Entrevista

Roberto Santiago: "Las farmacéuticas nos quieren enfermos y medicados. Así obtienen más beneficios"

El polifacético guionista, cineasta y autor de 'Los futbolísimos' vuelve con el documentado 'thriller' judicial ‘La rebelión de los buenos’

El escritor, novelista y cineasta Roberto Santiago, esta semana en Barcelona.

El escritor, novelista y cineasta Roberto Santiago, esta semana en Barcelona. / JORDI COTRINA

Anna Abella

"Es David conta Goliat", recalca Roberto Santiago (Madrid, 1968) sobre la lucha de un pequeño, heterogéneo y complejo grupo de abogados de Carabanchel en números rojos, liderados por Jeremías Abi, que se enfrenta a una todopoderosa y corrupta multinacional farmacéutica en el ‘thriller’ judicial ‘La rebelión de los buenos’ (Planeta), Premio Fernando Lara. Basada en una contrastada investigación, para la que recabó informaciones "increíbles" que le contó de forma anónima gente de dentro de la industria, urdió su novela negra de denuncia social tras ‘Ana’ (que Maribel Verdú encarnó en serie televisiva). Es el nuevo registro del polifacético guionista, dramaturgo, director de películas como ‘El penalti más largo del mundo’ o ‘El club de los suicidas’, que recibió el Cervantes Chico 2021 por su carrera en literatura infantil y juvenil, con superventas como la serie ‘Los futbolísimos’.    

Nuestra salud depende de farmacéuticas que en pandemia hemos visto que pueden ser los amos del mundo. 

Son grandísimas multinacionales que facturan miles y miles de millones, más que el sector bancario, más que el armamentístico. La ecuación es simple: si son empresas privadas, el objetivo es obtener beneficios. Y hemos puesto la salud de todos en sus manos: cuanto más enfermos estemos, cuanto más medicados estemos y menos preguntas nos hagamos, más beneficios para ellas. El problema es el sistema que lo permite. Que nosotros lo permitamos. 

Las farmacéuticas facturan más que la industria armamentística y la banca

Empieza el libro con una cita de Edmund Burke: "Para que el mal triunfe solo es necesario que los buenos no hagan nada". ¿Hay que recuperar el ‘¡Indignaos!’ de Stéphane Hessel?  

Debemos preguntarnos si este es el sistema que queremos. Deberíamos indignarnos, debemos rebelarnos. Pero estamos preocupados en resolver lo urgente: llegar a fin de mes, cuidar a tus padres enfermos, a tus hijos… no tenemos tiempo de ver más allá ni de intentar cambiar el sistema. Nos conformamos. Estamos en plena precampaña y oirás a ningún político hablar de esto. Nuestro subconsciente sabe que estas farmacéuticas no tienen comportamientos muy éticos, pero estamos anestesiados. Los grandes poderes prefieren una sociedad dormida.  

Apunta que, según la OCDE, el 80% de la sociedad occidental está sobremedicada de ansiolíticos y antidepresivos.

Y mientras, gran parte del planeta sigue inframedicada y sin medicamentos para la malaria u otras enfermedades. Saben dónde está el negocio. Por eso tampoco investigan para hallar medicamentos para enfermedades minoritarias, porque no les es rentable. Es perverso que la salud esté en manos privadas. 

Debemos rebelarnos. Estamos anestesiados. Los grandes poderes prefieren una sociedad dormida

Denuncia la corrupción. ¿El poder siempre corrompe?

La corrupción es el gran tema, es inherente al ser humano. Poder y dinero suelen ir de la mano en los casos de corrupción en las finanzas y la política. Es lógico que la haya en un sector tan inmenso como este. Por eso hay tantos casos en que han aprobado medicamentos a pesar de que sabían que tenían efectos secundarios adversos. Mira Estados Unidos y los opiáceos. Es el país de las demandas, pero en España y Europa han aumentado exponencialmente. Hay miles y miles de querellas contra las farmacéuticas de damnificados, pero mayoritariamente se resuelven con acuerdos económicos extrajudiciales antes de llegar a ejecutarse las sentencias. Y si se ejecutan, entonces interponen recursos y recursos y contrarecursos para que no prosperen. Es desesperante. 

