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Música

Reflexiones orquestales para el presidente

Según la Real Academia Española de la Lengua Española, la palabra ignorante tiene dos acepciones: “Que ignora o desconoce algo” y “Que carece de cultura o conocimientos”

En el pleno del Cabildo de Gran Canaria del 27 de noviembre, afirmó Antonio Morales, entre otras perlas, que cuando accedió a la presidencia del mismo se encontró “…un auténtico caos en la OFGC, con una orquesta desprestigiada y unas guerras internas brutales…” Quien se lo haya dicho sin mencionar a su “consejero Carlos Ruiz” solo ha dicho media verdad.

El pasado 24 de julio, los ciudadanos que pagamos a todos los políticos de nombre, aunque pocos de renombre, nos enteramos por la prensa de que el señor Chichón se ha gastado, desde que accedió a la dirección de la Orquesta, nada más y nada menos que un millón de euros en músicos de refuerzo, y siempre de acuerdo con Morales, a juzgar por su inundante yoísmo del presidente: “…yo no voy a entregar la orquesta…yo, yo, yo…” Pues menos mal que no hay más implicados.

Lo cierto es que sí ha entregado la OFGC al señor Chichón, quien, desde que lleva la batuta no ha permitido ratificar a ningún gerente que tutele las finanzas, que es lo propio del cargo, y fiscalice lo impropio: el desastre económico consumado por el director. Hablo en concreto de don Jorge Bernárdez López, fulminado a los seis meses de prueba, y, ahora, de don Christian Roig, que correrá la misma suerte con argumentos querellables por no valorar en su desempeño el cumplimiento del Título II de la Ley de Transparencia que se refiere al Buen Gobierno, cuyo artículo 23.2 dice en su punto primero:

“1. º Se actuará con transparencia en la gestión de los asuntos públicos, de acuerdo con los principios de eficacia, economía y eficiencia y con el objetivo de satisfacer el interés general”.

En aras de buscar positividad incluso en el obsceno gasto en contrataciones de músicos extras decidido por Chichón, probablemente sin la previa firma de usted, aunque sí con su consentimiento implícito, me pregunto si, como alternativa limpia de sospechas, le ha sugerido contratar a músicos canarios que hayan terminado sus estudios en nuestro Conservatorio Superior de Música u otros centros educativos superiores, tal y como supuestamente ha sucedido con el director asistente del titular, aunque sin la cuantiosa nómina mensual ni la duración del ¿contrato? suscrito. Muéstrenos en medio de esta crisis brutal (y lo que queda), que existe un interés objetivo por valorar y contratar a jóvenes músicos/as de Gran Canaria con probada calidad, a fin de rentabilizar socialmente el valor de su formación, reducir desempleo y eliminar el vergonzoso estigma del dedazo.

Díganos con pruebas, presidente Morales, a cuantos egresados sinfónicos superiores del CSMC ha dado trabajo durante el tiempo que el gibraltareño lleva aquí, tanto titulares como de refuerzo. Como es posible que no sepa el número dse esos egresados, se lo digo con el disgusto que puede imaginar. Han sido diecinueve violines, tres violas, siete violonchelos, tres contrabajos, dieciséis flautas, veintiún clarinetes, cuatro oboes, dos fagotes nueve trompetas, ocho trompas, tres tubas y dieciséis percusionistas. En total, 117.

Sería magnífico, señor Morales, que, con su advertencia y consejo, llamase el titular a los mejores de esos jóvenes isleños con la sana intención de contar con ellos, y equilibrase los instrumentistas femeninos con los masculinos, hoy intolerablemente descompensados. Todo esto, claro está, si el maestro renuncia a los músicos letones y lituanos que presuntamente tiene en cartera.

Ética y moral se emplean como sinónimos pero no significan exactamente lo mismo. La ética constituye una rama filosófica que reflexiona sobre la moralidad de nuestra conducta con la intención de legitimarla a partir de unos principios compartidos y respetados por cualquier individuo, independientemente de su moral. La ética no es sólo individual porque puede contribuir también a que una sociedad sea más eficiente y responsable.

La sociedad grancanaria espera que el Cabildo, máximo órgano político de la isla de Gran Canaria, haga honor al imperativo ético y actúe de inmediato cortando de tajo cualquier vínculo contractual con Chichón. Demandamos respeto a los contribuyentes; reclamamos honorabilidad gestora; y exigimos acción inmediata. Porque entendemos que no puede haber otra explicación a lo ocurrido en estos años que no dimane de la ignorancia de haber entregado la FOFGC a un personaje que ha despilfarrado el dinero público. Pensar lo contrario sería muchísimo más grave y entonces deberían entrar en escena otros organismos públicos para dirimir las supuestas y respectivas responsabilidades legales que de ello pudieran derivarse.

Ya no valen palabras de apoyo, escritos, pelotas, cobardes, adláteres ni historias absurdas hacia Chichón, que ha consumado una condenable gestión de dinero público en un organismo que debe ser modélico en el deber de llevar felicidad y dignificar la vida de todas las personas que queremos sentir orgullo por nuestra querida Fundación Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Porque tendríamos que preguntarnos, entonces, cómo adjetivar a quienes apoyan una gestión tan horrorosa. Y aún no hemos entrado en el informe positivo que ha emitido una empresa especializada en el tema del probable acoso en primer grado supuestamente cometido por Chichón en la persona de Isabel Turienzo, jefa de producción de la FOFGC. Los tribunales de justicia tendrán la palabra. El tema queda para otra ocasión aunque ya será escandaloso tener que volver sobre ello.

Cuando las decisiones se toman en representación de una colectividad en donde no tiene cabida ningún yoísmo por el simple hecho de que un gestor político se debe al pueblo, la moral individual es insuficiente. De ahí que el verdadero valor de la ética en el ámbito público se tenga que centrar básicamente en lo que debe ser y el cómo lograr, de nuevo, la reputación y el respeto perdido.

Como dijo Abraham Lincoln, “Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”.

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