imágenes, que se empeña en hacer realidad su sueño de rodar su primer largometraje, pero un trágico incidente le obligará a aplazar durante una temporada su anhelado proyecto.

La muerte fortuita de Ana (Maria Dolores Pradera), su esposa, no solo no le hará desistir de su deseo sino que lo potenciará aún más, paliando así la inmensa soledad que le ha provocado la ausencia repentina de un ser tan importante en su vida. Llobet Gràcia, en clave ya de comedia, y reiterando su afición a las citas y homenajes, introduce infinidad de referencias cinematográficas, devolviendo, a través del cine, la imagen cinematográfica y fotográfica de Ana, que le permitirá a Carlos exorcizar sus fantasmas y sus culpas. Una pieza imprescindible para verificar que, aun bajo el yugo infame de la censura, en España se llegaron a producir filmes de un enorme calado intelectual, injustamente postergados durante demasiado tiempo.

Compartir el artículo

stats