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Cine Laura López Armas Traductora audiovisual

«Con las plataformas ya se puede vivir de la traducción audiovisual»

Laura López Armas. |

Desde que terminó el grado en Traducción e Interpretación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en 2018 no ha dejado de trabajar como traductora audiovisual, cada vez más, para plataformas como Netflix, HBO, Movistar+, Amazon Prime y Filmin. Pero Laura López, además, es nieta de Alfonso Armas Ayala, hombre clave en la cultura de Canarias, el primero que reivindicó la figura de Benito Pérez Galdós para las Islas. 

¿Qué recuerdos conserva de su abuelo?

Tenía diez años cuando falleció. Siempre recuerdo que le preguntaba a mi madre por qué los profesores del colegio no leían los dictados como él, con esa voz tan potente y esa dicción y velocidad perfectas. Un día le pregunté por un libro suyo que me pudiera leer, porque yo quería leerme uno de verdad, y me dijo que sus libros eran muy aburridos para mí. Mi abuelo siempre ha sido un referente, un ídolo. No sé cómo fue capaz de conseguir tantas cosas y hacer tanto. Gracias a la gente que lo recuerda se mantiene viva su figura.

¿Cómo comenzó a trabajar como traductora audiovisual?

Me pasé todo cuarto de carrera enviando currículos a los estudios de doblaje y agencias de traducción y subtitulación, indicando la fecha en que terminaba el grado. La primera llamada la recibí el 1 de julio de aquel año, nada más terminar.

¿Con qué empezó?

Traduciendo documentales para el Canal Odisea. Después me llamó un director que necesitaba subtítulos en inglés para una película que presentaba en el festival de cine de San Sebastián. Gracias a eso, empecé a trabajar para varios estudios de doblaje y después para HBO, Netflix y resto de plataformas.

¿Se dedica solamente a la traducción audiovisual?

En 2019 me escribió la primera editorial y empecé con mis primeras traducciones literarias. Canciones de sombras y estrellas son nueve relatos de George R.R. Martin, el autor de Juego de tronos. Yo traduje el titulado El turno de noche. El libro, de la editorial Gigamesh, está a punto de salir a la venta.

¿Vive de la traducción audiovisual?

Sí, aunque como autónoma que soy, nunca sabes el trabajo que vas a tener el mes que viene. En estos momentos tengo muchísimo trabajo.

De las diferentes ramas de la traducción, ¿por qué eligió la audiovisual?

No me lo había planteado. El último año de carrera vino a Tradican, las jornadas de traducción e interpretación de Canarias, Quico Rovira-Beleta, traductor de las películas de las sagas de Star Wars, Marvel, etc., de todas las grandes. Son las que a mí me gustaría traducir, y el sueño de muchos traductores. He tenido la suerte de que Rovira-Beleta ha sido mi mentor, me ha ayudado mucho, aconsejado siempre, es una maravilla de persona.

¿Es su cine preferido?

Soy fan de la ciencia ficción, afición que he heredado de mi padre. Los libros de Harry Potter son mis favoritos, pero las películas que prefiero son las de la saga Marvel, desde que fui a ver la primera al cine, Iron Man (Jon Favreau, 2008).

«En España es de los lugares del mundo donde peor se cobra la traducción»

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¿Cuál recomendarías de la saga?

Guardianes de la galaxia (James Gunn, 2014). Es divertida y no hace falta haber visto las otras películas. El caso es que yo tenía un blog en esa época y entrevisté a Rovira-Beleta. “Si de verdad te gusta este mundo de la traducción audiovisual, hay posibilidades”, me dijo. En ese momento estaban surgiendo las plataformas audiovisuales y, aunque no es fácil, si te gusta y tienes motivación, lo intentas hasta que lo consigues.

¿Qué diferencia la traducción audiovisual de otras?

Para empezar, te tienen que gustar mucho el cine y las series. La literaria precisa de un tono más elevado, de respetar estilos y fórmulas literarias, tienes que saber escribir muy bien. La audiovisual es más de diálogos informales, naturales. Se suele tardar más en la literaria, y es verdad que, cuando terminas, la satisfacción del trabajo hecho quizás sea mayor, y eso recompensa. Los plazos de entrega son también menos estrictos en la literaria que en la audiovisual.

