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Entrevista | Jorge Perdigón

"La perfección en la música no me gusta cuando ataca a la inspiración"

"A partir de ahora va a ser diferente; el pasado año trabajaba para una edición del Festival con la duda del siguiente", expone el director del Festival Internacional de Música de Canarias

El director del Festival de Música de Canarias, Jorge Perdigón, durante la entrevista, en el parque San Telmo en la capital grancanaria. j. pérez curbelo

¿Cómo afronta la 36ª edición del Festival de Música que se inaugura el 9 de enero?

Las sensaciones son muy buenas y tenemos un Festival que creo que ha quedado dignamente para lo que queríamos presentar, y en estos días previos estamos con la organización de las actividades paralelas, que en esta edición se han incrementado muchísimo. El Festival está preparado, y podríamos empezarlo antes si hiciera falta.

El Festival ha tenido un previo con el ciclo de conciertos Sigue la música , que ha dado visibilidad al certamen más allá de los tradicionales meses de enero y febrero en los que se celebra.

Con Sigue la música hemos tenido un planteamiento que me parece muy interesante, que es llevar la música sinfónica a todas las islas; en algunas como Gran Canaria y Tenerife es muy habitual, pero en otras islas no. Hemos tenido mucho éxito con más de 4.000 espectadores, sobre todo público escolar y familiar, que no eran tan habituales, pero sobre todo hemos contado con la Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Canarias, lo que nos ha permitido ofrecer una gran calidad con estos jóvenes músicos, y darles a ellos la oportunidad de hacer una gira con lo que ello significa, la complejidad de estar pasando por distintos espacios. Creo que el acierto de Sigue la música tiene que ver con esto, no solo de cara al público, sino también para los que han trabajado con el Festival. Y ha sido un anticipo de lo que vendrá con el Festival de Música. Hemos hecho 14 conciertos y de cara al próximo año ya tenemos preparado otro tipo de actividades más importantes. Éste sería el previo antes del Festival en enero y febrero, también con actividades paralelas en la calle y algunas en espacios no habituales, como puede ser en el hotel Santa Catalina, que patrocina un concierto, y haremos algo allí. La idea es llevar al Festival a la calle, y con propuestas de danza en todas las Islas. Estamos cerrándolo y nos aproximamos a las 90 actividades. Tendremos las charlas antes de los conciertos, y los músicos relevantes que vienen se van a encontrar con estudiantes del Conservatorio.

Una práctica que se recuperó en la pasada edición.

Si, ya lo hicimos con Achúcarro y con Pires, y este año tenemos la fortuna que figuras como Arcadi Volodos, Jean G. Queyrás,..., desean hacerlo, y esto es un encuentro para el futuro de los músicos y sobre todo para los futuros abonados, que muchos de ellos estarán estudiando ahora. Es una forma de encontrarnos con ellos y que vean que el Festival es suyo.

El Festival arranca con la Philharmonia de Londres. ¿Es la orquesta que se buscaba para la apertura?

Fue una oportunidad que sobre todo viene marcada por el director que va a venir con ella. La Philharmonia de Londres es bienvenida a cualquier festival, y es una historia que merece contarla. En principio, tenía que venir Esa-Pekka Salonen, que es el titular de la Orquesta, y se canceló su participación. Algo que era muy doloroso. Me proponen a un director de 30 años, que en ese momento no era desconocido, pero si que tenía popularidad en Centroeuropa: Santtu-Matias Rouvali. Lo escucho, lo veo, y es un milagro de la música. Decidimos apostar por ese director, y casualmente a los pocos meses de que venga aquí va a ser el nuevo director de la Philharmonia de Londres. Son las maravillas que pasan en los festivales y vamos a tener aquí el primer concierto, a pocas semanas, como titular de esta formación y encima en pocas ocasiones se ve dirigir a alguien de esta manera.

Habla de jóvenes directores que aportan otras formas de concebir la interpretación de un repertorio sinfónico que ya está hecho.

