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Crítica

La cacería del brujo

La espada cuelga de su espalda, algo extraño para los guerreros que deambulan por los caminos, quienes siempre la llevan atada al cinto. La capucha de su capa no consigue ocultar sus cabellos blancos, los cuales, para cualquier humano nacido en Temería o en los reinos colindantes, dan a entender que están ante la presencia de un brujo. Sus ojos, de un color ámbar que deslumbra en un día claro, reflejan una mirada creada para una caza no apta para estómagos sensibles, ni cobardes. Algunos dicen que carece de sentimientos. Las mutaciones a las que ha sido sometido de niño para convertirse en el perfecto asesino de monstruos le han llevado a convertirse en algo parecido a los humanos, pero carente de sentimientos y limitaciones. Geralt, de la tierra de Rivia, es un brujo. Un ser que cobra la recompensa para matar a cualquier bestia sobrenatural. No obstante, su destino es convertirse en la pieza fundamental de un tablero de ajedrez donde se pone en juego la ambición de los hombres.

De esta apasionante premisa parte The Witcher, que llegó a Netflix el pasado viernes. Protagonizada por Henry Cavill (el último Superman de la gran pantalla), esta ficción de corte épico y fantástico, está basada en las novelas del escritor polaco Andrzej Sapkowski, cuya historia alcanzó la fama mundial gracias a los tres videojuegos creados por CD Projekt RED.

The Witcher ha llegado a la pequeña pantalla con la indeseable misión de convertirse en "la nueva Juego de tronos". Pero, aviso a navegantes, pese a los dramas palaciegos, la magia y la mitología, ni de The Witcher es Juego de tronos, ni tiene intención de serlo. El propio George R. R. Martin, autor de Canción de hielo y fuego (la saga de novelas en la que se basa la serie ambientada en los Siete Reinos) confesó que había tomados algunas ideas de la obra de Sapkowski para crear su complejo mundo medieval. Pero el que haya espadas y monstruos no significa que estas ficciones sean almas gemelas.

La primera temporada del nuevo y ambicioso proyecto de Netflix bebe más de las novelas del escritor polaco que del videojuego. Sus primeros capítulos pueden llegar a resultar confusos para aquellos espectadores que nunca se hayan sumergido en los relatos de Geralt de Rivia o que hayan cogido un mando para controlar a este brujo en los videojuegos. No obstante, The Witcher trata de encajar las piezas de su complejo puzle a medida que avanza cada capítulo, por lo que su trama acaba atrapando al público en ese mundo de magia y monstruos.

Por último, está Henry Cavill, cuya interpretación ha dividido a la crítica. El actor ha confesado siempre ser un fiel seguidor de esta saga, ya sea de las novelas, como los videojuegos. Algo que se refleja en su interpretación y que transmite una sensación de que disfruta con lo que hace.

The Witcher ha llegado para quedarse. Solo tres días después de su estreno, Netflix ya ha confirmado su segunda temporada. Es tiempo de magia.

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