Música

Fundido a negro de la música en vivo en Las Palmas de Gran Canaria

La capital reduce cada vez más su oferta de locales de conciertos | Los dueños de las salas piden una regulación específica para evitar denuncias y cierres

Un concierto en el NYC Taxi, en el Paseo de Las Canteras, en el marco de la Ruta Playa Viva, en la era preCovid. | | LP/DLP

Un concierto en el NYC Taxi, en el Paseo de Las Canteras, en el marco de la Ruta Playa Viva, en la era preCovid. | | LP/DLP / Paz Bernal

Después de las salas vacías, los conciertos suspendidos y las giras paralizadas en la oscuridad de la pandemia del coronavirus, cada vez son más los escenarios de música en directo que apagan sus luces para siempre en Las Palmas de Gran Canaria. Se trata de un problema casi endémico de una ciudad de casi 400.000 habitantes que cada año cuenta con menos salas de conciertos o locales que programen música en directo sin miedo a una sanción tras otra. Esta amenaza continua cierra las puertas de espacios que en otro tiempo se las abrieron a incontables bandas canarias emergentes, así como a conocidas bandas nacionales o internacionales, bajo los focos de los desaparecidos Cuasquías, Pub La Calle, Charleston, Mojo Club o Nasdaq, o los actuales NYC Taxi, The Paper Club, Shack Bar, Talleres Palermo o Echarle Huevos, sobre los que hoy pesa una continua espada de damocles.

El desaparecido Mojo Club, en la Plaza de la Música. | | LP/DLP

El desaparecido Mojo Club, en la Plaza de la Música. | | LP/DLP / Paz Bernal

Una de las víctimas de esta situación es José Moma, propietario del NYC Taxi, referente de la extinta Ruta Playa Viva de conciertos al aire libre en la Avenida de Las Canteras. «Nosotros traíamos grupos para tocar música en vivo cada semana», señala Moma, «desde hace tres años luchamos por una normativa específica para este tipo de locales, de forma que podamos seguir haciendo estos eventos con todas las garantías para nosotros, como empresarios, y para los vecinos que están a nuestro alrededor».

La banda Santero y Los Muchachos en el último concierto de Talleres Palermo. | | LP/DLP

La banda Santero y Los Muchachos en el último concierto de Talleres Palermo. | | LP/DLP / Paz Bernal

Moma cuenta una larga historia de negociaciones con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria «para evitar que nos multen», explica, «porque algunos clientes y paseantes se apostaban en nuestra puerta y terminaban consumiendo en la calle». «Por eso, pedimos una y otra vez que nos regulasen específicamente las condiciones permitidas para este tipo de locales para que la música no volviera a pararse».

Un concierto en Fábrica La Isleta, en su nuevo escenario en Las Torres. | | LP/DLP

Un concierto en Fábrica La Isleta, en su nuevo escenario en Las Torres. | | LP/DLP / Paz Bernal

Restricciones

Cuenta que, a fecha de hoy, «ya nos hemos dirigido a las autoridades municipales para saber qué vamos a poder hacer a partir de ahora, cuando se levanten las restricciones». Casi todos los interlocutores consultados por este periódico coinciden con José Moma en que «Las Palmas de Gran Canaria es una gran ciudad turística, con una población de medio millón de habitantes y una enorme demanda de locales y zonas de ocio y cultura con música en directo, lo cual es además una fuente de riqueza y de promoción para una ciudad».

En este sentido, para el promotor de conciertos y espectáculos culturales, Juan Salán, «las actuaciones de música en directo son un problema histórico en esta ciudad». «Canarias es la comunidad autónoma con menos salas de conciertos y bares de música en vivo de toda España», afirma.

«En los últimos 30 años nunca ha habido empresarios que de verdad hayan querido trabajar en esto», reflexiona. «Está mal que yo lo diga, porque era mío, pero el último gran local que tuvo Las Palmas de Gran Canaria fue el Pub La Calle, donde tuvimos a bandas tan importantes como Los Rodríguez, pero también a buenas bandas locales que se dieron a conocer en este escenario».

Salán destaca al respecto que «hay una importante falta de sensibilidad por parte de los políticos y de los propios empresarios, porque la música en directo y los locales que la fomentan son un verdadero negocio».

En su opinión, «si tienes un espacio bien acondicionado para dar un concierto de música en directo, durante la semana lo puedes rentabilizar organizando otro tipo de actividades como exposiciones o salas polivalentes de encuentros de todo tipo; en fin, muchas formatos que puedes desarrollar en un espacio cultural».