¿Y económicamente?

En los dos tipos de traducciones cobras por igual. No son grandes cifras, salvo que estés en las películas muy grandes, pero se cobra bien. Aunque es verdad que en España es de los lugares donde peor se cobra. En Francia, por ejemplo, se cobra súper bien. Desde Atrae, la asociación de traductores y adaptadores audiovisuales de España, están intentando ayudar a que las tarifas sean más dignas.

¿Qué cualidad debe tener un traductor audiovisual?

Como en la traducción literaria, es necesaria la creatividad, eso lo diferencia de otro tipo de traducciones como la científica. Tienes que tener en cuenta las imágenes, los juegos de palabras, las bromas y, sobre todo, que suene natural en español. Lo que se busca es que no parezca que esté traducido. Las traducciones mal hechas son las que se notan.

¿Hay intrusismo?

Mucho. Y mala praxis en algunas empresas, que por ahorrarse el dinero lo hacen con un traductor automático. También las hay que primero pasan el traductor automático y después lo dan a un traductor para que lo revise, un dislate también, porque siempre hay que rehacerla entera y al final cobras por revisar y no traducir. Es una forma de ahorrarse un dinero.

¿Cuáles han sido sus trabajos más destacados hasta ahora?

Empecé con unos documentales muy sencillitos de ciudades desde el aire, la primera de San Francisco. Mi primera película documental fue una gastronómica, Y en cada lenteja un Dios, de Luis Moya, sobre el restaurante valenciano L´Escaleta. Después, para HBO, hice Axios, sobre política estadounidense, y para Netflix Interior Design Masters. Más adelante para HBO We are here, sobre drag Queens; El juramento, sobre una secta en Estados Unidos; Y asesinato en Middle Street. También hice el documental Australia en llamas: emergencia climática, sobre los incendios de 2019, muy duro, me lo pasé llorando por sus imágenes que salen.

¿Considera que, a pesar de eso, es un trabajo agradecido?

A veces toca hacer cosas duras, otras divertidas y otras muy aburridas, como el que hice sobre el entrenador del Liverpool, Jürgen Klopp, no me gusta nada el fútbol.

¿Todo documentales hasta ahora?

En 2019 hice mi primera ficción, una película egipcia para Netflix, Lion´s Heart. Ahí traduje sobre el inglés del guión que me facilitaron. A veces pasa que el sentido del original puede trastocarse si no traduces del idioma nativo de la película, sino de una traducción a otro idioma. Ocurre con el anime japonés, que se traduce del inglés y no del japonés. Afortunadamente, cada vez me están llegando más encargos de ficción. Ahora mismo, estoy subtitulando dos series sobre médicos, una de ellas a punto de estreno. No estoy autorizada a decir los nombres.

¿Es diferente traducir para subtítulos y para doblajes?

Sí, en subtítulos es básico que el texto quepa en dos líneas con una serie de caracteres por cada una, por lo que hay que sintetizar mucho. En cambio, para doblaje se traduce todo y lo más parecido posible a la longitud del original, sin omitir tanta información. Pero fiel al original no vas a poder ser nunca, porque es un cambio de cultura e idioma, es lo que llamamos el lost in translation. Mi trabajo es que el espectador que no sabe inglés entienda el mensaje original de la mejor manera posible.

¿De qué trabajo está más orgullosa?

Por ejemplo, de la docuserie de las drag queens para HBO We are here, que traduje para doblaje. Trata de tres drag queens que ganaron el programa de televisión Rupaul e iban por pueblos mega cerrados de Estados Unidos a buscar a gente de la comunidad LGTBi+. Recientemente se ha estrenado la segunda temporada. Tuve que documentarme mucho sobre temas además muy nuevos, como las personas no binarias. Por ejemplo, el pronombre they, que sería ellos, para los no binarios sería elle. Fue mucho trabajo, pero lo pasé muy bien.

Usted pertenece a Más Mujeres, asociación canaria de mujeres del audiovisual, ¿hay igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito de la traducción?

Las mujeres somos mayoría en el mundo de la traducción, un 70 por ciento aproximadamente. Yo no me he visto discriminada por ser mujer, pero sí hay compañeras que afirman haberlo vivido.

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