David Silva se ha convertido en el principal estandarte del fútbol grancanario a nivel internacional durante la última década. Sus magníficas condiciones como jugador le han llevado, desde hace ya bastante tiempo, a consolidarse a nivel de clubes, sobre todo desde que emigró a la Premier League para triunfar en el Manchester City -logró la pasada campaña el título de la Copa de la Liga-, y en la selección española, donde en este 2016 se ha convertido en uno de los históricos de la Roja.

Aunque ha estado presente en los mayores logros del combinado nacional -un Mundial y dos Eurocopas- en la etapa de Del Bosque, el de Arguineguín ha ganado incluso mayor protagonismo con el cambio generacional producido tras los descalabros en las últimas citas internacionales de primer nivel.

David Silva puede presumir de ser uno de los pocos futbolistas españoles que forma parte del selecto club de los 100 de la selección. Su nombre figura entre ilustres de nuestros balompié. Con motivo del primer encuentro de la Eurocopa del pasado verano en Francia, ante la República Checa el lunes 13 de junio (victoria por 1-0), el grancanario alcazaba el estatus de centenario diez años después de su debut aquel 15 de noviembre de 2006 contra Rumanía (derrota por 0-1).

Su último gran momento con la Roja lo vivió en el mes de noviembre, en el partido clasificatorio para el Mundial de Rusia 2018 frente a Macedonia. En el choque disputado en Granada, el de Arguineguín lució el brazalete de capitán por primera vez en su carrera como internacional. Se trata del segundo canario que tiene el honor, después de que otro mito, Tonono, lo hiciera en el año 1972 en un duelo frente a la ya desaparecida selección de Yugoslavia celebrado en el Estadio Insular.