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La leyenda en la piel

La devoción de Tony González Acosta por Maradona le llevó a hacerse un tatuaje del jugador en su brazo | Se considera “un argentino más”

La leyenda en la piel

La pasión que levanta Diego Armando Maradona -sí, en presente aunque haya muerto- traspasa fronteras. El Pibe de Oro no es pertenencia de su amada Argentina, sino que es de todos. El cariño que le rinden a la leyenda fallecida el pasado miércoles se encuentra en cada rincón del mundo. De su natal Villa Fiorito hasta Las Palmas de Gran Canaria. Uno de sus mayores veneradores en la Isla es Antonio González Acosta, 'Tony', quien lleva tatuado el rostro del 10 de Buenos Aires en su brazo derecho. “Es el más grande de la historia, no solo por lo que hizo en un campo de fútbol, sino por lo que representaba en los 80 y 90”, sentencia el orfebre de la tijera en la Peluquería Quintana del barrio de Triana.

“¿Cómo son tus apellidos?” La pregunta es una obligación de periodística cuando se trata de hacer un reportaje en torno a la historia de una persona. “González Acosta... pero remarca Acosta”, contestó esta vez el protagonista. ¿Y eso? “Es el apellido de mi madre y la culpable de que me enamorara de Maradona”, sentencia el fiel al 10. El flechazo que sintió Tony con el argentino se inició con unas playeras de velcro que le regaló la persona que le trajo a este mundo. Esas deportivas portaban una serigrafía en la parte posterior con el nombre de Maradona.

A partir de ahí, junto a sus hermanos mayores, otros enamorados del deporte rey, decidieron contratar la televisión por pago para que la madre pudiera disfrutar en casa de aquellos jugadores de los que aconsejaba a sus hijos que “eran los mejores”.

Su madre fue la ‘culpable’ del amor por Diego: “Ella me decía quienes eran los mejores”

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1994, la clave

“El primer recuerdo que me levantó la curiosidad de saber quién era ese argentino del que me hablaba ella fue en el Mundial de 1994”, rememora Tony. Como si fuera una enciclopedia de lo que pasó en Estados Unidos aquel verano, narra las acciones de Diego en los partidos que disputó ante Grecia y Nigeria. “Se me quedó grabado el gol contra los griegos cuando fue a celebrarlo como un loco con la cámara”, señala con una sonrisa del que siente devoción por el astro del fútbol.

El cebollita fue sancionado en por consumo de efedrina en Estados Unidos y le “cortaron las piernas”, como dijo Diego. No jugó más el Mundial y Tony se debatía entre su otro ídolo y el nuevo Dios al que veneraba. “A mi es que me encantaba Romario, pero aunque ganó la final contra Italia yo ya sabía que Maradona tenía algo especial”, relata el maestro del degradado capilar.

Comprador asiduo de la extinta Revista Don Balón, además de los partidos que veía por la televisión digital en el entorno familiar, a Tony se le ponen los pelos de punta -todos los que no tiene que cortar- al mencionar el partido de despedida de Maradona en La Bombonera en 2001. “Allí estaban todos los 10 en los que siempre me fijaba rindiendo pleitesía a Diego. Aimar, Riquelme, Francescoli, todos. Y encima dijo aquello de que la pelota no se mancha, increíble”, subraya emocionado.

Ya entregado al mito del fútbol mundial, conocedor de todas las gestas que el argentino había dejado en los terrenos de juego de medio planeta “gracias a internet”, Acosta quiso grabarse en la piel al ídolo de su vida. “Estaba con unos amigos cerca de un centro de tatuaje y discutiendo de fútbol y total, que como venía con ganas de hacérmelo pues fui y elegí la cara de Diego y el 10”. Tinta, aguja y un amor de por vida en el brazo derecho del barbero que también emuló a Maradona tiñéndose el pelo con una franja amarilla. “Ojalá venga alguien a que se lo haga ahora”, comenta sentado en el sillón de la Peluquería Quintana.

Tan encandilado está por la figura del mediapunta más brillante de la historia de este deporte que ayer mismo confesaba que a su hija le puso el nombre de Claudia –también lo tiene tatuado en el cuello– por la sempiterna mujer de El Pelusa, Claudia Villafañe, con quien Diego tuvo a sus hijas Dalma y Giannina.

Es asombroso percatarse cómo a casi 9.000 kilómetros que separan Buenos Aires de Las Palmas Gran Canaria, exista una conexión tan grande entre una persona que se considera “un argentino más” y la leyenda que hizo tambalear a un país entero con su fallecimiento el miércoles.

Sus compañeros de profesión y también de pachangas con el Moya Veteranos así lo atestiguan. “Él, siempre quiere que gane Argentina, por encima de todo”, confirma Dani, otro maestro de la peluquería y quien también desvela que “siempre quiere el 10 jugando”. El Maradona de la tijera.

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