Rafael Nadal, campeón en 2009, impuso además de su talento una gran dosis de coraje para vencer al gigante surafricano Kevin Anderson (203 centímetros), por 7-5, 6-1 y 6-4, y colocarse en los cuartos de final del Abierto de Australia. "Es un fantástico resultado, este es mi mejor partido este año", afirmó Nadal sobre la Rod Laver Arena, donde bromeó cuando se le recordó como un recogepelotas le imitó colocando con esmero una de sus botellas de agua que habían volado con el viento. "Son cosas estúpidas que haces, rutinas y que no sirven para nada", comentó el manacorense. "Tuve mucha suerte en ganar el primer set", indicó Rafa. "Kevin es un jugador fantástico una gran persona, nos conocemos, tenemos la misma edad y es un fantástico jugador. Lo importante es que seguimos sonriendo después de 16 años", explicó después de recordar viejos tiempos al ver una foto de ambos cuando eran unos críos.

Sobre su próximo rival, el checo Tomas Berdych que se deshizo del australiano Bernard Tomic en tres sets, Nadal fue cauto. "Es un gran jugador, que ha hecho final en Doha hace una semana. La única manera de ganar es jugar mi mejor tenis como hoy", apuntó. "Kevin Anderson me pondrá en mi sitio", había adelantado en la previa de este encuentro Rafa.

Y Nadal ha situado ya su nombre entre los ocho últimos jugadores que optarán por el título el próximo domingo, tras deshacerse de un peligroso rival, prototipo del tenis que impera en la actualidad, todo fuerza, todo saque. Además el número 3 del mundo aseguró que ahora el "saque premia" y que se había olvidado casi por completo la estrategia, además de que cada vez "se pega más fuerte y se piensa menos". El partido en la Rod Laver Arena fue una clara demostración de ese teorema Nadaliano.

Desde su soberbia atalaya de algo metros, Anderson disparó bombas, y no sólo con su saque, que llegó hasta los 215 kilómetros por hora varias veces, que ganó en blanco cuatro veces en el primer set y con el que anotó solo ocho "aces".