Literatura

Crónicas de un tiempo detenido

El escritor y docente José Manuel Marrero describe los episodios cotidianos de la pandemia del Covid desde el humor y el análisis crítico en ‘Escritos antivíricos’

Calles vacías en el casco de Arucas durante el confinamiento.

Calles vacías en el casco de Arucas durante el confinamiento. / Andrés Cruz

Nora Navarro

Nora Navarro

Leer los Escritos antivíricos del escritor y docente grancanario José Manuel Marrero genera una inquietud similar a la que describe el primer capítulo de Alicia a través del espejo, segunda entrega de la mítica obra de Lewis Carroll, cuya protagonista cruza al otro lado del reflejo desde el salón de su casa y observa una partida de ajedrez donde las piezas cobran vida.

En la trama de Marrero, el narrador puede atravesar espejos dentro de sí mismo pero no cruzar puertas ni ventanas, porque el tiempo literario se enmarca en la pandemia del Covid y la partida de ajedrez no solo se juega contra el virus, sino también contra el miedo y la incertidumbre.

Cuatro años después de aquel jaque mundial, Escritos antivíricos ve la luz al abrigo de la misma arquitectura que marcó los capítulos pandémicos y que el autor divide bajo los epígrafes El encerrado forzoso, El liberado a medias, El embozado forzoso, El vacunado a medias y El inmunizado.

El narrador-protagonista, que se refiere a sí mismo en tercera persona, avanza en sus movimientos a medida que progresa el control de la crisis sanitaria, de modo que los primeros soliloquios, cercados por las rutinas impuestas por el confinamiento, van evolucionando de la mano de la desescalada hacia una mirada más amplia, crítica y certera sobre nuestra fragilidad.

Como testimonio de ese tiempo detenido, Escritos antivíricos vuelve a traer al presente el léxico que codificó una realidad que paró el mundo, con palabras y expresiones integradas en aquella cotidinianidad, como desescalada, los aplausos de las 7 [en Canarias], gel hidroalcohólico higienizante, mascarilla, nueva normalidad -aunque el autor prefiere el término postnormalidad-, distancia social de seguridad o PCR.

Crónicas de un tiempo detenido

Crónicas de un tiempo detenido / Ediciones de Baile del Sol

En este sentido, leer los Escritos antivíricos supone revivir esos episodios de puertas adentro a través de sus vivencias, donde muchos lectores identificarán los rasgos de su propio confinamiento, así como los detalles y los aprendizajes adquiridos durante ese estado de excepción, como la convivencia continuada -para quien tuviera la fortuna o no de compartir ese tiempo con seres queridos-, las clases o trabajos telemáticos, los juegos de mesa, las series y los libros, las recetas de cocina. El autor evoca este recogimiento a través de imágenes circulares como la de que «sin ser arquitecto o ingeniero (...) construye puentes con ideas», que basculan «entre asuntos serios, banalidades de gran estulticia y noticias que parecen películas estadounidenses». También plasma ese anhelo de que el abismo de la crisis pueda servir para imaginar otros futuros posibles: «Piensa el encerrado forzoso que cuando todo esto acabe debería firmarse un nuevo pacto de convivencia universal».

Aunque el relato de los Escritos antivíricos sigue una cronología lineal, los estados de ánimo transitan luces y sombras puesto que «la pandemia va siendo así, caprichosa antes que dividida en fases identificables con precisión de escalpelo». Pero la nota que aligera la lectura es el tono de unos textos escritos con cierta ironía o «retranca», que es como el propio autor define el sustrato del humor canario, como «una conversación callejera a lo Pancho Guerra».

Uno de los capítulos que destaca por su actualidad es el que dedica a la crisis del turismo bajo el título Turismo o nada, que coincide con la convocatoria de la manifestación el próximo 20 de abril, Canarias tiene un límite ¡Por un cambio de modelo! impulsada por distintos colectivos ecologistas para mostrar el hartazgo frente al modelo turístico y territorial de Canarias. «¿Turismo o nada? Esa no es la cuestión. La cuestión es ¿turismo y qué más? O, mejor, menos turismo y ¿qué más? La casuística es infinita», reflexiona el autor.

Por fin, tras el largo paréntesis de nostalgia de los estadios y parques llenos, el protagonista describe la lenta recuperación de las calles en las arterias capitalinas, «desde la parte baja de Las Canteras hasta la alta de Escaleritas o de Siete Palmas o La Ballena» o de Arucas, su municipio natal. Luego anuncian la feliz llegada de la vacuna Pfizer. El regreso a una realidad transformada.

«El inmunizado cree más en la Organización Mundial de la Salud y en la Agencias Española del Medicamento y en la Agencia Europea del Medicamento que en la divinidad de Cristo», celebra. El viaje culmina en el adiós y punto final de estos escritos que confirman, una vez más, nuestra vulnerabilidad. «Ha quedado meridianamente claro que las certezas tienen un carácter en extremo volátil y caprichoso», concluye.