Desde su perspectiva, una solución es «abrir la mente y mirar lo que se está haciendo fuera de Canarias: en las grandes ciudades, los locales se están montado en las afueras de los centros urbanos, en polígonos o infraestructuras donde no se moleste a nadie, porque la gente realmente interesada se desplaza y sólo es cuestión de acostumbrarse».

Un ejemplo de lo que expone Salán es Fábrica La Isleta, una espacio multidisciplinar independiente que nació en el barrio que le da nombre y que se ha trasladado al barrio industrial Las Torres, donde ha ocupado un espacio mayor, con mucho más aforo y sin problemas con vecinos. Además, recientemente se ha habilitado una guagua especial para trasladarse a este enclave.

«Esta profesión mía», prosigue Salán , «sólo tiene sentido si haces feliz a la gente, porque mi mayor aplauso y gratificación es que la gente disfrute con el espectáculo, y eso se puede hacer respetando al vecino y la convivencia en general de todos los habitantes de una capital como ésta».

Sin presentación de disco

En cuanto a la parte musical, la banda Birkins, una de las formaciones canarias con más proyección nacional, sostiene que «no hay locales suficientes para tocar en directo en esta ciudad». Así lo expresa la cantante y líder del grupo, Cristina Santana, que también cree que «a los locales les sale mucho más barato y con menos complicaciones contratar a un Dj que programe una música que le guste a la mayoría». «Pero, claro, de esta forma perdemos el contacto que teníamos antes cuando nos reuníamos en un local pequeño, donde tocaba una banda que empezaba y donde intercambiábamos pareceres y experiencias», apunta.

La banda no ha presentado todavía su sexto disco, muy bien acogido por la crítica, «porque todavía estamos esperando a que se terminen de aclarar todas estas restricciones impuestas por la pandemia para saber cómo proceder». «Incluso», añade, «ahora nos planteamos buscar un promotor que nos ayude a localizar alguna sala que esté a nuestro alcance desde el punto de vista económico, y donde podamos actuar».

Para la cantante de Birkins, «es una pena que se estén perdiendo estos locales en Las Palmas de Gran Canaria: es verdad que la gente puede ir cambiando de gustos musicales y que algunas tendencias no nos ayuden, pero el contacto entre nosotros era de lo más enriquecedor de la música en vivo».

Por su parte, Ángel Fernández, propietario de Talleres Palermo, antigua carpintería reconvertida en espacio multidisciplinar con distintas actividades, una de las cuales eran los conciertos en directo, también se muestra desalentado después de que esta misma semana anunciase que dejará de programar conciertos en su local como consecuencia de las quejas vecinales.

«Estamos a punto de resolver el conflicto que tenemos con un vecino y que llevamos arrastrando tres años ya», explica Ángel. «Seguimos apostando por este negocio, con diez personas contratadas, que ofrece una alternativa de cultura y ocio que consideramos muy necesaria para una ciudad turística como Las Palmas de Gran Canaria», añade. «Pero las condiciones que nos imponen para los conciertos los hacen absolutamente inviables», lamenta.

Los conflictos con el entorno y los vecinos de las zonas donde se instalan estos negocios, y las denuncias correspondientes, son los problemas persistentes que desembocan en el cierre definitivo de cada vez más establecimientos.

LPA en Vivo

El árbitro entre los intereses de los ciudadanos para poder ejercer una convivencia pacífica, garantizando el derecho de toda la ciudadanía al ocio y a la cultura en la capital, es el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Su responsable del área, Encarna Galván, asegura haber hecho «un enorme esfuerzo» en los últimos dos años, durante la pandemia, por mantener la actividad de los espacios donde se puede programar música en directo.

«El año pasado, el 2021, durante los meses de mayo y agosto pusimos en marcha la primera edición de LPA en Vivo, con un aforo limitado de 4.000 espectadores», explica Galván, «con el objetivo de promover que todos los locales que cumplan con las condiciones legales que se establecen para llevar a cabo la actividad, recibiesen ayudas para superar un momento tan duro como la pandemia de la Covid-19 y la crisis que ha traído consigo».

Esta acción de apoyo se desarrolló en cinco locales y financió 70 espectáculos. «Este año la volvemos a poner en marcha», afirma la edil de Cultura. La responsable municipal cree que «es una semilla que plantamos para no perder el potencial de estos colectivos tan importantes, porque desde la administración pública se apoya a espacios privados para que puedan seguir haciendo conciertos y actividades en beneficio de toda la sociedad capitalina».

También recuerda otros espacios como el Castillo de Mata o el Palacio Quegles para la celebración de este tipo de conciertos.

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