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Optimus

Un Optimus Gen 2 de Tesla manipula un huevo.

Un Optimus Gen 2 de Tesla manipula un huevo. / La Provincia

Juan Ezequiel Morales

Juan Ezequiel Morales

A fin de estar al día con la AI, la Inteligencia Artificial, he adquirido las Meta Quest3, estoy en cola para las Vision Pro de Apple, me va llegando el kit de Starlink, además de que dispongo ya de la última Insta360-RV, he encargado una reproductora de hologramas, y buceo en Gemini, Perplexiti, Leonardo, Pikalabs, etc, además de también ponerme al día con Phyton y Anaconda... y ahora llega, por fin, el Optimus. Embargado por la ilusión del silicio unido al alma del software que hace moverse a las primeras máquinas torpemente por donde la razón mecánica les indica, veamos cómo puede ser el final de la historia.

En una o dos décadas. Thomas Cailley, francés, quien estudió en el Instituto de Estudios Políticos de Burdeos, y ha dirigido recientemente un filme, Le règne animal, propone en su audiovisual que algunos humanos mutan gradualmente en híbridos de animales, y la sociedad, frente a dos clases de humanos, los habituales y los mutantes, se ve abocada a un nuevo orden. El origen de que los humanos muten en híbridos con animales no se explicita en la película. Pero si buscamos en la tecnología con el ADN lo tenemos más fácil, pues ya se fabrican quimeras (híbridos de dos o más especies), solo que las legislaciones, según los países, ordenan matar los embriones a los pocos días, después de aprovechar las células o tejidos que se haya querido generar. En un mundo donde la Deep Web existe y las criptomonedas y el blockchain, en manos de la mafia insocial y de la mafia política, son moneda de cambio ¿seguro que no hay ya quimeras andando sobre la tierra? Sabemos de varios países que no mantienen ningún límite al respecto.

Esto funciona como el Tribunal de La Haya, que somete a los países débiles, pero tanto EEUU, como China, como Rusia, si se toma preso a uno de sus ciudadanos, por genocidio o por lo que se les ocurra, pagarán con el ataque militar de rescate oportuno: los ciudadanos de los países poderosos son intocables, y el Tribunal de La Haya un cuento, tan cuento como el protocolo de Kyoto para otros menesteres. Todo lo que puede hacerse se hará, es la premisa filosófica. Establecida la labilidad de estas legislaciones, pues, partamos de la base de que las quimeras ya estarán, o ya están, y sólo hará falta ver cómo crecen, cómo las cultivan, cómo serán permitidas, a la vez que, en el orden de cosas de la AI y la robótica, se permiten los robots esclavos. Y ahí voy.

Quiero adquirir un Optimus, de Tesla. Medirá, según la compañía, 173 centímetros de alto, pesará 57 kilogramos, y tendrá una capacidad de carga de 20 kilogramos. Las tareas propuestas para el producto son las que son «peligrosas, repetitivas y aburridas», como proporcionar asistencia de fabricación o tareas riesgosas del hogar. El Optimus es un proyecto de robot humanoide, que se oferta por unos treinta mil euros en la web de Tesla, Inc. Anunciado el 19 de agosto de 2021. El gran Elon Musk, cuyos satélites artificiales de Starlink cruzan el cielo por miles (se prevén para 2027 unos 40 mil), dijo que Optimus «tiene el potencial de ser más significativo que el negocio de vehículos, con el tiempo». En abril de 2022, en el evento Cyber Rodeo, habló de que el Optimus estaría para hacer «cualquier cosa que los humanos no quieran hacer». En septiembre de 2022, se exhibieron prototipos que fueron capaces de caminar por el escenario y de mover rítmicamente sus brazos, como en una danza de tecno. En septiembre de 2023, Optimus clasifica bloques por colores, y hace posturas de yoga.

Bloomberg News, The Washington Post o The Verge, salieron inmediatamente a criticar de fantasiosa la idea de Tesla Inc que, a su vez, lo es de Musk. Deutsche Welle, apoyándose en los expertos en robótica Filip Piekniewski y Cynthia Yeung, y en Tom Ryden, director ejecutivo de Mass Robotics, empresa puntera de robótica, dijeron que Optimus es una estafa. Precisamente por ello pienso que es más que posible que ya esté en marcha, como lo está Starlink, y como lo estuvieron los vehículos Tesla, aunque estos sean, a su vez, una de las estafas a la contaminación planetaria más flagrantes, por el seguimiento de la idiotez política del calentamiento climático. The Verge dijo que «la historia de Tesla está llena de ideas fantasiosas que nunca funcionaron», pero si miramos al cielo las luces de los Starlink lo invaden, y si miramos a la tierra hay coches Tesla sin conductor rodando por todo el planeta.

Filip Piekniewski, investigador de la visión por AI, intentando sacarla del entorno estadístico y vincularla a la realidad física a través de aprendizaje automático que utilice la información contextual del mundo conectado, o sea, estar inmensamente conectado a datos no estocásticos, pretende abordar la paradoja de Hans Moravec, de 1988, que dijo que las computadoras ejecutan con mayor facilidad soluciones complejas que soluciones para niños de un año. Marvin Minsky añadió a Moravec que las habilidades humanas más difíciles para aplicar ingeniería inversa son las de nivel inconsciente: «En general, somos menos conscientes de lo que nuestras mentes hacen mejor». Piekniewski está obsesionado por la potencia computacional, y por eso va a por la paradoja de Moravec, para, intentando disponer de todos los datos del mundo, poder dirigir la conciencia del mundo.

Si vamos a las propuestas de la Optimus-escéptica Cynthia Yeung, jefa en Plus One Robotics, nos señala que «desde la Revolución Industrial se ha temido por la automatización y el desempleo. Pero a la larga, estos temores no se han hecho realidad. Mientras, se siguen creando puestos de trabajo, y al mismo tiempo aumenta la diferencia de riqueza. Esto debería preocuparnos porque estos hechos llegan a una situación cada vez más calamitosa para los menos privilegiados económicamente entre nosotros».

En fin, todo barrunta que, ya sea por el desarrollo de los híbridos quiméricos biológicos, ya sea por el desarrollo de los robots de las siguientes generaciones del Optimus, o los de Mass Robotics, lo mismo da, se nos vengan encima unidades autónomas, robóticas o quiméricas, de silicio o de materia biológica, preconscientes o conscientes, ya sea de poderes cognitivos y físicos superiores o inferiores, bien preparados para ser dominados por los humanos, tanto jurídicamente como físicamente, y nos hagan los trabajos como esclavos, lo que se llamaba ancestralmente entre los romanos instrumentum vocale, esclavos, o en la Edad Media siervos de la gleba, sometidos siempre a ejercitar el trabajo bruto. Pero cuidado: los esclavos, los siervos de la gleba, los proletarios, en fin, los espartacos, siempre terminaron rebelándose.