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Humberto Hernández | presidente de la academia canaria de la lengua
Humberto Hernández Presidente de la Academia Canaria de la Lengua

Humberto Hernández: «El español de Canarias está cada vez menos estigmatizado»

Humberto Hernández.

Profesor de largo recorrido, Humberto Hernández añade a su docencia la labor que desarrolla en la Academia Canaria de la Lengua. «Esto no es una heroicidad, es un ejercicio de complicidad con nuestro patrimonio», afirma el doctor en Filología y Catedrático de la Universidad de La Laguna en Lengua Española. 

¿No es un poco simplón querer identificar el canario con el término ‘mullallo’?

Sí que lo es. En todos los dialectos existen peculiaridades que los identifican y en el canario una de estas características, además del seseo o la aspiración de la s, es la articulación que tenemos de la ch, que a oídos de un foráneo parece una ll... El punto de articulación de nuestra ch va algo más retrasado que el de la ch castellana pero los canarios sabemos distinguir una ralla de una racha.

Pero tanta reiteración no deja de ser algo cansina.

Yo no creo que sea una cuestión de glotofobia, xenofobia o racismo lingüístico, más bien es una gracieta a la que no hay que darle demasiada importancia. De todas manera, no está de más que se vayan enterando que aquí no decimos mullallo, aquí decimos muchacho.

Eso no deja de ser un síntoma de desconocimiento de los viajes lingüísticos entre Canarias y América, ¿no?

Esa es una de las cuestiones que hay que reivindicar en la enseñanza de la lengua porque el español no deja de ser un conjunto de dialectos, concretamente ocho grandes dialectos (cinco en el español americano y tres en el español europeo: el castellano, el andaluz y el canario), que son igual de válidos y correctos. En este sentido, hay que entender que el español no es una modalidad que está ubicada en el centro-norte peninsular. A los pequeños en las aulas y a los mayores con otros medios hay que hacerles comprender que no existen dialectos inferiores y dialectos superiores... El español de Canarias está cada vez menos estigmatizado. Sinceramente, creo que a día de hoy está bien considerado.

¿Qué es lo primero que se le pasa por la cabeza cuando oye que «en Canarias se habla mal»?

(risas)... Una persona que es capaz de hacer un comentario de este tipo ignora la realidad de la lengua y, por no pensar mal, prefiero creer que es una valoración subjetiva con la que desde luego no estoy de acuerdo. Ante un comentario tan superficial contrapongo la opinión de grandes hablistas que exaltaron las particularidades del canario. Gabriel García Márquez, por citar solo un ejemplo, tiene varias referencias al español de Canarias en sus obras.

«No hay ninguna razón para pensar que los canarios hablamos mal o peor que otros españoles»

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¿Podemos estar tranquilos?

No hay ninguna razón para pensar que los canarios hablamos mal o peor que otros españoles. ¡Hombre, hay canarios que lo hacen mal y canarios que lo hacen bien, pero eso es algo que también pasa con el castellano de una persona que reside en Valladolid o en Madrid! Esa cuestión no depende de una modalidad dialectal, sino que ya es un problema de los hablantes... Yo no siento que los canarios hablemos mal. Para mí no es un complejo ser seseante, aspirar las s finales o pronunciar totizo, alongarme o gofio de millo.

¿Estar al frente de la Academia Canaria de la Lengua es un acto de fe o una heroicidad?

Es un acto de responsabilidad... Una responsabilidad cultural y una responsabilidad lingüística y, por supuesto, también es un gran honor por más que no deje de ser un trabajo extra que hay que añadir a las obligaciones primigenias de cada uno de los académicos. Aquí no hay nada de heroicidad. Al revés, esto es un ejercicio de complicidad con nuestro patrimonio.

¿Tiene la sensación de ser una especie de «guardián» de nuestro patrimonio lingüístico?

¿Guardián? La lengua no necesita guardianes. La Academia en el pasado quiso ser la guardiana del idioma y tenía aquel famoso lema de «Limpia, fija y da esplendor», pero esa idea la ha ido ocultado con el paso de los años. Lo que trato de explicar es que la lengua es capaz de valerse por sí sola, no necesita guardianes. Más que un guardián, soy un observador crítico que tiene el privilegio de aprovechar la atalaya en la que está para ver la lengua desde otra perspectiva.

¿No echa de menos un trabajo de mayor calado en la base educativa?

Lo primero que habría que plantearse es si la formación del profesorado de Primaria y Secundaria es la ideal. Yo me atrevería a decir, porque conozco bien la realidad educativa, que los conocimientos de los docentes podrían mejorarse. Un maestro no puede resolver toda su formación lingüística con una asignatura de seis créditos a lo largo de la carrera. Eso habría que reforzarlo bastante más.

¿Entiende que moleste que el término canariedad no esté en el diccionario de la RAE?

El hecho de que una palabra no figure en el diccionario de la Real Academia Española no quiere decir que no exista. Si todavía no la han puesto ya lo harán, pero en el caso de que no lo hicieran eso no supone un obstáculo para que esa palabra no pueda ser utilizada.

Pues esa palabra lo que se dice «fea» no lo es: canariedad.

A mí me gusta y la Academia Canaria de la Lengua la lleva usando desde sus inicios, es decir, que no es ningún neologismo porque está escrita en nuestros estatutos... De los cientos de canarismos que hay la Real Academia Española ha incluido muy pocos y, además, muchos de los que ha aceptado están mal definidos o localizados.

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