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Entrevista | Amador Rojas

"Sé que lo que hago es puro porque me sale del alma y es de verdad"

"Nunca he bailado ni he estado pendiente de la crítica de los puristas; bailo para los seres que sienten", afirma el bailaor

La fuerza flamenca de Amador Rojas llega a Gran Canaria

La fuerza flamenca de Amador Rojas llega a Gran Canaria

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La fuerza flamenca de Amador Rojas llega a Gran Canaria Amalia García-Alcalde

Poseidón y el hombre es un emblema sugerente. ¿Qué busca un bailaor en la mitología griega y qué encuentra?Poseidón y el hombre

En este espectáculo, aunque mencione a Poseidón, no cuento ninguna historia sobre él. Es una metáfora al dios del mar. Se trata del poder de un dios sobre el ser humano. El hombre ansía ser dios, tener poder y la divinidad y el dios ansía ser un ser humano normal, sentir, amar y morir como tal. Eso es lo que cuento en este espectáculo, cómo el dios y el ser humano se destruyen a sí mismos. Hay una pelea metafórica de los dos porque cada uno quiere ser el otro. Cuento que todos los seres humanos somos divinos y todos los dioses son muy humanos.

El sufrimiento del hombre y la necesidad de Dios, cuenta la sinopsis del espectáculo...

Soy un bailarín que, en el mismo espectáculo, voy contando varias historias. En cada representación explico la historia de una forma diferente. Los temas y las músicas son las mismas aunque puedo agregar o quitar según cómo sienta. Como lo que cuento es verdad, son cosas que yo he vivido, he visto y siento en el mundo, pues no se trata de fantasías. La gente cuando me ve con mi forma de vestir e interpretar cree que todo es fantasía o que proviene de mi imaginación, pero lo que represento es verdad, ya sea vivido por mí o porque me lo narran otras personas y lo interpreto. Soy ateo, pero pienso que siempre tenemos una fe de algún tipo, aunque sea en uno mismo, en el universo, la tierra o la naturaleza. Todos tenemos la necesidad de un dios y en este caso dios necesita ser hombre. Existe el hombre corrompido que se cree dios, pero que al final quiere volverse un ser humano de a pie.

¿Cómo reaccionan los puristas del flamenco ante estas propuestas culturalistas?

Nunca he bailado ni he estado pendiente de la crítica de los puristas. Sé de donde vengo, lo que he hecho, lo que hago y lo que soy. No bailo para los críticos ni la prensa sino para los seres que sienten. Me da igual la religión, las clases y a lo que se dediquen. No estoy pendiente de si lo críticos lo entienden o no, que pueden ser cuatro, que sí es verdad que, en un momento dado te pueden elevar en tu carrera, pero ni todos son tan puristas ni tan críticos.

Entonces, ¿qué es lo importante para usted?

Hay que tener en cuenta lo que diga un teatro, un público y un pueblo. Vengo de una cultura gitana donde me importa lo que digan los míos de mí, pero si no lo entienden se lo hago saber con el tiempo o se lo explico. Yo estuve desde niño y hasta más de los veinte años haciendo flamenco clásico del que le gusta a los puristas, pero luego cualquier persona se tiene que salir de ahí si quiere avanzar en su trabajo. Se tiene que enriquecer de muchas más cosas. Hay personas que no lo han tenido que hacer porque lo que ejecutan es tan magistral que es imposible superarlo. Pero para mí lo puro es algo auténtico, único, de verdad, no lo antiguo, lo de otra época. Sé que lo que hago es puro porque me sale del alma y es de verdad. Lo que interpreto es real. Cuando hice Frida, por ejemplo, me tuve que basar en personajes verdaderos para hacerlo, igual que ahora con Poseidón que sé que es un dios de la mitología, pero no cuento su historia. Hablo de la fe, de lo divino y el hombre. Elegí a Poseidón y no a otra deidad, porque estamos intentando llevar esta gira por todas las ciudades portuarias.

Cuánto hay en su baile de pasional y cuanto de cerebral?

Hay un equilibrio. Me considero pasional, pero sin cerebro no voy a ninguna parte. Sé que antes hay una disciplina, una técnica depurada bajo toda la improvisación. No me tiro a la piscina, no tiene sentido.

