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Crítica | III Festival 'El mundo en un piano'

Juan Pérez Floristán, como un tornado

Potente y tormentoso, abrió Floristán la tercera edición de El mundo en un piano. El Auditorio Alfredo Kraus y Fábrica La Isleta comparten la gestión de los cuatro conciertos programados en la sala de cámara del primero. Aficionado el pianista a la introducción verbal de las obras que toca, sus comentarios de nivel escolar no presagian la apasionada fiereza de las versiones, en las que despliega una técnica soberbia con toucher deslumbrante, titánico calado fff (ausente, por cierto, de la partitura de Beethoven, que nunca pasa de la doble efe), articulación exacta en todos los tempi y una izquierda sensacional. Su legato en intensidades medias y bajas es expresivamente poético (aunque pise demasiado el pedal "una corda"). En general, desborda temperamento.

Con esas coordenadas presentó la Sonata Appasionata de Beethoven (así adjetivada por un editor, no por el creador) y la portentosa Fantasía Wanderer de Schubert, dos obras maestras exigentes de un enorme compromiso en diversidad pulsátil, destreza en las velocidades acumulativas y, sobre todo, expresión. También tocó los Cuadros de una exposición de Mussorgski , descriptivos y bastante más sencillos (y simples, aunque sobreestimados) que las piezas anteriores. Como bis, el muy virtuosístico penúltimo Estudio de Chopin.

Dejando constancia de la inequívoca satisfacción del público (bastante escaso, extrañamente), no comparto la espectacularidad del pianismo articulado en grandes claroscuros con escasas tonalidades medias, el alarde de una técnica arrolladora, los fortísimos que son ruido, los staccati secos como cristales cortantes y, en una palabra, el dudoso gusto de la exageración. Con estas premisas, muchas cosas quedan sin decir. Floristán es muy joven y titulariza el primer premio del concurso de piano Paloma O'Shea, el más internacional y deseado de todos los españoles. Lo que parece faltarle es humildad, vida vivida en el placer, la experiencia y el sufrimiento. Madurez, en definitiva. Cuando la alcance no será un tornado sino un gran artista.

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