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Gesto de nobleza para el recuerdo

"El Rey se acercó a Alejandro, en lugar de lo contrario", destaca el padre del niño - Alejandro Rodríguez Macías recibe el Premio Nacional del Deporte 2013 un año y medio después de separar a un árbitro y a un monitor

Gesto de nobleza para el recuerdo

Ha pasado más de un año y medio y su enternecedora historia permanece en la memoria y continúa reconociéndose. Alejandro Rodríguez Macías, que actualmente tiene siete años y juega en el prebenjamin federado del Unión Viera, protagonizó una acción con pocos precedentes -al menos en lo mediático y, encima, partiendo de una persona de tan temprana edad-, cuando decidió separar al árbitro y a un monitor en una discusión que mantenían en un partido de la Liga de Escuelas de Las Palmas de Gran Canaria entre el Barrio Atlántico y el Unión Viera B. El joven delantero expresó de este modo su deseo de que reinara la paz y que pudiese reanudarse el encuentro.

Un soberbio gesto que sorprendió a todos los que lo presenciaron en el López Socas. Una lección de juego limpio captada en blanco y negro por la cámara de Rubén López Estupiñán, el padre de otro jugador que se encontraba en la grada, y que ha trascendido más allá del fútbol base canario y que ha demostrado que el deporte está por encima de todo tipo de riñas. "Yo lo que quiero es jugar", dijo Alejandro en su momento, gesto que ensalza los auténticos valores del deporte.

Gracias a esto saltaron a la fama tanto la acción como su autor; una imagen que ha dado la vuelta al mundo. "Ver que después de todo este tiempo todavía se recuerda y se conmemora la acción y la imagen del niño... Porque uno lo vive, pero pasa el día a día y se va olvidando", apuntaba el padre de Alejandro, Javier Rodríguez, tras el acto en el que ayer se le entregó a su hijo el Premio Nacional del Deporte 2013, en concreto el que recompensa a quien haya destacado de forma relevante durante el año por un gesto especialmente relevante de nobleza o juego limpio en la práctica deportiva.

"Te lo hacen recordar otra vez", proseguía, "y sabes que fue importante y que va a perdurar en el recuerdo". Precisamente Javier Rodríguez cuenta cómo transcurrió una de las anécdotas más remarcables que tuvieron lugar durante la celebración del evento. Según explica, Alejandro anduvo gran parte del tiempo junto al entrenador del Atlético de Madrid, el argentino Diego Simeone, "que estuvo todo el rato bromeando con él, susurrándole cosas al oído". Tal y como relata el padre del homenajeado, "Alejandro hasta me comentó luego 'papi, me dijo El Cholo que si quería ser del Atlético, de irme a jugar con él". Simeone incluso le autografió al pequeño el yeso que llevaba en su mano derecha porque, como aclara su padre, "un balonazo le hizo para atrás el dedo gordo".

Según el orgulloso padre, el niño se llevó la mayor de las ovaciones del acto. "El propio Rey se acercó a él, en lugar de lo contrario; me habían dicho que es muy afín con los niños, pero aún así me sorprendió, la verdad", agrega Javier Rodríguez, que recuerda que el que fuera ciclista Federico Martín Bahamontes se encaprichó "con el niño y estuvo mucho rato con él" en los momentos previos a la ceremonia.

Javier Rodríguez narra cómo fue el itinerario que ayer realizaron hasta llegar al Palacio de El Pardo. Tras abandonar el hotel, se dirigieron al Consejo Superior de Deportes, donde se encontraba el resto de galardonados. Una vez allí, se les explicó acerca del protocolo y, tras esto, "nos llevaron al Palacio". Después de pasar unos "exhaustivos" controles de seguridad, según el padre de Alejandro,una vez en el interior del Palacio "nos llevaron a una sala de espera" donde aguardaron con el propio Simeone; el presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo; o las jugadoras de la selección española de baloncesto, entre otros.

Ya en el cóctel que se celebró con posterioridad, el propio Alejandro quien "se interesó por la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que incluso se sacó una fotografía con él ", asegura Javier Rodríguez, que además añade que el día anterior su hijo "estaba nervioso, y no podía ni dormir porque iba a conocer a los Reyes".

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