Dunkerbeck, un apellido de peso

Liam, de 20 años, se labra su propio camino en el Mundial con el sueño de llegar a acercarse algún día a los éxitos que cosechó su padre Björn, 42 veces campeón del mundo y leyenda

Liam y Björn Dunkerbeck posan junto a la playa de Pozo Izquierdo, el pasado viernes.

Liam y Björn Dunkerbeck posan junto a la playa de Pozo Izquierdo, el pasado viernes. / Juan Castro

Santiago Icígar

Santiago Icígar

No se puede hablar de windsurf sin mencionar a Björn Dunkerbeck. El danés de nacimiento y grancanario de adopción presume de un palmarés a la altura solo de las leyendas. Entre sus logros, 42 títulos mundiales -el primero de ellos con 18 años- y el récord del mundo de velocidad que fijó hace dos años en 103,68 km/h en Namibia. Padre de cuatro hijos, el mayor, Liam, está comenzando a escribir su propia historia en este deporte que mamó desde muy pequeño. Su nombre suena ya con fuerza en el circuito mundialista. A sus 20 años, cuenta con dos títulos júnior en la categoría de olas. Empieza a coquetear con la categoría absoluta, en la que aspira a reinar como su progenitor.

Liam acaba de regresar de Chile, donde se impuso en la prueba del Campeonato del Mundo en su categoría. «El formato de la competición depende bastante del lugar donde se celebra la prueba. Por ejemplo, en Chile, donde el viento sopla flojo pero las olas son más grandes, simplemente puedes surfear dos olas en 20 minutos, a diferencia de lo que nos encontramos aquí, en Pozo Izquierdo, donde tenemos un viento muy fuerte que nos permite movernos muy rápido; como el viento prevalece sobre las olas, aquí se tienen también en cuenta los saltos, entre dos y tres, además de tener que surfear dos olas», relata.

Como en todo campeonato la preparación previa resulta fundamental: «En invierno, en Pozo, solemos tener menos viento y muchas olas, eso me permitió entrenar de cara a Chile, además tuve la oportunidad de prepararme en Hawaii y suelo ir a los eventos una semana antes para acostumbrarme al cambio horario y las condiciones».

En cuanto al formato de puntuación de las pruebas valederas para el Campeonato del Mundo, Björn explica que «entre tres y cinco jueces se puntua cada manga, y el que más puntos obtiene es el que avanza a la siguiente ronda, pasando por octavos, cuartos, semifinales y final». «Hay varios puntos a tener en cuenta, por ejemplo en Pozo se puntúa la altura que alcanzas en los saltos, el número de rotaciones que haces, lo limpio que aterrizas en los saltos, si sacas una mano o una pierna...; todo ello va sumando y en las olas se trata de trabajarlas intentando hacerlo lo más bonito posible jugando con cosas verticales como pueden ser trucos», aclara Liam.

Asalto al mundial absoluto

En el orden de prioridades del joven windsurfista está la de convertirse en campeón mundial absoluto, quien ocupa en la actualidad el duodécimo puesto del ranking: «Llevo ya un par de años compaginando ambas categoría. Por ejemplo, en Japón, conseguí ganar en la mía y logré el decimotercer puesto en la graned, los mismos resultados que hice ahora en Chile».

Entre risas, Björn afirma que el mayor parecido con su hijo radica «en el color de los ojos». «Cuando era joven practicaba todas las disciplinas y fui siete veces campeón del mundo de la modalidad de olas, la que compartía con la de eslalom, que son mangas cortas en las que el más rápido de entre ocho o 16 participantes en recorrer un circuito de boyas es el ganador; ahora lo que hago velocidad, que es una disciplina que llevo practicando 30 años y en la que compites contra el reloj», relata el mito del windsurf mundial.

«En 1994 me convertí en el primero en alcanzar los 84 km/h y hace dos años, con 52 y una cadera de titanio, fui uno de los pocos en conseguir superar los 100 km/h, batiendo en Namibia el récord del mundo con 103,68 km/h», reivindica el mejor de la historia.

«Se trata de la experiencia más extrema que he vivido, vibra bastante, solo cinco personas hemos conseguido alcanzar los 100 km/h y, en mi caso, lo he logrado en cinco ocasiones, después de estar preparándome durante diez años para ello», añade Björn.

En su opinión, Liam se desenvuelve bien en todas las disciplinas: «Especialmente en las nuevas modalidades de foil, pero está focalizado principalmente en la expresión en olas, donde ya ha sido doble campeón mundial sub 20, además de serlo también en sub 17, sub 15 y campeón de Canarias a remo y en paddle surf».

En la hoja de ruta del vástago, la cita mundialista de Pozo Izquierdo, del 29 de junio al 7 de julio, donde su padre actúa como promotor después de tomar el relevo de la hermanas Ruano hace un par de años. Aspira a sumar otro entorchado mundialista más en un spot que conoce al dedillo.

«El año que viene ya dejará de ser sub 21 y se tendrá que focalizar solo en los seis eventos de cinco estrellas -Japón, Chile, Gran Canaria, Fiji, Sylt (Alemania) y Hawaii- que componen el circuito mundialista», recuerda el orgulloso padre.

Para Björn, resulta vital «dar a los jóvenes la posibilidad de llegar al deporte, da igual el que sea». «Por eso mis cuatro hijos han empezado a practicar deporte desde que sabían caminar, comenzando con los relacionado con el mar; cuando han habido competiciones, les he llevado junto a otros jóvenes, porque es algo muy importante en las categorías juveniles competir con gente de la misma edad para su formación», señala Björn. 

Padre antes que leyenda

La mejor manera de no dejarse engullir por el mito de su padre, según Liam, pasa por no verlo como el resto: «Es mi padre, la persona que me ha criado y que me ha enseñado todo lo que sabe. Es obvio que se trata de una leyenda de este deporte, un referente para todos, pero para mí antes que ser un campeón del mundo es mi padre, y eso me permite llevarlo un poco mas tranquilito».

En abril de 1978, los padres de Björn, Eugene y Ulla, se enamoraron del windsurf en Dinamarca y decidieron montar la primera escuela en el Faro de Maspalomas, donde su hijo tuvo la oportunidad de empezar a practicar en «la charca de Maspalomas, cuando no era una zona protegida», recuerda con nostalgia el campeonísimo.

Asegura que gracias a las condiciones únicas que se dan en Gran Canaria para la práctica de este deporte «podemos presumir de contar más campeones del mundo que en ninguna otra parte, tenemos 80 títulos mundiales».

Más allá de Pozo Izquierdo, Björn reconoce que sus lugares predilectos para la práctica del windsurf varían dependiendo de la época del año, pero se movería «entre Canarias, Hawaii, Australia o Sudáfrica, que son los lugares que mantienen unas buenas condiciones de forma constante». Liam destaca la importancia de saber adaptarse a las situaciones cambiantes: «En esta modalidad nunca se van a tener dos días iguales, las olas no van a ser del mismo tamaño, el viento tampoco va a ser igual y al final tu cancha es la naturaleza y tenemos que cuidarla y disfrutarla». 

«Siempre tienes que estar preparado para algo nuevo», añade Björn, quien considera vital «viajar mucho para conocer distintos lugares y distintas condiciones». Es uno de los motivos por los que la disciplina de olas «la suele ganar gente con muchísima experiencia», añade Liam.

«El windsurf te permite desconectar, no hay reglas, el mar es enorme y sin él no podría vivir», apunta el joven Dunkerbeck. «Cuando vuelves a la orilla te sientes renacido, con la mente clara y contento», asegura su progenitor.

Suscríbete para seguir leyendo