Si tuviera que describir su técnica personal, ¿en qué términos lo haría?

No me puedo ver bailar porque nunca me gusto. Sí puedo verme en fotos. Siempre me gusta la música y la puesta en escena, pero cuando me veo bailando creo que algo está fatal o que puedo mejorar muchas cosas. Normalmente pienso que podría depurar mucho más mi técnica para superarme. He bailado durante muchos años ya, primero en los tablados y luego en los teatros. Ahora, cuando lo hago, lo vivo más, lo sueño y si me canso paro porque soy dueño de mi propio baile y no pretendo llegar a un punto donde la gente me vea fatigado. La pura técnica para mí es la frialdad y la máquina, pero está muy bien para ciertos ejercicios y coreografías si quieres ver belleza, movimiento, puesta en escena y atletismo en el flamenco. Además, a veces es necesario apreciarlo, pero no todo es eso. Para mí el flamenco no es atletismo sino sentimiento. ¿Para qué te sirve esa carrera de galgos? ¿Para llegar a dónde? Cuando siempre va a haber otro mañana mejor que tú...

¿Cuál es entonces su filosofía?

Mi filosofía es que cada ser en el arte debe ser único, no parecerse al otro y contar una verdad que se entienda. Por eso digo que en Poseidón no narro ninguna historia, se trata de puestas en escena, donde se habla del hombre y un dios sin tocar la religión católica porque ya estoy inmerso en una creación que estreno el día 9 sobre María Magdalena.

En 2008 fue premiado como artista revelación en la Bienal Sevillana del Flamenco. Tenía entonces 29 años pero había bailado y taconeado desde los 7. ¿Es tan difícil hacerse figura en este arte de la pasión, la superstición y el misterio?

Sí es difícil, sobre todo, si vas con la verdad por delante y sin ayudas externas de una oficina fuerte. Yo he andado solo. Salí de casa de mis padres y me fueron contratando empresas y espectáculos. Hasta los 28 años no me cogió un productor artístico para subirme a un gran escenario al lado de una figura como Antonio Canales. A partir de ahí empecé a tener una oficina. La gente cree que cuando te han dado un premio es cuando piensas que has hecho por fin algo, pero a mí lo que me ilusiona es el espectáculo y la aceptación que tenga en el público. Lo que me ilusiona es que los compañeros que estuvieron conmigo son hoy grandes figuras del flamenco. También, ver que la gente pueda seguir hablando de mi espectáculo de hace diez años.

¿Cuál es su opinión de los premios?

Los premios cada año se los dan a uno y no solo ese en concreto sino varios y mañana vendrá una persona con otro criterio y le darán un galardón a cualquiera que se lo merecerá o no. Antes de recibir premios me pasé seis años viajando por el mundo con la ópera Carmen con Lole y Manuel, Remedios Amaya, Juan Amaya, Eva Yerbabuena y Manuela Carrasco, es decir, con todos los pilares del flamenco en Sevilla. Eso fue antes del espectáculo Frida a los 28 años. Después actué con Canales 4 años en La casa de Bernarda Alba y en Bailaor. Trabajé también con el gran director de teatro, Miguel Narros, y con Enrique Morente y Lola Greco en Fedra. Para mí esos son mis grandes premios, trabajar con estos monstruos de la danza, la música y la dirección. Pocas veces me han coreografiado. Me han dirigido teatralmente. Mis amigos me ven como un gran actor que baila.

Le acompaña gente muy joven en el cante y los instrumentos. ¿Le aguantan bien el ritmo?

Muy bien porque llevo muchos años trabajando con ellos. Si alguno se extravía un poco en algún momento hay cinco más alrededor para apoyarlo y dirigirlo. Somos profesionales y tampoco tan jóvenes.

Quiere explicarme algo sobre su nombre...

Sí, pienso que el nombre de Amador me califica porque mi madre me lo puso por ser el que ama. Creo que el arte, en general, es dar amor. La música, la danza o la interpretación se dirigen hacia los demás, para que sientan y vivan. Creo que he nacido para eso, para dar amor bailando.

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