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Juan Goytisolo.EFE

Literatura

Antagonía

Luis Goytisolo, con su monumental tetralogía, concebido el primer volumen en las cárceles franquistas, se eleva como el sumun de la tendencia a escribir contra el poder

En los tiempos de la larga dictadura, escritores de ambos sexos intentaron construir un lenguaje literario diferente al del poder. Un lenguaje en el que querían hablar de la vida cotidiana, los sentimientos cotidianos, los de andar por casa, y no de la vida imperial, oficial, de falsas grandezas pasadas, de la autarquía empobrecedora. Su obra abarca casi toda la dictadura: Laforet, Martín Gaite, Aldecoa, Sánchez Ferlosio, García Hortelano, Matute, Delibes… son algunos de los que se rebelan contra una forma de hacer literatura, atrapada en el adocenamiento falangista y el tremendismo celíaco.

Con el tiempo se les añadirían gentes como Benet, Espinosa, los hermanos Goytisolo, Martín Santos, Marsé… escritores que aman el lenguaje como medio y como forma. Buscan salir de la ramplonería del simple realismo, el realismo analítico decimonónico, por decirlo con palabras de Vicente Aguinaga, y construyen, cada uno a su manera, lo que podríamos llamar Realismo Crítico. Luis Goytisolo, con su monumental Antagonía, concebido el primer volumen en las cárceles franquistas, se eleva como el sumun de la tendencia, sin desmerecer a ningún otro, dándonos una tetralogía de múltiples facetas.

Podemos leer cada uno de los títulos que la componen de manera independiente, alterando el orden de publicación, que no deja de ser simple cronología, o uno después del otro, en el orden en que vieron la luz. Desde el primero, Recuento (1973), censurado en España y editado por primera vez en México, hasta el último, Teoría del Conocimiento (1981), se nos ofrece una visión de la España del momento, de la realidad real, no oficial, incluidos los primeros años de la transición o la llegada del turismo de masas a las costas catalanas en los Verdes de Mayo hasta el Mar (1976) y los cambios en la sexualidad y papel de las mujeres en La cólera de Aquiles (1979).

Un poderoso fresco literario que nos subyuga desde las primeras páginas y nos arrastra a una lectura sólo comparable a la de las grandes obras literarias como la de Proust. No creemos que haya esfuerzo literario mayor en la España del siglo XX, un esfuerzo que mezcla géneros y puntos de vista con narradores diferentes según convenga a los intereses del autor.

Es un artefacto literario, por decirlo de alguna manera, que sigue trasmitiendo, a pesar de los años transcurridos, las dudas y reflexiones sobre la condición humana, la del creador literario, la de la mujer actual, la de la vida y el sexo, que hoy, asaltados como estamos por el pensamiento único y la resurrección del patriarcado, se hacen necesarias. No en vano Goytisolo escribió en los albores del dos mil varios artículos sobre la llamada globalización, poniéndonos en guardia sobre sus pretendidas virtudes. Es pues, un libro atento a los cambios de la sociedad española en los 17 años que llevó su escritura. Libro completo y total, que no totalitario.

No exageramos cuando decimos total. Pues total es la historia de Cataluña y en concreto de Barcelona la que se nos cuenta con indudable maestría en el primer volumen. Una visión de esa tierra desde mil novecientos treinta en adelante, describiendo todos los ambientes, todos los tipos sociales, todo aquello que define la identidad de una ciudad como la capital catalana.

Desde la especulación, la corrupción hasta las luchas de los de abajo por ser ellos mismos, por ser libres. No encontraremos una síntesis tan completa de esos tiempos en Cataluña y por extensión en España, como la que con maestría literaria desarrolla Goytisolo. Y de esa visión general salta a la específica de la destrucción del litoral mediterráneo por la ambición inmobiliaria y turística.

Tal parece que En los verdes de mayo hasta el mar, el autor estuviera contándonos nuestra propia historia, la de Canarias, cuando lo que nos cuenta es la historia de todos los lugares que el desaforado afán de ganancia del capitalismo ha ido destruyendo. Llámese la Costa Brava, del Sol, Baleares o Canarias, la política ha sido la misma y la destrucción sigue siendo la misma. Todo ello aderezado con el cambio que en las costumbres impuso la llegada de los turistas, que venían de una Europa más libre que la triste y siniestra España, oscura pese al sol, del franquismo. Es esa una de las fuerzas de la novela, su fácil transferencia a otros espacios y lugares, su temporalidad universal, la rápida mímesis entre lo que leemos y lo que vivimos.

Y así, mezclando pasajes lúdicos o rabiosamente eróticos, empleando todos los materiales que se le ocurren, desde los versos de Safo en la Cólera de Aquiles hasta la pluralidad de voces de Teoría del conocimiento, Goytisolo nos brinda una obra que nos embriaga por momentos, pero que nunca nos hace perder la lucidez ante lo que estamos leyendo, porque nunca, en la evocación nostálgica del pasado remoto o reciente se cae en la trampa del cualquier tiempo pasado fue mejor.

La novela avanza con la historia de todos nosotros, con la que nos vemos obligados a vivir, y por eso se mantiene viva a pesar de los años transcurridos desde su publicación.

Más allá de lo anecdótico la obra gira en torno al proceso de construcción de la obra literaria. Se nos cuenta desde los orígenes del escritor Raúl Ferrer hasta su obra. Qué es la que estamos leyendo en el último volumen. Un intento de responder a lo que antes llamamos realismo crítico, lo que Massoliver Ródenas ha definido como un radical planteamiento del realismo.

En palabras del propio Luis Goytisolo: «El lector está dispuesto a creer en la realidad indiscutible de lo que lee, en que lo que lee ha sucedido realmente(…) para descubrir que todo es falso, que la información está manipulada, que todo sucede al revés de cómo se cuenta».

Palabras que parecen escritas por Javier Marías pero que definen el acto literario de Goytisolo y de autores cercanos como Benet o el propio Marías. O como decía José Ángel Valente: En la medida que la poesía conoce la realidad, la ordena y en la medida que la ordena, la justifica. En esos tres estados, conocer, ordenar, justificar, se inserta el tripe compromiso intelectual, estético y moral de la poesía con la realidad».

Y eso es lo que hace Goytisolo, conoce la realidad, la ordena y la justifica, para que nosotros mismos saquemos las conclusiones. En sus inicios fue un dispositivo de resistencia a la censura franquista, hoy continua siendo un dispositivo de resistencia a la censura del pensamiento único, globalizador.

La realidad existe y no es la que nos dicen, frente al relato único, la informática y los medios unificados, Goytisolo ha levantado este proyecto literario, ético, moral. Y tantos años después nos sigue siendo necesario.

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