El compositor grancanario Juan Manuel Ruiz ingresó ayer como académico correspondiente de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel a través de una Sesión Pública solemne de incorporación que se celebró en el Gabinete Literario.
El músico leyó una ponencia titulada Claves conceptuales y arquetipos sonoros, que versó sobre las premisas que conforman su proceso compositivo en base a la simbólica ecuación concepto + praxis = discurso + objeto artístico. Previamente intervino el musicólogo y Académico de Honor de esa Corporación, Guillermo García-Alcalde, con la laudatio acerca del nuevo académico del que recordó la importancia de su familia, concretamente de sus padres, como artistas «al inculcarles el amor por la cultura». García-Alcalde subrayó que fueron Lothar Siemens y Falcón Sanabria «quienes lo introdujeron en la música», aunque añadió que la obra de arte no cuaja «sin el trabajo constante del músico».
El Académico de Honor también recordó que conoció a Ruiz con 24 años como miembro de Promuscan y «que era un chico entusiasta y muy crítico» en cuyas obras ya se veía «un talento naciente», y analizó algunas de sus 40 composiciones.
Juan Manuel Ruiz leyó a continuación su ponencia en la que reafirmó que «el arte ha formado parte de mi vida desde la infancia» y cómo su padre le ponía películas de Eric Rohmer y le hablaba de Marcel Proust. «La música es mi experiencia vital y la necesidad de cultivar mi conocimiento hizo que me fuera con 20 años a Madrid, sin olvidar las Islas Canarias», aseguró. Ruiz también reconoció que «la música electroacústica ha estado presente desde mis primeras obras», influida por autores sobre todo de «la segunda mitad del siglo XX». Unas obras en las aparece «la relación entre lo analítico y lo lógico, el método científico o la alusión a elementos cósmicos con un lenguaje abstracto» y que su obra «no está exenta de la demás cultura y la realidad circundante». El acto concluyó con la intervención musical de la soprano Judith Pezoa y el pianista Óliver Curbelo que interpretaron dos obras. La primera fue El Pasillo, para soprano y piano, con texto de Manuel Ruiz y estreno absoluto, dedicada a la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel en memoria de Lothar Siemens Hernández. La segunda fue Púlsar, para piano, dedicada dedicada a Rosario Álvarez.
