La Provincia - Diario de Las Palmas

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Víctor Álamo de la Rosa

"En mi novela advierto sobre un poder femenino ejercido desde la rabia"

"A los canarios nos hace falta más amor por lo nuestro, y que no nos digan desde fuera lo que tiene o no valor", afirma

El escritor tinerfeño Víctor Álamo de la Rosa. lp / dlp

Regresa a la actualidad literaria tras seis años de ausencia. ¿Y lo hace con dos novelas?

Cierto. Publico una obra nueva, El pacto de las viudas, y la reedición de Terramores, una novela de hace ya diez años que sin embargo está entre mis preferidas. Me gusta escribir despacio y dejar que las obras maduren y reposen. Ya he publicado ocho novelas y me interesa más la calidad que la cantidad. Busco crear una obra literaria sólida.

¿ Es El pacto de las viudas su primera incursión en la literatura de ciencia ficción utópica?

No. La novela anterior, que ganó el premio de novela Benito Pérez Armas, titulada Todas las personas que mueren de amor ya ocurría en un ambiente fantasmal, donde había un interior y un exterior solo habitado por unos seres chamuscados, quemados, donde existía la sugerencia de un mundo colapsado por explosiones y cambio climático y dominado por el canibalismo de supervivencia. Sin embargo, en El pacto de las viudas sí me adentro un poco más en parámetros distópicos. Es demasiado llamar ciencia ficción a esta novela porque en verdad creo que es bastante realista.

Hay un detective que investiga un suceso y atraviesa por una crisis personal. ¿Tiene también elementos del thriller y el drama romántico?

Pues sí. La novela combina varios elementos como dices. El investigador privado es una excusa para ironizar sobre las novelas de género porque resulta que el investigado y espiado por las viudas es el propio investigador, un tal Danilo Porter que se niega a admitir el fracaso de su matrimonio y apuesta por recuperar a su exmujer porque no se cree los tópicos de que el mal de amores lo cura el tiempo. Porter busca su propia cura, y retrato un amor obsesionado.

La historia muestra a una sociedad en la que las mujeres detentan el poder, pero a su vez hay una pandemia de suicidios. ¿Se puede considerar además como una novela feminista o es realmente todo lo contrario?

Las siete viudas son las esposas de célebres dictadores del siglo XX, como Franco o Hitler, sin ir más lejos, y ellas son las que propician la pandemia de suicidios y el terrorismo para lograr dominar el mundo. Es una metáfora sobre la polémica actual en torno al feminismo que victimiza lo masculino y una advertencia sobre la posibilidad de que el poder sea ejercido por las mujeres desde la rabia o la sed de venganza y se cometan los mismos errores que los hombres. Que no se aprenda de los errores del pasado. Creo que en ese sentido es una novela feminista, porque salvo el personaje de Danilo Porter todo son mujeres. Las viudas tratan de ayudar al protagonista a recuperar el amor perdido.

Hay colonias en Marte y un avance tecnológico, ¿en qué época podría suceder la trama?

La idea es que la novela parezca contemporánea, es decir, que esos avances tecnológicos que retrata la historia, como la colonización de Marte y el dominio de las técnicas de clonación humana, ocurran en un futuro inmediato, es decir, como algo que puede ser factible durante la próxima década. Lo que me sedujo de esta novela es hacer que todo parezca inminente, que ese futuro ya está entre nosotros. De hecho la novela dialoga siempre con problemáticas actuales como el cambio climático.

¿Le han influido algunos clásicos de la ciencia ficción?

Creo que no, salvo los clásicos de siempre, como Orwell, Huxley o Bradbury, pero no los veo como autores de ciencia ficción. Es un género demasiado encasillado en sagas espaciales y cosas así que no me interesan.

¿Qué conecta a esta novela con sus anteriores trabajos?

Esta novela formará una trilogía independiente con la próxima, que ya está finalizada, y la anterior. Todas ocurren en espacios que ya no son la Isla Menor, el trasunto literario de El Hierro que centraba mis novelas anteriores. El pacto de las viudas por ejemplo recorre geografías de Río de Janeiro, Madrid y Nueva York, además de una isla mitológica inventada que llamo Calibán y está inspirada en un personaje de Shakespeare de La tempestad.

¿Cree que falta algo de originalidad y riesgo en las novelas de los escritores de las Islas?

Yo como artista me impongo siempre salirme de mi zona de confort para ver de qué soy capaz. En las novelas anteriores yo tenía una fórmula que me iba bien, es decir, publicaba en buenas editoriales y me traducían y demás, pero quería imponerme un reto artistico nuevo y ponerme a prueba. En muchos sentidos veo las novelas que se están haciendo por contemporáneos míos ancladas a moldes de subgéneros como el policiaco, y entonces aparecen muchas novelas de escasa calidad, clones unas de las otras. Es una apuesta que respeto pero que no me interesa. Sin embargo, es innegable la cantidad de obras y autores, aunque falta lo de siempre, separar lo mejor de ese marasmo de publicaciones. Algunas de an hasta vergüenza ajena, de tan mal escritas. La literatura debe empezar siempre en el lenguaje.

¿Hay algún tema que, a usted le interese especialmente, y que se repita en sus ocho novelas?

Las novelas tienen que indagar en los abismos de nuestros sótanos, caminar al filo de nuestros sentimientos, socavar en la naturaleza de lo que somos, contribuir al mapa del conocimiento del ser humano. En ese sentido, todos los temas me interesan, el amor, el sentido de la vida y de la muerte. Que las palabras midan lo que somos en el fondo.

Algunas de sus novelas han tenido una especial relevancia en países como Francia.

La editorial Graffet compró los derechos de tres novelas mías El año de la seca, Campiro que y Terramores que forman una trilogía. Fueron traducidas al francés con bastante éxito, y fueron reseñadas en períodicos como Le Monde o Lew Figaro, entre otros grandes medios, y me abrió las puertas de muchas traducciones en Alemania, Croacia, Brasil, Portugal o Venezuela. A menudo los libros son más valorados fuera que en tu tierra. A los canarios nos hace falta un poco más de amor por lo nuestro. Y no necesitar que desde fuera nos confirmen que algo tiene valor o no.

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