El escritor, novelista y cineasta Roberto Santiago, esta semana en Barcelona.

El escritor, novelista y cineasta Roberto Santiago, esta semana en Barcelona. / JORDI COTRINA

¿Quién hay tras estos negocios? ¿Gente sin escrúpulos? 

Personas de carne y hueso que parecen de otro planeta. Es la diferencia de clases. Las grandes fortunas del planeta lo son de cuna. Nacen con unos privilegios. Por eso los abogados de la novela están en Carabanchel, el pequeño barrio donde nací. Es muy difícil ascender, saltar de clase. Esas fortunas dan por hecho que tienen derecho a tener todo lo que quieren. 

Libro 'La rebelión de los buenos' de Roberto Santiago.

Libro 'La rebelión de los buenos' de Roberto Santiago.

¿Qué datos le pusieron la piel de gallina?

A través de la ficción cuento cosas reales: que ponen en circulación medicamentos sabiendo que crean adiccción o tienen efectos devastadores. El uso de cobayas humanos en África, que denunciaba ‘El jardinero fiel’. Es espeluznante. No entiendo que esa gente pueda dormir tranquila sabiéndose responsable. No tienen justificación.

Hemos puesto la salud en manos de farmacéuticas privadas que solo buscan su beneficio

Y las patentes… 

Qué sinvergüenzas… La investigación de la gran mayoría de vacunas y medicamentos está financiada en un 85% por el Estado con nuestros impuestos. Las farmacéuticas llegan en la fase final de desarrollo, ponen el 15% restante y se quedan con la patente. Ningún político con cargo debería permitir que esto ocurra y debería ponerle coto, pero eso no da réditos electorales. Los polítcos no son malos o buenos, son un reflejo de la sociedad. Los votamos todos.

Hay un problema de impunidad.

Absolutamente. Si en Estados Unidos una empresa puede pagar 5.000 millones de dólares de indemnización sin despeinarse y seguir funcionando… Saben que si les pillan, pagan. Les compensa. 

¿Cómo puede ser que leyes que suponen tantos avances contra el maltrato machista ahora se piense en derogarlas?

La dueña de la farmacéutica contrata al despacho de Jeremías por una cifra millonaria. ¿Todo el mundo tiene un precio? 

Es una de las claves de la novela. No sé si todos nos venderíamos. No pongo la mano en el fuego por nadie. Y ya no solo por dinero. ¿Y si te ofrecen arreglar un problema que tienen tus hijos o familiares cercanos? Uno puede plantearse traicionar sus ideales y a sí mismo por algo que no sea dinero.

No ha recibido presiones para dejar de investigar?

No, y espero no recibirlas. He escrito la novela para que nos hagamos preguntas y nos levantemos, es ficción. Cuando escribí ‘Ana’, sobra la industria del juego, no recibí amenazas, solo zancadillas cuando hacíamos la serie de televisión...

Hay una subtrama sobre el maltrato machista.

Lo he vivido de cerca. Me subleva. Hemos avanzado mucho pero hay muchos atisbos de retroceso. ¿Cómo es posible que no hayamos aprendido? ¿Cómo puede ser que leyes que suponen tantos avances ahora se piense en derogarlas? Parecía que en esto había un pacto de izquierdas y derechas de ir juntos y, de repente, unos se descuelgan. En todo gran avance siempre hay una parte retrógrada de la sociedad que quiere volver atrás, pero en este tema me parece sangrante. Quiero creer que no habrá una involución, que esos retrógrados no contagiarán al resto. 

Escribe con éxito para niños. ¿Entiende estos bajos índices de comprensión lectora? 

Es alarmante. Algo en el sistema educativo no funciona bien. Es paradójico y desesperante que los chicos estén leyendo mucho y pase esto. Algo falla. Obligar a leer es un error. Hay que invitar, animar y dar ejemplo. Los padres me preguntan qué hacer para que sus hijos lean. Les digo que primero lean ellos, que les vean con un libro en las manos cada día. La responsabilidad de los padres es enorme.