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Letras

Los ojos de los evacuados

El fotógrafo Alfonso Escalero presenta ‘Las otras historias del volcán’, un libro que da voz a quienes sufrieron la erupción

Escalero muestra en su móvil una de las imágenes del momento de la erupción en La Palma. María Pisaca

Alfonso Escalero viajó a La Palma tras la erupción del volcán con el único propósito de grabar un documental geológico con su productora I love the World. Sin embargo, las imágenes de desolación que encontró trastocaron por completo sus planes y desde entonces se convirtió en los ojos de los afectados

Alfonso Escalero no se considera un fotógrafo profesional, pero le encanta retratar el mundo y encontrar en ese conjunto de píxeles un significado más allá de lo perceptible. Para Escalero también se paró el mundo la primera vez que vio cómo la lava arrasaba casas, bosques y hasta animales. Tras tres meses de trabajo intenso, los palmeros lo han acogido como un miembro más de la familia, dado que durante los momentos más duros de la erupción se convirtió en sus ojos en el cielo.

Ayer se despidió de la isla dejando atrás un regalo único para la población. Las otras historias del volcán, una obra que recoge los relatos únicos de aquellas personas que tuvieron que sufrir las inclemencias de la lava durante 85 días y que, seis meses después de que se apagara el ruidoso demonio de las profundidades de La Palma, siguen sin ayudas, un lugar donde vivir ni idea de qué les deparará el futuro.

El tinerfeño adoptado Alfonso Escalero nunca olvidará el 19 de septiembre de 2021. Se encontraba en Málaga, donde se asienta la productora audiovisual I Love The World. Tras una dura semana de trabajo y sobre el mediodía de aquel domingo, Escalero decidió echarse una siesta con la certeza de que el anunciado volcán de La Palma aún tardaría unos días en hacer acto de presencia, dado que el semáforo de riesgo volcánico seguía en amarillo. «Me despertó mi madre poco después para decirme que ya había estallado», narra Escalero. Esa extraña seducción tan característica de las llamas inundó rápidamente el cuerpo del paisajista. Esa misma noche aterrizó en La Palma junto a su equipo.

Para llegar a la isla tiró de los ahorros de la empresa y alquiló un helicóptero para que lo trasladara al lugar. «Tenía que estar ahí, me atraía mucho la idea de ver un volcán en persona», relata el fotógrafo. A la mañana siguiente, con la emoción de un niño en el cuerpo, voló por primera vez su dron sobre el Valle de Aridane. «La zona cero carecía de control por aquel entonces, así nos acreditamos, pasamos y pudimos volar sin problemas», rememora Escalero. Fue en ese primer vuelo de dron cuando se le hizo un nudo en la garganta y un hueco en el corazón.

Las fotografías de la catástrofe tomadas por ‘I Love The World’ han dado la vuelta al mundo

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«Me quedé paralizado al ver las imágenes que me llegaban», resalta Escalero. Lo que se encontró distaba mucho de lo primero que pensó cuando pensó en ver un volcán en erupción. El espectáculo se había convertido en una catástrofe. La lava había engullido varias casas, los animales que se habían quedado por la zona huían o morían ardiendo y la poca biodiversidad que quedaba por la zona estaba asolada.

«Fue entonces cuando vi la casita». Se refiere a la que más tarde la prensa bautizó como la casa de la esperanza. Una pequeña vivienda amarilla se había quedado atrapada entre dos lenguas de lava, formando lo que los científicos denominan kipuka. «Edité la fotografía y la subí a las redes de I love the world; en ese momento sentía que todos necesitábamos esperanza y era lo que me transmitía aquella fotografía», recuerda Escalero. La imagen dio la vuelta al mundo y se convirtió en un símbolo de la resistencia frente al volcán, como también lo fue más tarde la Iglesia de Todoque o el cementerio de Las Manchas.

El reconocimiento llegó, pero Escalero no podía evitar sentirse mal por haber conseguido crédito por esa fotografía. Aunque no sacó ningún beneficio económico de ella –ni de ninguna de las que hizo posteriormente–, el simple hecho de «sacar provecho de una tragedia como aquella», no le dejaba dormir tranquilo. Fue tal el malestar que le provocó aquella primera vivencia que el fotógrafo volvió a Tenerife con el único propósito de olvidar todo aquella terrible pesadilla.

Sin embargo, al huir de la isla no se percató de que algo había cambiado. Y es que esa fotografía que fascinó al mundo también llegó a los ojos de algunos de los vecinos palmeros que hicieron lo posible desde entonces por conseguir contactar de nuevo con Escalero. «Me empezaron a pedir que buscara sus casas entre la lava, querían saber cómo estaban y nadie les daba información», reseña Escalero. Con sus propios recursos y sin recibir ayuda alguna, el fotógrafo volvió a La Palma, en esa ocasión con el permiso del Gobierno para volar su dron en la zona de exclusión.

Sus días consistían en levantarse temprano, buscar las coordenadas que los vecinos les habían mandado por Whatsapp del lugar donde se encontraban sus viviendas y salir a hacer fotografías aéreas durante horas.

«Me pasaba el día yendo de un lado a otro de la isla para poder dar respuesta a las peticiones de todos los vecinos posibles», reseña Escalero. La estancia de él y su equipo ascendían a unos 1.000 euros al día y, pese a que trató de pedir apoyo institucional en varias ocasiones, el fotógrafo revela que, al final, durante toda la erupción se encontró solo económicamente. «Pese a que estaba cubriendo un trabajo que para los vecinos era indispensable, dado que nadie se estaba encargando de ello, las instituciones no me ayudaron», relata Escalero.

Pese a ello, el fotógrafo no desistió en tratar de ayudar a los vecinos afectados. Las imágenes que captaba con su dron han recorrido el mundo bajo el distintivo de I Love the World. Una casa sepultada por la ceniza, la boca eruptiva que surgió en el jardín de otra vivienda, los chorros de fuego que emanaban del volcán o las premonitorias formas que adoptaban las coladas de lava cuando discurrían ladera abajo. Todas ellas se han convertido en símbolos de lo que ocurrió en La Palma durante el 2021.

Durante ese tiempo vio imágenes terribles que quedaron grabadas en su retina. Y así, además de convertirse en los ojos de los afectados, se ganó el título de portador de malas noticias. Aquello le cambió la vida y también le demostró que los vecinos «siempre estuvieron solos». Hoy, seis meses después de que el volcán decidiera cesar en sus ánimos de destrucción presenta Las otras historias del volcán un libro en el que da voz a aquellos que vivieron la erupción en primera persona pero nunca pudieron contar lo sucedido.

Los beneficios del libro se destinarán de forma íntegra a la recuperación del Valle de Aridane

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El libro cuenta con 80 testimonios diferentes, no solo de vecinos, sino también de profesionales que estuvieron trabajando durante la erupción. La publicación recoge una compilación de vivencias y reflexiones, muchas de ellas desgarradoras, sobre esta destructiva erupción, pero también un tributo a quienes se han solidarizado con las personas que perdieron no solo sus casas, empresas, terrenos y su medio de vida; sino también el territorio que habitaban, y, con ello, los objetos y el espacio que tenían un irrecuperable valor sentimental en sus vidas.

Para Escalero, el libro también puede ser un recurso útil para «no olvidar». «Sabemos estas son islas volcánica y que volverá a ocurrir, aunque no sepamos es cuándo ni dónde, de ahí la importancia de que este libro sea de obligada lectura para cualquier habitante de Canarias», afirma Escalero. Todos los beneficios que se puedan conseguir con la venta del libro irán destinados a la reconstrucción de La Palma y el futuro Valle de Aridane.

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