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Entrevista
Nacho Vegas Cantautor

“El mercado nos impone unos códigos más locos que nunca”

El Auditorio Mar de Vigo acoge este sábado, día 12, una de las primeras paradas de la gira “Mundos inmóviles derrumbándose”

El cantante asturiano Nacho Vegas.

Con dos décadas de trayectoria cumplidas el año pasado, Nacho Vegas es una de las voces más respetadas en el ámbito de las músicas populares tanto en España como en América Latina y su regreso era uno de los más esperados del momento. El próximo sábado, día 12 de febrero, recalará en Vigo en una de las primeras paradas de la gira de presentación de su nuevo álbum, “Mundos inmóviles derrumbándose”.

Su nuevo trabajo no solo nace en un contexto de pandemia, sino también de un colapso mental que lo llevó a refugiarse un tiempo a un pequeño pueblo pesquero, ¿supuso la tristeza un motor de creación?

Sí. No diría que la tristeza es en sí misma un motor de creación, pero escribir desde ella, algo que no es fácil, aporta cierta perspectiva y muchos de los temas de mi cancionero se nutren de esos momentos dolorosos o más complejos que uno necesita cantar para confrontarlos. Hoy en día parece que la infelicidad es algo penalizado, que hay que estar todo el tiempo sonriendo... pero los momentos dolorosos forman parte de la vida, cuando algo nos duele es porque estamos vivos y, a través de la música, esto debe reivindicarse.

¿De qué forma influyó la pandemia en la composición? ¿Era un parón que consideraba necesario?

Sí, porque muchos creíamos que con ese parón podríamos repensar determinadas cuestiones, tomar calma y salir mejor de los que entramos. La pandemia puso en valor lo que muchos necesitábamos, pero lamentablemente el sistema en el que vivimos es una maquinaria demasiado poderosa que volvió y tengo la sensación de que salimos más hostiles. Ahora mismo tenemos a una ultraderecha envalentonada, que aprovechó la pandemia para lanzar sus discursos de odio y hay una batalla cultural abyecta que tenemos que combatir para reconstruir el mundo. No vale con que nos contentemos con como estábamos antes, de ahí el título del disco, “Mundos inmóviles derrumbándose”, porque tenemos pendiente la reconstrucción de muchos vínculos y del mundo.

En su nuevo álbum incluye un villancico anticapitalista con un marcado tono político que contrasta con el resto de temas, ¿es difícil lidiar con esta ideología y al mismo tiempo ser consciente de que uno no es capaz de salir de la rueda?

Es el gran dilema; lidiar con las contradicciones de vivir en un sistema que percibes como pernicioso, hostil, pero en el que al mismo tiempo hay un mercado al que necesitas. Recientemente leí el ensayo 'La muerte del artista', de William Deresiewicz, en donde aborda qué significa ser artista en esta época, busca rebatir la tesis de que hoy en día todo es más fácil para ser artista, porque cualquiera puede hacer una canción en un estudio casero y subirla a las plataformas, o pintar un cuadro y ponerlo en las redes sociales. Hay un mercado por el medio, que nos impone unos códigos más locos que nunca, generando constantemente contenido, novedades, las plataformas han tomado el poder sobre lo que hay que hacer, pero yo creo que hay que ser consciente de que estás en el mercado sin pertenecerle a él, marcando tú mismo tus propios ritmos. Los que llevamos tiempo en esto quizás tenemos la suerte de tener más libertad y procuramos marcar unos tiempos que no son los que la industria musical nos dicta, una industria que a menudo se caracteriza por su prepotencia y estupidez, porque creen saber qué es lo que el público quiere, cuando en realidad el público es mucho más heterogéneo.

El sábado presenta el disco en Vigo, ¿tiene ganas de esta vuelta a los escenarios?

Reconozco que hubo un momento de pánico, de mucha inseguridad y de sentirme extraño, porque no sabía en qué momento estaba por la hostia emocional que nos ha dado la pandemia a todos. Había mucha incertidumbre en todo, en el propio sector cultural, por cómo iban a ser las cosas, sumado a una inseguridad propia, algo que nunca había sentido en mi trabajo. Pero en el momento en el que tuve el repertorio perfilado, ese trabajo que llevas en soledad y en la intimidad, se convierte en un trabajo colaborativo. Tengo la suerte de estar rodeado de muy buenos profesionales y muy buenas personas, gente muy sabia y talentosa, por lo que fuimos sacando adelante el disco y los primeros conciertos han tenido una buena acogida, por lo que llego a Vigo con muchas ganas, muy contento e ilusionado, pero sí que reconozco que hubo un momento previo de pánico.

¿Qué recuerdos le trae la ciudad?

En la última gira no pudimos incluirla y para mí es una ciudad en la que, por una parte, tengo muchos amigos y buenos recuerdos de cuando empezábamos a tocar. Y por otra, la gente suele decir que Xixón es muy parecida a A Coruña, por su trazado y la cercanía al mar, pero para mí, la ciudad que se parece a Xixón es Vigo, principalmente por la gente. A Coruña es una ciudad que me encanta, pero Vigo me recuerda mucho a Xixón por su gente, porque hay una tradición más arraigada de la clase obrera que en otras ciudades y eso la hace especial, siento que hay algo que nos une. De alguna forma es como estar en casa, sentimos ese hermanamiento como con el resto de las regiones del Norte, porque somo lugares de las periferias que vivimos con una realidad social y política muy particular.

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