Entrevista | Rosi Braidotti Filósofa

Rosi Braidotti: «La tecnofobia de la izquierda es un problema»

Filósofa feminista, Rosi Braidotti participó en el ciclo ‘No-Todo’ del TEA de Tenerife, con la conferencia ‘Ética afirmativa y conocimiento posthumano’.

Rosi Braidotti, en TEA, durante la entrevista,. | |

Rosi Braidotti, en TEA, durante la entrevista,. | | / ALBERTO REVERÓN

mariano de santa ana

¿Que es lo posthumano?

Lo posthumano describe nuestra condición histórica actual. No es una utopía, no es ciencia ficción, es el estado en que nos encontramos hoy. La definición dominante de lo posthumano viene del transhumanismo. El transhumanismo toma al individuo liberal y lo mejora a él, en masculino la mayoría de las veces, con una tecnología muy avanzada. La mejora es neurológica, biogenética, médica, emocional hasta cierto punto, y el modelo es el pensamiento computacional. El argumento es que nuestros cerebros son más lentos que nuestros ordenadores y ese modelo ha llegado en silencio. Nadie anunció: «¡Oh, estamos destruyendo al viejo humano y reemplazándolo por el nuevo humano!». No, ha sido un proceso gradual, con el beneplácito de Silicon Valley y también con el imaginario social de La guerra de las galaxias y los robots, en el que la inteligencia artificial es nuestro futuro. Nunca ha habido un momento en que esto quedase claro. Parte del problema es la histórica tecnofobia de la izquierda, porque mi familia política, la izquierda, solo lee la tecnología como extensión del capital. Ya solo por ello está en contra: la tecnología destruye empleos, daña a humanos, etcétera. La izquierda no sabe leer la nueva economía, que está conducida por la tecnología. La izquierda no ha perdido un único tren, sino miles de trenes. Las generaciones más jóvenes están desencantadas. Los jóvenes que están desarrollando aplicaciones en Edimburgo, Glasgow, Leipzig, Dresde, Bolonia o Barcelona saben que los algoritmos no son neutros. Saben que los sistemas se pueden programar para detectar rostros de personas de raza negra pero también para identificar nuevos valores. Eso significa que podemos programar de manera diferente. Tenemos que aceptar que estamos mediados tecnológicamente. Mire, para esta entrevista misma estamos empleando un teléfono móvil, unas gafas… Esto siempre ha estado ahí, pero para el posthumanismo mis gafas son yo.

¿Son lentes de Spinoza?

Ya me gustaría. Hoy en día Spinoza sería un hacker, un programador ambicioso.

En su libro Lo Posthumano sostiene lo siguiente: «la ética posthumana nos impulsa a adoptar el principio del No-Uno como estructura profunda de nuestra subjetividad mediante el reconocimiento de los vínculos que nos unen a los múltiples otros en una trama vital de interrelaciones complejas». ¿Puede abundar en esta cuestión?

El No-Uno es una cuestión crucial porque el No-Uno es una crítica al individualismo y por extensión al transhumanismo. Pero también es una crítica al humanismo de la izquierda. El humanismo socialista, de Beauvoir, de Sartre, sostiene que el humano está oprimido por el capital y sus tecnologías y que no podrá expresarse plenamente hasta que acabe el capitalismo. Es el renacimiento del humanismo a través del marxismo. Esto es un problema descomunal porque, en tal caso, vamos a tener que esperar mucho tiempo a que acabe el capitalismo, porque el capitalismo de la época de Marx quizá podría haberse roto pero el actual no. El actual se pliega y nos está plegando para que encajemos en su sistema. Necesitamos diferentes herramientas analíticas para dar respuestas políticas a esto. Necesitamos invertir en programas de formación para gente mayor que odia los ordenadores, programas de formación continua, formación, formación, formación… El chat GPT, basado en la inteligencia artificial, puede reemplazar profesores con su increíble poder de síntesis. La inteligencia artificial es estadística computacional. Puede sintetizar miles de millones de datos, es imbatible, pero como decía Spinoza no pensamos solo con el cerebro. Pensamos con todo el cuerpo. La piel está abierta y conectada con el sistema neuronal y registra continuamente información.

¿Sabe alguien lo que puede un cuerpo posthumano?

