Arte

El corazón y los pulmones a plena luz: la nueva muestra de Carlos Nicanor

La exposición 'De la carne al hueso, del hueso al alma' comisariada por Dennys Matos se inaugura mañana en el CAAM a las 20.30 horas

El escultor grancanario llevará a cabo una visita guiada el viernes 28 a las 19.00 horas

Presentación de la exposición de Carlos Nicanor en el CAAM.

Presentación de la exposición de Carlos Nicanor en el CAAM. / Quique Curbelo

Martina Andrés

Martina Andrés

¿A qué sabe el dolor? El título de la acuarela de Carlos Nicanor invita al recuerdo. El dolor puede tener el sabor metálico de la sangre, el de la sal en los labios una tarde de verano en la que recibes una noticia triste, el del bizcocho de limón de cuando eras niña que sabes que no probarás más porque las manos que lo cocinaban ya no existen. ¿A qué sabe el dolor? A cuchara oxidada, a crema hidratante de aloe vera, a la resina untada en el arco de un violín, a churros con azúcar, a leche con gofio, a césped, a tierra, a asfalto en una caída. A ese perfume que sabes que no volverá.

El sabor del dolor no tiene ese punto de universalidad del sentimiento, más bien posee el toque de la unicidad que le dan las vivencias de cada persona. Y para el escultor grancanario, estas vivencias están marcadas por su dedicación al deporte y el temor que sentía en la alta competición, el riesgo a las lesiones, a las fracturas. El riesgo de la vulnerabilidad y la fragilidad del ser humano.

De la carne al hueso, del hueso al alma se inaugura mañana a las 20.00 horas en el espacio San Antonio Abad del Centro de Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de la capital grancanaria, una muestra de veintiuna piezas a las que su autor les ha dedicado casi un año hasta su finalización. «La escultura es muy lenta y no ves resultados hasta pasado mucho tiempo», indicaba Nicanor en la presentación de la exposición a los medios de comunicación.

Estreno en acuarela

Este conjunto artístico está compuesto por esculturas y también acuarelas que dialogan, que se apoyan entre ellas en los distintos espacios que ocupan y en los que la luz actúa como un reclamo que captura la atención del espectador. «El trabajo de la acuarela era más periférico, estaba más desatendido por parte de Nicanor. Lo sometí a ese sacarlo de la zona de confort. El lado poético de su escultura se complementa a través de la acuarela», explica el crítico de arte, ensayista y editor cubano Dennys Matos, comisario de la muestra, que define al escultor grancanario como un valiente y un inconformista que «constantemente está metido en la posibilidad de hacia dónde ir con la forma, de hacia dónde ir con los volúmenes» y que siempre está dispuesto a experimentar. «Me daba más miedo enfrentarme al papel en blanco que coger 60 tablones de mandera», confiesa el artista grancanario haciendo alusión al desafío que ha supuesto esta técnica para él.

Prueba de ello es que esta es la primera vez que la acuarela hace acto de presencia en una exposición de Carlos Nicanor. «Es un lenguaje que había trabajado poco hasta el momento y ahora se revela como una visión escultórica del dibujo», añade Matos, para el que el conjunto de la obra articula, «en lenguaje neofigurativo, la tensión entre cuerpo y alma desde visiones poéticas en las que los órganos, la carne y los huesos encarnan un simbolismo de lo endebles o fuertes que somos a la hora de estar y actuar en el mundo».

Madera, hierro e hilos

Los pulmones de Nicanor respiran sobre la pared blanca. Arriba, un corazón de hierro sobrevuela las cabezas de los presentes bajo el tragaluz, un órgano enorme suspendido en el aire que incluso resulta amenazador. En la sala contigua, unos pies sufridos hechos de madera cuelgan a modo de zapatos: «El pie define muy claramente lo que sufrimos. Se me ocurrió la idea de preparar tus propios zapatos con tus propias deformaciones», explica el escultor haciendo referencia a la pieza.

En la planta de arriba, la muestra sorprende con las obras más laboriosas, obras como Silence, una especie de manto de madera formado por 3.725 tacos de este material tallados a mano uno a uno por Nicanor. Llena de pliegues, esta pieza hace volar la imaginación de los presentes: unos ven un estómago, otros una ballena, un pez o una red que está a punto de atraparte y en la que te vas a perder para siempre. «Parte de esta obra se podría haber hecho en una factoría, con una impresora digital, por ejemplo. Pero él prefirió hacerla manualmente», explica Matos en referencia a la idiosincrasia del artista.

Y en esta misma línea, se presenta la que podría ser la pieza final de la muestra, la que corona la exposición sobre una pared negra: dos platillos conectados a un enorme cabo rojo hecho de lo que se presentan como miles y miles de hilos que se unen en una robusta composición, colocados a mano por Nicanor, vuelta tras vuelta, día tras día, en un repetir que sume en una especie de trance y que cultiva una de las virtudes que predominan en el artista: la paciencia.

«Es necesario tejer hilo por hilo. Este repetir tiene un sentido de meditación. Forma parte de lo que yo entiendo como la idiosincrasia de un escultor», explica el artista. Y añade: «En el proceso te cuestionas cosas, como si vale la pena terminar la obra. Te cuestionas si vas en el camino correcto». La fragilidad y el cuestionarse sin parar: dos constantes en el ser humano que Nicanor muestra con maestría a través de De la carne al hueso, del hueso al alma, exposición que se podrá ver hasta el próximo 29 de octubre.

Presentación de la exposición de Carlos Nicanor en el CAAM.

Presentación de la exposición de Carlos Nicanor en el CAAM. / Quique Curbelo

Con la inauguración de la muestra de Nicanor, el CAAM completa su bloque expositivo del verano ,que abrió la semana pasada con los proyectos retrospectivos de la artista canaria de origen checho Hildegard Hahn, y el artista visual egipcio Nabil Boutros.