Entre 42 jornadas, con tantos rivales y tantas circunstancias diferentes de por medio, a veces, en Segunda División, basta con cumplir el expediente para sobrevivir y seguir hacia delante. Sin más. Y fue eso, un ejercicio de efectividad, lo que anoche firmó la Unión Deportiva Las Palmas ante el Albacete, el último clasificado de la categoría. Sin brillo, con lo justo, más por rutina que por juego, el equipo amarillo resolvió con una victoria (2-1) un partido insípido y de fácil olvido.

La presencia del colista por el Estadio de Gran Canaria estimuló el perfil más resolutivo de la Unión Deportiva. Los números del Albacete, con 21 goles en contra y una sola victoria antes de la cita de ayer, revelaban problemas. Y, sobre todo, muchos disgustos en tan poco tiempo -diez partidos-. Y ante un rival así, cándido en apariencia y con tantas urgencias clasificatorias, el equipo amarillo optó por morder desde el primer minuto. Adelantó las líneas, se agrupó en una pequeña parcela para reducir y embarullar el campo de acción y presionó muy arriba a un contrario empeñado en tratar bien la pelota, pero limitado hasta más no poder por una simple cuestión de técnica y calidad.

En ese escenario, el duelo se convirtió en un caramelo para Las Palmas. El balón, al Albacete, le quemaba. Y eso, con el conjunto de Paco Herrera acampado a tan pocos metros de la portería de Dorronsoro, llevó a la ruina al conjunto manchego. Consumido el arranque del duelo entre trompicones, rechaces y trazos de fútbol deslavazado, Hernán apareció de repente para dejar constancia de un detalle que le diferencia del resto: la llegada.

Con el Albacete arrinconado contra la línea de fondo y trastornado por su incapacidad para dar forma a su propio plan -jugar y atacar a partir del balón-, Hernán se plantó en la frontal del área para pescar un despeje defectuoso de un rival agobiado. El centrocampista grancanario, ante semejante regalo, no desaprovechó la ocasión. Sin dejar caer la pelota al suelo enganchó un latigazo que, tras dar en el cuerpo de Mario Ortiz, superó por alto a Dorronsoro y se coló en el arco visitante (1-0, min. 8).

El horizonte se despejó tanto para Las Palmas que, sin un solo nubarrón a la vista y en calma total, el representativo grancanario se relajó hasta acabar enredado en su propia superioridad. Poco a poco, tal vez complacido entre tanta ventaja, el once amarillo perdió fuelle. El partido era suyo. Lo controlaba todo -el balón, el reloj, el marcador y el juego-, pero no encontró la manera de dar un paso al frente para despejar la incógnita y resolver el partido con un claro triunfo.

Con Ángel López y Nauzet Alemán de baja por sanción, Herrera dejó los experimentos para otra ocasión. Christian ocupó la plaza en el lateral izquierdo y Momo recuperó su sitio en la alineación, un once al que también regresó Culio -por Vicente Gómez- tras cumplir un partido de suspensión. Desplegado tanto talento vestido de amarillo por el césped, a la Unión Deportiva sólo le faltó un punto más de deseo y otro más de puntería para liquidar por la vía rápida el pulso.

Araujo, vigilado de cerca

Vigilado muy de cerca por toda la retaguardia del Albacete, Araujo no pudo iluminar ayer el camino de Las Palmas. Desactivado el delantero argentino, atrapado entre marcas severas y piernas fuertes, fue Roque -que sustituyó a Hernán, lesionado, en el minuto 26- el encargado de apuntalar, ya en la segunda mitad la victoria amarilla.

Con Culio desplegado entre líneas, el canterano lanzó un desmarque que el centrocampista argentino convirtió en obra de arte con un pase al hueco que desmontó la defensa del Albacete. Sólo, en un duelo con Dorronsoro, Roque se escoró hacia la izquierda, superó la salida del portero y marcó para hacer el 2-0 (min. 57).

Ni siquiera el golazo de Jorge Díaz (2-1, min. 70) alteró las constantes vitales de la UD Las Palmas, que ni se inmutó ante el golpe: le bastó con dejarse llevar por la inercia para ganar.