Esa fue la pregunta de la Bienal de Venecia del año pasado y de la Fundación Prada dos años atrás. El mundo del arte se hace esta pregunta. En cambio, las humanidades vacilan a la hora de hacérsela porque son antropocéntricas y humanistas. Por ello están metidas en un atolladero y nadie cree que tengan algo que decir, más allá de algo de moralidad, de historia, etcétera. La historia, la antropología, etcétera, sobreviven como pueden, pero lo que ha hecho el capitalismo tardío es inventar nuevas humanidades. En mi libro El conocimiento posthumano dedico especial atención a cómo las universidades han creado áreas nuevas. Viendo que no hay dinero para las humanidades se está financiando el posthumanismo. El próximo mes de diciembre la Universidad de Edimburgo va a publicar un libro sobre las nuevas humanidades en Europa. Distintos compañeros van realizar un análisis sobre lo que va a ocurrir en nuestras universidades. Mucha gente de ciencia, tecnología, matemáticas, dice: «Desde el punto de vista científico, ustedes, los humanistas, se han equivocado porque son antropocéntricos en una era donde todo está conectado y son humanistas en una era donde la descolonización es central». El Foro de Davos, el Foro Económico Mundial, nos dice hacia dónde va hacia el capitalismo y este año está dedicado a las cuatro «d»: la desglobalización, la descarbonización, la descolonización y la demografía.

¿Aparte de Dipesh Chakrabarty, hay alguna otra figura importante en el campo de las humanidades que esté trabajando en estas cuestiones?

Eduardo Viveiros de Castro, Philippe Descola, sobre la descolonización indígena… Poca cosa en las humanidades, por eso publicamos este libro, debido a la cuestión del No-Uno, esa cuestión por la que tienen que preguntarse las humanidades. Desde el momento en que asuman que el humano no es uno, entonces ocurrirá algo muy curioso, que yo, de algún modo he experimentado. Lo veo como un retorno de la campaña contra la postmodernidad y el relativismo. Nos acusan entonces de destruir lo humano, pero la inteligencia artificial y todo eso está ¿y somos nosotros los que estamos destruyendo lo humano? Se mata al mensajero. Es una guerra cultural.

¿Qué opina de la advertencia de Bill Gates, Elon Musk y Mark Zuckerberg contra los peligros de la inteligencia artificial?

Para empezar los tres tienen en común que ninguno tiene título universitario. Abandonaron sus estudios porque no necesitaban esa educación. Elon Musk, particularmente, es una prolongación de Capitalismo y esquizofrenia de Deleuze y Guattari porque ha puesto a sus hijos nombres de códigos de barra. Cree que sus propios hijos son robots. Es un populista de extrema derecha.

Acaba de morir Ian Wilmut, ‘padre’ de la oveja Dolly. ¿Qué le evoca la figura de este señor?

Tengo una oda a Dolly en el tercer volumen de mi serie sobre posthumanismo, ¿Feminismo posthumanista?. Dolly fue el primer ejemplar de una especie sin futuro, postnatural, altamente tecnológica y más allá de lo posmoderno porque es una réplica sin original. Conservaba una función de simulacro, pero no lo fue. Me encanta la oveja Dolly porque va más allá del tiempo. La hija de la ciencia del siglo XX murió de reumatismo, una enfermedad del siglo XIX. Es una figura triste, mi amiga Donna Haraway la llamaría Santa Dolly, porque murió por todos nosotros y ha acabado momificada en un museo, otro procedimiento del pasado.

¿Qué piensa de la tesis de Günther Anders sobre la obsolescencia del hombre?

Esta línea de reflexión sobre la condición de lo humano en el mundo técnico surgió a partir de la Shoah, porque en los campos de exterminio el fascismo utilizó la tecnología de forma científica. Es un tipo de humanismo muy interesante. Hay que tomarse muy en serio esto, tomarse muy en serio la necropolítica en contraposición al transhumanismo, porque el transhumanismo mejora a ciertas personas. Mientras gente como Donald Trump dice que el cambio climático tiene que hacer su trabajo, porque va a matar a millones de personas. Fukuyama habla de «eugenesia blanda». En Alemania también hay una escuela liderada por Peter Sloterdijk.

¿Qué opina de la polémica que Sloterdijk mantuvo con Habermas a partir del discurso en pro de la eugenesia liberal que recogió en su libro ‘Normas para el parque humano’?

Solo puedo decirle que el mejor alumno de Sloterdijk es hoy el líder de Alternativa por Alemania.