El término hegemonía está de moda estos días por aquello de la victoria del Real Madrid al FC Barcelona en la Copa del Rey. Los debates, con Mourinho irrumpiendo en todos ellos, versan sobre si el fútbol del Barça ha perdido su supremacía en la competición nacional, europea y mundial o si aún la conserva, a pesar del tropiezo de entre semana frente a su eterno adversario.

Aquí, en las Islas, cuando faltan siete jornadas para el fi- nal del campeonato de Segunda División el cambio de ciclo se aproxima. El probable descenso del Tenerife a la categoría inferior, tras militar el curso pasado en Primera, dejará a la UD Las Palmas si se mantiene como equipo puntero del Archipiélago, una situación que no se repetía desde el último ascenso de la Unión Deportiva a la máxima categoría, de la mano de Sergio Kresic en ju-nio de 2000.

El Tenerife, si finalmente desciende, volverá a Segunda B veinticinco años después de su última campaña en el tercer escalón de la competición nacional. Una situación, si cabe, más incómoda porque hace tan solo un año jugaba, prácticamente con la misma plantilla, en estadios como el Bernabéu, Nou Camp o San Mamés.

Si bien la entidad blanquiazul ha llevado la voz cantante del fútbol regional en los últimos veinte años, incluso con participaciones en los torneos europeos, los veteranos aficionados recuerdan cómo en la década de los 60, 70 y parte de los 80 la Unión Deportiva portaba la bandera de la representatividad futbolística en Canarias.

No obstante, aún se puede encontrar a aficionados nacidos en la provincia occidental que son seguidores de Las Palmas y acudían a presenciar los partidos de los amarillos al viejo estadio Insular. Fueron aquellos que crecieron con las tardes de gloria de los Germán, Castellano, Guedes, Tonono y compañía o aquellos otros que se engancharon al fútbol con la llegada de la primorosa camada de argentinos.