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Música

Leyvan, el diablo de Rosalía

El canario tiene tan solo 12 años y ha colaborado en el décimo tema del disco ‘Motomami’ | Su sueño: seguir creciendo en la música

Leyvan, cantante canario de 12 años que ha colaborado con Rosalía. ANDRÉS CRUZ

Tiene 12 años y el mundo se ha parado a observarlo. Leyvan ha entrado por la puerta grande del panorama musical con la colaboración que ha realizado con la cantante Rosalía. Ahora canta dos estrofas en Motomami, el tercer disco de la catalana que ha alcanzado el éxito internacional, y más que ocho versos, es el alumbramiento de una voz que sabe que tiene un largo camino por delante para lograr el porvenir que desea.  

El misterio ha estado guardado durante dos años. En la celebración de los Billboard Latin Music Week 2020, un escaparate mundial de la industria musical, la cantante se fijó en él y, casualidades del destino, unos días más tarde cortó un directo de Instagram por la entrada de una llamada de su manager y productor de DN7, David Navarro. «Estuvo diez minutos insistiéndome en que no podía decírselo a nadie y fue cuando me dijo que iba a colaborar con Rosalía… Es una artista muy grande y colaborar con ella me hace súper feliz», cuenta Leyvan mientras desayuna una pulguita de tortilla en la capital grancanaria. «¡A mi padre casi se le cae el móvil, nadie se lo creía, imagínate, casi lloro». Cuando sí se quedó petrificado fue hace apenas unos meses al escuchar por primera vez ese coro chispeante en el álbum.  

Leyvan y Anuel

Con nueve años se subió al escenario con Anuel AA y cantaron dos temas en Maspalomas ante 15.000 personas después de que el equipo del artista puertorriqueño se interesara al verlo por las redes sociales cantando China. El flechazo, instantáneo, pero el frenesí se frenó ante la incertidumbre que generaba en la familia la proyección instantánea que había recibido Leyvan siendo, en definitiva, un niño. Entonces, entró en escena el olfato de su manager David Navarro. «Antes que nada, soy padre, y muchos sabemos lo que ha pasado con otros niños donde les han fastidiado la infancia. Al fin y al cabo, esto es un arma de doble filo. Me senté con los padres y tuve dos cosas claras: primero, los estudios, y luego, hay que forjarlo». Clases de baile, canto con el tenor Jesús Monzón e inglés para vacilar en cualquier idioma y con el consejo de Rosalía empezará en piano, aunque siempre con la vista puesta en: «Si le dejara de gustar mañana cantar, se acabaría ahí». 

Leyvan sonríe. Él sabe que no va a ser así. No se puede adivinar el futuro, pero la energía bulle y cuando entra a grabar en el estudio siente que lo transforma ese pálpito interior. Quién diría que tiene 12 años. Un mantra resuena: «Estrella en el escenario y persona en el suelo». «Estoy preparado para todo y, en todo caso, el camino va a ser largo para mis padres porque no ven esto como algo normal, ¡pero yo! Como si tengo que cantar hasta los 80 años». Entre el kickboxing, el fútbol o el baloncesto, se queda a perfeccionar el oído y a vivir con pasión el que no sabía que era su sueño y ahora comparte con toda su familia. «Me inspiro con ellos, por ejemplo, mis padres me ayudan a elegir los estilos y, sin ellos, no hubiera podido hacer nada, al igual que mis hermanos, que siempre me aconsejan o mis amigos, que siempre están ahí y yo lo estaré para ellos si hacen cualquier cosa». Está al borde de la adolescencia y poco a poco sus rasgos redondos comenzarán a cambiar en medio de una transformación vital. A pesar del vértigo que produce las alturas de las playlist, está forjando un vínculo con sus allegados y colegas que le darán la resistencia del acompañamiento. 

El salto a la industria

Lionel Morales y Nerea Caldero son sus padres y, como cualquier progenitor al que esto le coge por sorpresa, temieron en un primer momento por la seguridad de su vástago y, sobre todo, recelaron de los cantos de sirena que embrujaban las calles de Las Rehoyas, el barrio donde viven. Con cuatro hijos, Lionel, Liam, Libai y el propio Leivan -cuya i griega aportó un toque característico a su apodo artístico-, la situación por la que pasaban desde la cuarentena no era la ideal. Él, al paro, ella, con un trabajo modesto que les hacía llegar ahogados a final de mes. De repente, cayó esta suerte en sus vidas. Padre e hijo comparten sitio en la mesa de la cafetería, se miran, y Leyvan lo suelta sin pensarlo dos veces: «Yo lo que quiero es regalarles una casa». Hay un silencio contenido, unos ojos aguados, y el mayor lo dice, «lo veo respirar y ya vemos lo que tiene dentro. Todos estamos involucrados». 

Hacer desde cero una carrera musical no es que sea complicado, sino que requiere de recursos económicos que, difícilmente, están al alcance de todos. Las circunstancias de la familia hablaban por sí solas. Por esta razón, Navarro, que conoce el negocio desde dentro, sabe que es necesario una inversión mínima para confeccionar un producto de calidad: vídeo, bases, arreglos musicales, campaña de publicidad, es decir, los ingredientes que harán que sobrepase el umbral del silencio a estar entre los más escuchados. Un subidón meteórico que tiene que estar diseñado con visión a largo plazo y para el que decidieron aliarse con Sony. «Esto habla a favor de los que hacen música, que superan la dureza del camino. Es una inversión que tal vez no llega a nada, por eso aquí la meta está en cambiar a una familia».  

Las cifras hablan por sí solas. Diablo está en el 44 del top de vídeos musicales de YouTube sin haber sido lanzado como single promocional y el estribillo ya ha pasado a ser reproducido alrededor de mil veces en TikTok. Leyvan desconoce si harán un videoclip, o tal vez sí y en este momento de la entrevista no pueda confesarlo debido a las cláusulas de privacidad. Es igual, ya está ocupado. Prepara colaboración con Juanfran y probablemente con el dúo tinerfeño Adexe y Nau, convirtiéndose en un exponente del estilo urbano en Canarias a su corta edad. Además, pondrá voz al fenómeno de dibujos animados Tito Lizzardo & Catt B y lo que surja al mismo tiempo que amplía su repertorio en el que se encuentran los singles Ponte las Jordan, La Escuela 1 y 2 o Dembow

Pronto se coreará en los grandes estadios «y como tú ninguna / brillas como la luna / brillas como mis prendas / quiero que tú me entiendas. La que sale por TV / no es la que yo conocí / no es la que yo conocí / ahora pisas Lamborguinis». Leyvan es parte de un mito que ya construye el suyo

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