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Conciertos | 37º Festival de Música de Canarias

Thomas Hampson, en el aula magna del lied

Hampson, acompañado del pianista Wolfgang Rieger, durante el concierto del pasado jueves en el teatro Pérez Galdós. | | LP/DLP

Este Festival, que siempre ha cuidado el liederismo de primer nivel, acaba de incorporar al más importante de los especialistas estadounidenses, Thomas Hampson, barítono legendario de muy amplIo registro, con más de 160 roles de opera en su repertorio y predilecto de los grandes directores por su versatilidad.

Es un cantante total, sin zonas de exclusión en el catálogo universal, extraordinaria plasticidad en sus recursos fonadores y tan bueno en la música de concierto como en la de teatro.

Entonar como él los Cuatro cantos serios de Brahms es dar testimonio completo de la sonoridad, la espiritualidad y el legato que definen las esencias de la música vocal de cámara y la hacen deseable para todos los grandes maestros de orquesta que son, además, buenos pianistas. Hay un canto de alma, como lo hay de los sentidos.

Y en este cuaderno de Brahms está el primero representado a un nivel incomparable. Hampson y el magistral pianista Wolfgang Rieger hicieron de esas joyas, y especialmente en la tercera, Oh, muerte, qué amarga eres, un instante de elevación mística.

Después de cantos como éste, toda la música parece ligera aún siendo tan bella como la de las Melodías zíngaras de Dvorak y especialmente sus Canciones que aprendí de mi madre, nana inversa de inolvidable ternura. Y la maestría indiscutible de Zemlinsky, Hindemith y Charles Ives se suceden augurando a la grandeza y el desgarro del siglo XX, así como la musicalización íntegra de la carta dirigida por Abraham Lincoln a una madre americana que perdió a sus cinco hijos en la guerra de Secesion. Y, sarcásticamente, dos insolentes brindis del Wunderhorn dedicados por Mahler a los combatientes “del otro lado” que aún no han entrado en batalla.

Original programa que parece dedicado a las penas y desgarros del mundo de los siglos XIX y XX. Repertorio cantado con ternura en ocasiones, con ironía o dramatismo en otras, siempre con una fuerza expresiva, un poder de emisión y un estilo personalísimo que añaden un nombre mítico como el de Hampson a los Kaufman, Goerne, Scheirer, Hvorostovski; a las Ludwig, Von Otter y a muchos más, atraídos a Canarias por el atractivo de nuestro Festival.

Y es de justicia volver a citar al pianitsa Rieger, uno de los más grandes de cuantos han vencido en el “aula magna” del camerismo liederìstico de Canarias.

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