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La guionista y dibujante Lola Lorente mientras trabaja en una de sus páginas. | | LP/DLP

Letras | 33ª Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria

“Me gusta que el lector de mis cómics pueda imaginar el final»

¿Cómo ha sido el proceso de creación de Maganta?

En un principio, jugando con las formas y las texturas, apareció el personaje de la historia en mi libreta de bocetos y a partir de ahí fue como empezar a descubrir un poco quién era y de dónde venía. Entonces empecé a crear a esta mujer, Mary Pain, con un físico bastante voluptuoso, pelo rapado y una trenza, pero en una persona con 30 y pico años, que estaba entre la juventud y la madurez. Me empecé a preguntar de dónde venía y fui haciendo páginas para situarla en un contexto social concreto como es el pueblo en el que todo ocurre.

¿Ha utilizado algún tipo de rutina de trabajo especial a la hora de realizar las páginas?

Realmente, lo he ido moviendo poco a poco, haciendo una escena del principio, luego otra del medio y nuevamente otra del principio. Y, al final, ha quedado como una especie de puzzle hecho con total libertad creativa, como un experimento para poder narrar de manera libre. Lo más difícil para mí ha sido encontrar un guión que me convenciese y esto se ha ido definiendo a medida que he ido haciendo las páginas mientras he ido desechando otras. Al final no incluí unas doce páginas porque pensaba no era por ahí por donde yo quería ir. En el cómic hay un factor de intuición muy importante en la forma de trabajar.

¿Por qué ha tardado ocho años en publicar su segunda obra tras Sangre de mi sangre?

Tenía previsto terminarlo en dos años, y tenía ganas de investigar a fondo en todos los elementos que rodeaban a la historia, pero a medida que iba haciendo páginas se dilataba todavía más el trabajo. No partía de un guión que estuviese muy medido antes de ponerme a dibujar, sino que iba descubriendo la historia a medida que iba avanzando. Realmente ha sido como una especie de escultura. Como si tuvieses un trozo de piedra y una idea abstracta y te vas acercando poco a poco de forma inconsciente a la historia que vas desarrollando, al mensaje. Pero ocurrió que me fui a vivir a Francia, me tuve que poner a trabajar dando clases de español paralelamente al trabajo de autora de cómics, y me costaba mucho tomar decisiones a nivel de guión. El tiempo para realizar la historia ya era menor y tardaba más tiempo en encontrar esas piezas que me permitían seguir. Durante el máster de cómic en la Universidad de Angulema, mi profesor me decía que esto de hacer cómics, cuando llegas al final, es como una especie de pirueta, pero no sabes cómo poner el pie para aterrizar.

¿Cómo definiría su cómic?

Como un cómic con mucha libertad tanto en la gráfica como en la forma de narrar, donde hay muchas historias paralelas con un hilo conductor central. Una obra en la que se trabajó mucho la psicología del personaje principal. Es una especie de retrato de una persona ordinaria que regresa a su pueblo de origen tras marcharse años atrás después del fallecimiento de la madre.

¿Hay algunos tintes autobiográficos en la obra?

Está un poco inspirado en mis orígenes, en el pueblo de donde yo vengo, Bigastro, que es en el sur de Alicante. El título es un adjetivo peyorativo, casi un insulto, que se utilizaba allí y que nos decían las madres y los padres cuando nos veían excesivamente vagos o lentos, cuando nos veían con pocas ganas de hacer cosas, estudiar o trabajar. Tanto el entorno como el clima o las relaciones sociales y la crisis socioeconómica están inspirados de alguna forma en mi pueblo.

¿Tiene influencias de otros dibujantes, artistas o movimientos artísticos en general?No puedo clasificar muy bien lo que hago, pero están presentes cosas tanto de la poesía como del cine o el documental. Hay elementos de la coreografía en la danza contemporánea o del teatro. Hay muchísimas cosas me interesan porque busco fórmulas para narrar de forma diferente ampliando un poco lo que me ofrece este medio expresivo. Creo que todavía puedo traer otras cosas de otros medio para enriquecer el cómicLa proliferación de detalles en cada viñeta de Maganta exige una lectura atenta, ¿cree que la obra está destinada a un lector que esté más predispuesto a una lectura atenta?Yo no soy muy consciente de eso, porque a mí me gusta también realizar un tipo de cómic en el que el lector pueda completar la historia, en el que el final esté abierto. Creo que para algunos será más fácil leerlo y a otros puede que les cueste más, pero creo que con una segunda lectura se facilitarán bastantes las cosas.

¿Cómo es el apoyo a un arte como el cómic en España si lo comparamos con los que usted obtuvo en Francia?

Hace falta un poco más de apoyo. Creo que hay gente con muchísimo talento que a veces no salen adelante y no todos disponemos de la misma facilidad para hacer un cómic. Mi cómic en un principio no es mainstream y por eso estaría bien un apoyo económico. Desde luego, en Francia hay más apoyos. A mí me dieron la oportunidad, como autora extranjera que ya había publicado en ese país, de permanecer en la Maison des auteurs de Angulema y el Centro Nacional del Libro francés decidió apoyarme.

Tras vivir en Francia se ha trasladado primero a La Palma y luego a Las Palmas de Gran Canaria. ¿Cómo ha sido la experiencia hasta ahora?

Realmente ha sido aprender a dar clases y descubrir el paisaje. Me vine de Francia porque tenía posibilidad de ejercer la docencia. Primero estuve en La Palma dando clases de diseño y tipografía para bachiller. Y ahora estoy de profesora de Proyecto de Ilustración en el Ciclo Formativo de Grado Superior en la Escuela de arte de Gran Canaria.

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