La arteria del sentimiento. Aliento infinito en el asfalto. La calle Fondos de Segura fue una romería de bufandas, camisas, banderas y gritos para alentar a los gladiadores de la UD. A las 19.27 horas apareció la guagua, custodiada por decenas de efectivos policiales, con el central Murillo como copiloto, con su cámara digital. Tras los cristales tintados, la expedición y el cuerpo técnico de Lobera, que respondía con guiños a la respuesta de un millar de fieles. A la altura del número 17 de la citada calle, junto al Bar La Afición, llega el embrujo.

Liderados por el grupo de Ultra Naciente, los guerreros de la calle de Fondos de Segura brindaron un espectáculo cinematográfico. Sí se puede, Chicharrero, el que no bote... Repertorio variopinto, voladores y bengalas en un abrazo sincero. Fue la radiografía de la salud de hierro de la marea amarilla, que cumplió con la tradición. Igual que en mayo de 2000 en el Estadio Insular, cuando los amarillos alcanzaron la Primera ante el Elche en un curso de oro. Eloy abrió la puerta del cielo y también hubo un recibimiento con el corazón.

En el kilómetro cero de la pasión, como si fuese la plaza mayor de una patria llamada UD Las Palmas, aparece saltando un veterano de la grada. Ramón Naranjo, de 81 años, y que encadena 50 temporadas de socio, muestra orgulloso su bufanda de Antichicha. Reside en Tenerife, pero nunca ha faltado a un partido del equipo amarillo en las últimas cinco campañas en el estadio de Siete Palmas. "Lo que hemos vivido ha sido increíble, la comunión perfecta entre equipo y afición. Ver pasar la guagua te revitaliza, me he quitado 15 años del carné de identidad", sentencia el seguidor grancanario, que ayer se desplazó a Gran Canaria en barco, su ritual en el último lustro.

Naranjo hace memoria. Se remonta a 1986. La noche que el emperador blanco besó la lona. La UD, con un estelar Koke Contreras, superó al Madrid de Emilio Butragueño con una sonora remontada por 4-3. Y aquel día de sueños y hazañas, el fiel seguidor amarillo también se abrazó a la guagua del equipo. "Aquello también fue emocionante, pero lo de esta tarde [ayer para el lector], y tras un curso con altibajos, fue apoteósico", confiesa el presidente de la Peña Amarilla de Tenerife Mau Mau.

Jorge Garrido lo vivió desde el salón de casa. En calcetines y junto a su familia. El aficionado reside en el edificio del número 17 de Fondos de Segura. Portal 6, cuarto piso. Vista panorámica. Deleite en alta definición. Desde su ventana, el delegado comercial de la firma Adidas pierde el sentido. "Ha sido una estampa muy hermosa; pero no es la primera de esta campaña. Ya viví hace unas semanas, con todo lujo de detalles, y también desde el salón, la fiesta del ascenso del filial de la UD. Me compré el piso hace 15 años, antes de que se hiciese el Gran Canaria. He visto el proceso de construcción del estadio y de la ciudad deportiva. Y ahora el nacimiento del pabellón".

Por su parte, Armando Perdomo Santana, abonado de la Curva, hizo de agente del FBI. Bajó de Santa Brígida, donde reside, persiguiendo a la guagua de color negro que llevaba a las estrellas de la UD. "He visto a Lobera cómo se llevaba las manos a la cabeza, alegre y satisfecho de la respuesta de nuestra afición. Además, no cesó de hacer fotos con su móvil. Estaba el hombre asombrado", sentencia.

Y en la arteria del sentimiento amarillo, María González, de 39 años, también abonada del cuadro amarillo, abraza a su hijo Ruymán, que lleva la camiseta de Vitolo. "Estos momentos formarán parte de nuestra memoria. Será una promoción muy dura, pero hay futuro. Este equipo jamás caminará solo".

Una casa cueva para Barbosa

Míriam Rodríguez, gerente de Artenatur -empresa de turismo rural que oferta estancias en casas cuevas en el centro de la Isla- acude al punto caliente de la afición, junto a su padre, José Antonio Rodríguez. Apasionados de la UD, al igual que Navarro, cuentan con su ritual. Respiran apasionados por el club de su corazón y lo hacen en familia. "Mis abuelos están algo enfermos, pero también siguen con devoción esta aventura de pisar la liga de las estrellas. Estamos dispuestos a primar y premiar a las figuras del vestuario de Lobera, con un fin de semana en una casa cueva, si logran el ascenso", detalla Míriam Rodríguez, la gerente más amarilla y que admira los reflejos felinos de Barbosa. Un coche blanco, con el logo de la empresa, y repleto de camisas del equipo grancanario, es el cartel perfecto. Los devotos de la causa se detienen, es otro de los puntos de peregrinaje.

Antonio Galván cierra el círculo. Llega desde Sevilla. Es la primera vez que pisa el estadio de Gran Canaria. Guiado por el grancanario Rafael, contempla por primera vez el templo amarillo. "Me impacta el silencio", apostilla. "Ya lo verá lleno, cuando estemos en Primera", remata Rafael. Les esperan 90 minutos de emociones.

Se apagan los focos y Fondos de Segura vuelve a convertirse en el planeta caos. Paseo de bufandas y camisas amarillas. Una arteria que hace de cronista. Vuelven los cánticos. Este amor es inmortal.