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análisis

Donald Sutherland llama a la emergencia climática

En 'La hija de un ladrón', Belén Funes elige la depresiva planicie y deja la película en un sobresaliente ejercicio magníficamente interpretado por Greta Fernández

La Europa de hoy. 'La hija del ladrón' y 'Los miserables' abundan en las consecuencias de las profundas desigualdades en el viejo continente, con los europeos posicionados frente a ellas en extremos cada vez más opuestos. lp/dlp

Por una jugarreta del destino vi dos veces Una obra maestra (Giuseppe Capotondi), razón que justifica que Donald Sutherland esté en San Sebastián y reciba el Premio Donostia. El filme es un thriller sobre un exitosísimo crítico de arte, artista frustrado, seductor, ladrón de guante blanco y pendenciero, que acude a una mansión en el bellísimo norte de Italia para entrevistar a un prestigioso artista del que no se sabía nada desde 1968. Ni la presencia de Donald Sutherland como el artista ni la de sir Mick Jagger (sí, el líder de los Rolling Stones) como el millonario que le hace la propuesta, salvan un filme que pretende ser una reflexión sobre la finísima membrana que separa verdad y mentira, éxito y fracaso, perversidad e inocencia, lujo y miseria. Meter la muy interesante idea de la película en el corsé del thriller logra que esta sea más comercial, pero también lo banaliza con giros forzados, le resta trascendencia.

Magnífico estuvo en la rueda de prensa posterior el canadiense de ojos como zafiros Donald Sutherland. Elegante, atractivo y seductor a sus 84 años (¿los 80 son los nuevos 60?), a la pregunta de un informador afirmó no poder destacar una película suya sobre otra. "Me encantó rodar con Fellini", puntualizó. Cuando le preguntaron por qué no dejaba de actuar para vivir de las rentas de su carrera respondió simple y francamente. "Tengo muchos que mantener", afirmó para añadir luego que "además, mi vida es el trabajo y el de un actor es actuar, esos personajes que he hecho me han permitido vivir las vidas que no me hubiera atrevido a vivir". Sutherland rememoró en Donostia sus inicios como actor. "Cuando empecé", señaló que "no tenía intención de ser más que actor en teatro. En 1960 tuve una oportunidad en el cine y la aproveché. Nadie en mi familia había entrado a un teatro cuando le dije a mi padre que quería ser actor. Fue una necesidad muy intrínseca".

Pregunta prohibida

El actor, que vive entre Canadá, la punta sur de Miami y Francia, aprovechó una pregunta prohibida en el protocolo del festival (se pidió que solo se hicieran preguntas sobre su carrera) para hablar del calentamiento global, "tema que conozco y me preocupa". Y lanzó un encendido alegato. "2,5 millones de pájaros han desaparecido del planeta", subrayó antes de agregar que "en mi jardín ya no hay. Tampoco hay insectos que se estampen contra el parabrisas de tu coche cuando sales al campo, el mundo que les estamos dejando a los niños no es un mundo donde se pueda vivir. Es muy grave. La política de las autoridades mundiales sobre este asunto es bullshit", sentenció.

En paralelo a la presentación los primeros días del festival de Sorry we missed you, la última película del inglés Ken Loach, gran faro del cine social, el certamen ha ofrecido en los últimos días nuevos títulos que abundan en las consecuencias de las profundas desigualdades en el viejo continente, con los europeos posicionados frente a ellas en extremos cada vez más opuestos. El gran parecido físico entre el personaje de Ana y su padre en la española La hija de un ladrón (Belén Funes) no es un logro de los equipos de caracterización de la película, ambos personajes son interpretados por Greta Fernández y Eduard Fernández, padre e hija en la vida real. La cinta es el poderoso retrato de una jovencísima madre sin recursos en Barcelona. En su total precariedad, Ana comparte piso de acogida con otra chica y trabaja donde puede mientras cuida de su bebé, intenta recuperar a su hermano chico de un centro de internamiento y trata de rehacer la relación con el padre de su hijo. La historia se impulsa cuando su padre sale de la cárcel.

Greta Fernández

Sin estridencias, la minimalista propuesta de Funes, en Sección Oficial, se concentra en mostrar nada más -nada menos- que lo que le sucede a Ana en su deambular cotidiano. Deudora de ese cine que se extendió como las setas en un bosque húmedo con los belgas Hermanos Dardenne, con grandes película como El niño (2005), la propuesta de Funes sería más potente con giros imaginativos que atraparan al espectador. Pero Funes elige la depresiva planicie y deja la película en un sobresaliente ejercicio magníficamente interpretado por Greta Fernández.

"Sólo hace falta una chispa pequeña para que todo explote en Francia", declaró en Donostia el director francés Ladj Ly, que proyecta en la sección Perlas Los miserables, ganadora del Premio del Jurado del festival de Cannes y candidata por Francia para los Oscar. En el filme, inspirado en la célebre novela de Víctor Hugo, tres policías patrullan por una misma una banlieue (suburbio) de las afueras de París, el mismo tipo de barrio donde se produjeron los disturbios que se saldaron con el incendio de 2.795 coches en 2005. Hoy está tomado por islamistas, los únicos capaces de doblegar las lacras de la droga y la prostitución (una felación se cobra a dos euros). Los miserables es un filme de policías convencional, contado correctamente. Suponemos que el premio en Cannes se lo dieron por el impacto en Francia de este anuncio de un infierno irremediable con sobrecogedor final.

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