A Yildirim Demirörem le cuesta poco rascarse el bolsillo. Es presidente del Besiktas turco, hombre de negocios en el sector del gas y la construcción, entre otras industrias, e hijo de una de las cuatro fortunas más importantes de Turquía. Se podría decir de él que es un entusiasta, le gusta ver a su gente contenta, por ello tiró de talonario con gusto, fichó a principios de temporada a Ricardo Quaresma del Inter de Milán por 7,3 millones de euros, pagó la ficha y, después, la farra del ex madridista Guti y además contrató para la sección de baloncesto a la decadente estrella de la NBA Alen Iverson. Desde su confortable oficina en Estambul quería espectáculo de la calidad, aunque el precio no fuera nada razonable.

Yildirim no lo sabe, tampoco le importará, seguro, pero una parte de su dinero puede llegar a la Unión Deportiva a través de una rocambolesca pero habitual operación de mercadeo futbolístico.

Todo empieza en el Besiktas, su afán por volver a ser grande en Europa propició que realizara de una tacada los fichajes de Simão Sabrosa, del Atlético de Madrid, Hugo Almeida, pretendido por el Real Madrid, y Manuel Fernandes, el díscolo ex jugador del Valencia. La historia del Besiktas con el fichaje de Simão y su excéntrico presidente queda agotada, pero su dinero comienza un proceso en cadena. Similar al denominado efecto mariposa, aquel que se explica con la siguiente frase: "Si hoy una mariposa agita sus alas en Pekín puede cambiar el tiempo de Nueva York del mes que viene".

Tras la marcha del extremo portugués al fútbol turco, la respuesta de Quique Flores, entrenador de los atléticos, fue inmediata: "Necesito a un jugador en la banda derecha". Las súplicas del técnico rojiblanco fueron recogidas por el consejo de Enrique Cerezo. No tenían coartada para no acceder porque había dinero en el banco. Entonces, los colchoneros se movieron raudos en el mercado invernal y ataron a Juanfran, del Osasuna. La contratación, aún en vías de tramitación definitiva, fue posible porque se derogó la normativa que impedía a un futbolista actuar en dos equipos de la misma categoría.

Y ahí, a partir de Juanfran, es donde comienza a entrar en el juego del reparto la Unión Deportiva. Los millones frescos de Yildirim, tras parar en las estaciones del Calderón y en el Reyno de Navarra, podrían caer en forma de pedrea en Siete Palmas, cuando el negocio por el andaluz tampoco era esperado en Pío XII.

La industria del gas, sin ni siquiera adivinarlo, trabaja para Las Palmas, si finalmente Álvaro Cejudo firma su contrato con Osasuna antes del próximo 31 de enero.