La cineasta Lucile Hadzihalilovic subrayó ayer «que el cine es un arte no verbal que se ha perdido con la invasión de los diálogos» y que ella tiene más interés en los silencios, los sonidos y las imágenes fijas que puedan ser «algo muy potente, como una obra de arte».
La realizadora francesa presentaba su obra ya que es uno de los dos directores invitados en esta 21ª edición del Festival de cine donde se van a proyectar todas sus películas, siendo hoy el primer pase de su último trabajo Earwig, a las 18.00 horas, en Cinesa 8 de El Muelle. Lucile Hadzihalilovic vio acertado proyectar todas sus películas juntas para ver cómo se complementa o se contraponen entre ellas. «Desde pequeña me sentía atraída por el cine fantástico y películas como El espíritu de la colmena» y confesó que con La locura de Jean Pierre (96), trató de reflejar el paso de la infancia a la edad adulta desde la realidad. Luego con Innocence (04) reflejó «el mundo femenino de forma diferente buscando otro modo de educación de la mujer entre la fantasía y la realidad». Pero Evolution (15), surge de recuerdos de su infancia con una impronta visual muy fuerte. De natura (18) fue «un intento de escapar de sí misma», mientras que Earwig (2021) aúna situaciones muy familiares a modos de encierro, crecimiento, distopía en el que los adultos se convierten en figuras fantasmagóricas y el protagonista es un hombre perdido en sus pensamientos». La cineasta confesó que «de joven leía mucha ciencia ficción y me pregunto qué escriben los autores actuales». Luis Miranda aclaró previamente que las películas de la realizadora francesa «son extremadamente difíciles de contar porque hay que hablar de situaciones, atmósferas y sospechas, propone mundos cerrados, atmósferas de carácter obsesivo y distópico, en la que el espectador se pregunta cómo se ha llegado a estas situaciones extrañas».