Ahí viene la maestría. Por eso vive Beethoven, Mozart,..., todos, porque aparecen diferentes maestros, solistas y orquestas que dan una pincelada nueva, y este Santtu-Matias Rouvali trae una frescura diferente a la dirección y trae una forma de dirigir que nos hizo incluso no contar con un solista porque el solista de ese concierto va a ser el propio director. Es la forma de hacer la música. Hay diferentes conceptos en la música: uno puede ser escuchar la música de Beethoven y otra puede ser escuchar la música de Beethoven por..., ya que aporta algo diferente, y esto es lo que aporta este director y que no es nada habitual: la plasticidad en el momento en que dirige. Puede parecer para muchos un espectáculo ver cómo dirige y cómo controla toda la orquesta de una manera que no es habitual. Para otros puede ser histriónico, pero yo estoy convencido que no lo es.

¿A usted como director del Festival que le interesa más: una mera transcripción de la partitura o que el director quiera ir más allá de lo que escribió el compositor de turno?

Un Festival vive solo con ese más allá, y espero que sea así porque es imposible con simplemente presentar a Beethoven, que es magnífico y su obra es extraordinaria, pero siempre depende de la lectura que se haga. Y esas lecturas son las que son capaces de hacer directores como Chailly o Muti, y jóvenes que traen otra visión de la música. No soy un director de un Festival de la perfección, digamos, no me gusta la perfección en la música cuando ataca a la inspiración, el momento, y conozco, he trabajado con directores y músicos que buscaban la perfección de una obra. Nunca he encontrado la perfección en ninguna obra, si encuentro la inspiración y la preparación para que en ese momento pueda liberarse.

Esa actitud suya igual genera el recelo de los aficionados y abonados que buscan que las piezas se interpreten tal como fueron concebidas.

Hay que llegar a un compromiso, un equilibrio. Intento animar a directores y solistas a llegar un poco más allá cuando puedo, por supuesto, incluso acentuando que en el Festival y mientras sea responsable, no se busca esa perfección sino esa sensibilidad muy especial. En definitiva, una programación tiene que ser un cúmulo de momentos especiales en un espacio de tiempo, de eso se trata. Simplemente, hacer una obra bien hecha es mucho y muy difícil, pero el Festival de Música tiene que ir mucho más allá.

¿Qué destacaría del conjunto de los 49 conciertos que ofrece el Festival para convencer al público no habitual?

Estamos buscando, y el año pasado lo comenzamos a conseguir, que cada concierto sea especial. ¿Cómo? Con grandes formaciones como la Sinfónica de la Radio de Frankfurt, que hoy en día es una de las más contundentes de las que puedes encontrar, sobre todo con Andrés Orozco-Estrada, el joven director colombiano que viene con la orquesta. Tenemos también a la Orquesta de Paris con Christoph Eschenbach, que vuelve a Canarias después de tantos años, y que está considerada por la crítica francesa como la mejor orquesta de su país, que ha tenido a titulares como Karajan, Solti,..., no hay uno que no haya sido el más relevante en su momento. Están las dos orquestas canarias con unos programas extraordinarios. La Sinfónica de Tenerife viene con su director Antonio Méndez y con la Filarmónica de Gran Canaria estará Eliahu Inbal, uno de los directores mahlerianos y brucknerianos más importante del mundo y que aquí hará Bruckner [la Sinfonía nº 4] en un concierto en el que también estará Pinchas Zukerman, que hace unos años que no pudo estar y este año lo rescatamos para el concierto de Bruch [Kol Nidrei], que este año se cumple cien años de su fallecimiento. La Sinfónica de Tenerife hará El Anillo sin Palabras, las 16 horas de la Tetralogía wagneriana en 70 minutos. A veces me decía un viejo maestro que la pena que tiene Wagner es que para las personas que no están acostumbrada tiene que esperar media hora para llegar a momentos maravillosos, y después tienen que pasar otros 40 minutos para disfrutar de la música que habitualmente entiende. Es un discurso diferente al que estamos acostumbrado en el sur. Los arreglos de esta obra son de Lorin Maazel, y no tocó ni una nota de Wagner, lo único que hizo fue buscar los momentos para introducir el siguiente tema.

Es una manera de convencer al público de las bondades de la música de Wagner?

