Amalgama

El dinero desaparece

E-Naira y otras criptomonedas.

E-Naira y otras criptomonedas. / juan ezequiel morales

Juan Ezequiel Morales

Juan Ezequiel Morales

Hace pocos días asistí a un seminario de filosofía política organizado por el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política, dirigido por el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz, y se abordó el último día el problema del globalismo, no como una extensión directa de la globalización, sino como una execrable consecuencia de un fenómeno natural, apropiado por elites todavía no bien definidas. Pues uno de los fenómenos malsanos que podemos ver al respecto se ha dado hace relativamente poco tiempo. Una de las primeras pruebas para implantar una moneda digital, la denominada CBDC.

La CBDC es una moneda digital. Es legal y está emitida por un banco central, no por un banco comercial. Su concepto digital nació del Bitcoin, basado en la cadena de bloques, pero emitida por el banco central. Christine Lagarde confirma que están estudiando monedas digitales similares unos 80 bancos centrales, y ya existen el RMB de China, el Sand Dollar de las Bahamas, el DCash del Caribe Oriental, y el e-Naira de Nigeria. Vamos a repasar qué ha pasado con el e-Naira. Antes de ir al e-Naira nigeriano sepamos que el presidente Birendra, en India, en 2016, remonetizó el país suprimiendo billetes anteriores y sustituyéndolos por otros, de forma que los anteriores dejaron de tener valor. Dio seis meses para que todo el mundo hiciera el cambio. Muchos hindúes no lo hicieron, de forma que pasaron a tener billetes ilegales en su casa y, además de no valer para nada, quedaban como comisores de un delito perseguible, por lo cual fue famoso el ver piras de billetes quemados por los campos, para deshacerse de un dinero que pasó a valer nada y a constituir un delito el solo tenerlo.

Pues bien, como relata Jan M. Fijor, del Mises Institute, Nigeria, un país de 200 millones de habitantes, se ha convertido «en el primer campo de pruebas mundial serio para la implantación de las monedas digitales de bancos centrales (CBDC)». El 25 de octubre de 2022, un año después de un referéndum nacional para el establecimiento de la CBDC en Nigeria, habiendo votado en contra el 99,5 % de los ciudadanos, el presidente del país, Muhammadu Buhari, de la tribu fulani, pasó de la voluntad popular y emitió un decreto por el que la implantación del eNaira seguiría adelante. En diciembre de 2022 se lanzó la persecución contra el dinero en efectivo, y el gobernador del Banco Central de Nigeria, Godwin Emefiele, de la tribu ibo, único cristiano en la élite gobernante del país, anunció que, para finales de enero de 2023, plazo ampliado posteriormente hasta el 10 de febrero, los ciudadanos nigerianos deberían transferir sus billetes en efectivo al Banco Central, que les prestaría los servicios en el nuevo régimen monetario. Para implantar el servicio se contó con supervisores del Fondo Monetario Internacional y el Foro Económico Mundial. Pues bien, el 10 de febrero de 2023, un 80 % de los 7.200 millones de dólares que había en efectivo en manos privadas, se remonetizaron en cuentas digitales como CBDC, pero el 20 % de los habitantes más pobres del país, más de la mitad de los nigerianos, no tenían dichas cuentas bancarias: «la mitad de la nación se quedó con billetes viejos y sin valor. Los viajeros de ida y vuelta a la capital se quedaron sin efectivo para pagar el transporte de vuelta. Muchos pequeños comercios, una parte importante de la economía que depende de los pagos en efectivo, cerraron porque sus clientes no tenían dinero para pagar». Es así que estallaron violentos disturbios el 16 de febrero, con muchas víctimas mortales: «Privada de toda su riqueza, la gente desesperada y hambrienta se echó a la calle, exigiendo el restablecimiento de la validez del antiguo papel moneda».

A finales de enero de 2023, los eNaira funcionaban, pero solo para unos 40 millones de nigerianos de clase media, pero «La inmensa mayoría de los nigerianos que utilizaban efectivo en su vida diaria corrían de un lado a otro buscando infructuosamente cambiar su antiguo dinero por cualquier cosa que pudieran comer». Y se acabó el experimento. Fue elegido un nuevo presidente, Bola Ahmed Tinubu, de la tribu yoruba, antiguo gobernador civil del estado de Lagos, y el 29 de mayo restableció la validez de la antigua moneda, junto con los nuevos naira y eNaira: «¿por qué tardaron tres meses y medio en condenar a cien millones de personas al hambre?», se pregunta Jan Fijor, «¿Por qué no reaccionaron estos supervisores y detuvieron la digitalización? ¿Tenían otro propósito? Privar a cien millones de personas de sus medios de vida durante tres meses y medio raya en un acto de genocidio».

El tema es que ante la desaparición del antiguo efectivo los nigerianos sin cuentas bancarias, ni dinero legal en efectivo, se pasaron a los métodos tradicionales, al trueque y el crédito: «Los poseedores de cerillas las cambiaban por boniatos con los agricultores. Los productores de jabón los cambiaron por combustible, y los propietarios de pequeñas empresas ampliaron los plazos de crédito a sus contratistas. Los profesores y limpiadores de las escuelas locales pedían ayuda, principalmente alimentos, a las familias de sus alumnos». El hayekiano Jan Fijor se ríe de que la descreencia de los nigerianos en el estatismo los salvó, y no les pasó como a los camioneros de Canadá chantajeados por su presidente Trudeau, que los dejó sin dinero si no se vacunaban contra la Covid19.

La debilidad del Estado está a favor de los nigerianos, «La sanidad puede ser deficiente, pero la gente confía más en sus chamanes que en los médicos aburridos y corruptos de Big Pharma. Las multas por exceso de velocidad son escasas debido a la falta de agentes de policía, pero no hay inspección de trabajo y nadie obliga a nadie a tomar una vacuna experimental». La autoayuda y las familias fueron la salvación, y esto es una señal para los países estatistas, denominados avanzados y que están absolutamente vigilados en todas sus transacciones.

Esos son los experimentos con los que los entes supranacionales están preparados para atacar a todos los ciudadanos del mundo, y aunque exista un referéndum perdido, con el 99,5 % de los ciudadanos en contra, las elites están dispuestas a hacer los que le venga en gana.