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El miedo de la ucraniana canterana del SPAR Gran Canaria: "Temo que llamen a filas a mi padre"

Yevenhiia Putra, que tiene a gran parte de su familia en el país, cuenta "estar fatal" tras la invasión rusa

Yevheniia Putra

«Estoy fatal. No me puedo concentrar en nada: ni en casa ni en clase, vamos a ver ahora cuando empiece a entrenar. No sé qué va a ser de mi familia, sobre todo de mi padre, que está allí en Kiev, no puede ni quiere salir y puede ser llamado a las armas. Si va a coger un arma, sé que no voy a volver poder comunicarme con él. No quiero ni pensarlo».

El día de hoy es el más difícil de los dos años que lleva Yevenhiia Putra en Gran Canaria. Hace solo un par de años que llegó a la Isla para jugar en el SPAR Gran Canaria. La razón es tan simple como compleja. «Quiero ser jugadora profesional de baloncesto y por eso vine a este club, porque forman muy bien a sus jugadoras y las hacen crecer», explica. Lo que nunca se imaginó es que desde aquí, a 4,562.49 de su Kiev natal, a iba a vivir la invasión de su país por parte de Rusia.

Una operación militar que pilló a Yevenhiia Putra casi sin desayunar. Su madre, que reside en Málaga le llamó a primera hora de la mañana. “Me sorprendió la llamada, tan pronto. Cuando descolgué y me contó que estaban bombardeando mi país me dieron muchísimas ganas de llorar, me quedé impactada y preocupada por mi familia que vive allí”, relata. Una familia que es casi toda, más allá de su madre, que contrajo matrimonio en España, y que pudo acoger en los últimos meses a uno de sus tíos. El resto vive en primera persona el conflicto bélico que tiene al mundo en tensión.

Tras aquella llamada, lo primero que hizo Putra, de 17 años, fue empezar a contactar con sus familiares y amigas en Ucrania. “Empecé a llamar a toda mi familia, a preguntarles cómo estaban, cómo iban, qué estaba pasando en sus barrios. Lo que noté fue mucha tensión a los bombardeos, eso era lo principal, ese miedo. Quería hablar con todos cuanto antes por si cortaban las comunicaciones, aunque por ahora siguen en pie”, relata sentada en el Pabellón de La Paterna, el lugar donde quiere cimentar su sueño. Un anhelo que está igual de presente, enturbiado por el ruido de las bombas.

La conversación siempre vuelve a su padre, que ha trabajado como vigilante de seguridad. Pero no solo a él. También a su abuelo, que nunca ha querido dejar el país. “También está dispuesto a luchar si hace falta. Tengo mucho miedo de que también se movilice, me preocupa mucho”, explica. Lo que no ha mostrado ninguno de ellos en las conversaciones con Yevenhiia Putra es temor a lo que venga. “Dicen que no tienen miedo, pero yo tengo muchísimo de lo que puedan hacer”, responde.

Hasta cierto punto, vivir en tensión en Ucrania se había llevado con cierta normalidad. Sobre todo en lugares como la península de Crimea, el Donbás o Crimea. “Nunca imaginé que pudieran caer bombas en nuestra capital, en Kiev, en mi ciudad. Jamás imaginamos que Rusia atacara nuestra capital donde viven tres millones de personas y menos que lo hicieran a las cinco de la mañana con la gente durmiendo en sus camas”, explica Yevenhiia Putra.

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