Lo que ha conseguido Lorin Maazel es tener los hits que el público entiende una manera más sencilla, y estoy convencido de que el público que vaya al concierto dirá que este Wagner si le gusta. Son armas, una especie de para después llegar a un Tristán e Isolda o un Anillo al completo. La Sinfónica cumple 50 años de su denominación, y queríamos que fuera el titular con su propia orquesta, con refuerzos evidentemente porque es una formación de 110 músicos, es inmensa. Por ejemplo, tiene hasta cuatro arpas. Y tenemos además a la Orquesta Nacional Danesa, que es de las que más éxito han tenido en las últimas temporadas en el norte y Centroeuropa, y lo demuestro con los solistas y directores que quieren trabajar con esta formación. Cuando hablamos de este nivel, no hablamos de caché, sino de la calidad de la formación. Y para un director, una de sus funciones estar mirando a lo que ocurre, y en este caso tuvimos la oportunidad de que el gobierno danés nos ayudase a que viniera la orquesta.

Supongo que les interesa darla a conocer en otros territorios.

En Europa están siendo una gran orquesta por primera vez y necesitan pasar por todos los festivales, porque entienden que es conveniente para su prestigio. Para nosotros es una oportunidad porque se estrena en nuestro Festival, y viene con Juan José Mena que es el director español más internacional, y quizás el más relevante en este momento. Y en cuanto a los solistas, viene Jean G. Queyrás, el mejor chelista del mundo. La Concertgeboum, no la gran orquesta sino la camerata, y es uno de los conciertos más importantes. Vamos a escuchar a Mahler y Berg, que son para orquestas grandes, para dieciséis músicos que son solistas en algunos casos, escucharemos la esencia de estas obras por una de las mejores orquestas del mundo. Volodos, considerado junto a Sokolov y Trifonov como uno de los mejores pianistas del momento. Hacia mucho tiempo que no venía y que mantiene una relación muy grande con Gran Canaria desde su época de estudios. Y tenemos el estreno canario de esta edición con Manuel Bonino y la Orquesta de Cámara de San Petersburgo, que llevan un mes trabajando con la partitura.

Es su tercer Festival como director, se le ha renovado el contrato y tiene el apoyo del nuevo equipo de la Consejería. Incluso el presupuesto se ha incrementado.

Cierto, es mi tercer festival, y el presupuesto ha crecido. El Gobierno ha tenido a bien subir entre un 7 y 8 por ciento más, y seguimos creciendo en patrocinadores. En total, el presupuesto es de 2,3 millones de euros. En la primera edición que asumí la dirección, en 2018, el presupuesto era de 1,8 millones; en la segunda partíamos sin aumento de los recursos públicos y conseguimos un aumento de unos 400.000 euros aproximados creando más conciertos, lo que era un riesgo asumible desde mi punto de vista, pero lo importante fue reencontrarnos con los patrocinadores.

En lo personal, ¿la renovación de su contrato le permite trabajar ahora a otro ritmo y con la presión justa?

Lo que me han planteado [desde el Gobierno canario] es que seguimos. Estoy trabajando ya para la edición de 2021, tengo noticias de cara a 2022, y esto sería lo ideal.

¿Qué balance puede hacer desde que se le designó para dirigir el Festival, en la edición de transición?

A partir de ahora va a ser diferente; el pasado año trabajaba para la edición de ese año con la duda del siguiente. Tenía que hacerlo, pero como no sabes si vas a permanecer, tienes la duda de que lo que estás programando lo vaya a defender el próximo responsable. Mi formato es éste y entiendo la música de una manera, y si viene otra persona que no la entiende igual, trabajas con dudas. Poder trabajar, en principio sin límite de fecha, hace que puedas hilvanar diferentes festivales. Y sobre todo incrementar la calidad de los músicos porque no es lo mismo contratar con dos o tres años de antelación que con ocho meses donde ya las condiciones son muy complicadas y la programación te viene impuesta.

¿Qué le queda por hacer al Festival de Música para que siga creciendo?

El Festival tiene que crecer en presupuesto para poder afrontar otros retos maravillosos que no podemos ahora con lo que tenemos. A nivel de programación queda muchísimo por hacer. No quisiera aventurar nada en concreto, pero hay muchas formaciones y solistas que se nos quedan fuera porque no somos capaces de asumirlo económicamente. Tampoco es cuestión de traer a una gran orquesta y hacer unos conciertos; esto es un Festival al que tenemos que traer músicos establecidos y los que se están estableciendo también. Tenemos que ir a la música antigua, que la hemos aparcado hasta la próxima edición, a la contemporánea, a pesar de que tendremos un festival en junio. Y la danza. Hay tanto camino por recorrer sin abandonar los principios del Festival de Música.

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