Rugby

Mundial de Francia (2ª jornada): el rugby, la naftalina y... España

Las naciones 'humildes' están rindiendo a gran nivel en un Mundial en el que ya hay sorpresas con países del Tier 2 subiéndose a las barbas de las Home Unions

Los jugadores de Fiji celebran el triunfo ante Australia.

Los jugadores de Fiji celebran el triunfo ante Australia. / EFE

Fermín de la Calle

El Mundial de rugby cierra su segunda jornada de grupos y comienzan a observarse resultados que marcan tendencias y dinámicas de las que extraer lecturas y conclusiones más o menos categóricas. La principal es que la geopolítica rugbística está cambiando, probablemente para desencanto de las Home Unions y los apostólicos dirigentes de World Rugby que siempre miran con recelo a los nuevos vecinos de la comunidad.

Esta Copa del mundo, que guardaba particularidades de inicio, a medida que pasan los partidos se confirman previsiones, acentúa sensaciones y aparecen las sorpresas que no entraban en los pronósticos. Para empezar se confirma el buen papel de esas naciones olvidadas en el cajón del Tier 2, donde también habría que generar otro escalón para las naciones del Tier 1 y medio y del 2 y medio tirando a tres.

La rebelión del Tier 1... y medio

Japón y Fiyi no están invitadas a sentarse a la mesa del Tier 1 y la del 2 se les queda pequeña. Dos naciones que han ido creciendo en los últimos con la implementación de una estructura que ha generado resultados como consecuencia de ello.

Fiyi es la selección que menos ha rentabilizado el 'quid pro quo' de World Rugby con la repesca de los All Blacks por parte de sus naciones isleños tras recoger sus votos a Beaumont. Los fiyianos, que no llegan a un millón de habitantes, han construido una franquicia (Fijian Drua) que ha cohesionado competitivamente al grupo y le han dado el bastón de mando a Simon Raiwalui, técnico local con experiencia en Francia que conoce perfectamente la idiosincrasia de los suyos y los ha convertido en una selección disciplinada (siete golpes por 18 de Australia) dentro de su juego expansivo. Muy potentes en el contacto y con una melé más que respetable, su déficit es una touch desastrosa y una bisagra sin jerarquía. El medio melé Simione Kuruvoli se ha echado el equipo encima, tras la lesión de Caleb Muntz en el 10. Perdieron sospechosamente ante Gales, pero cazaron dos puntos bonus, y han ganado a Australia 69 años después en un partido que dominaron de punta a punta. Por ello el Gales-Australia será clave y ahí los puntos bonus pueden meterles en cuartos. Fiyi ha convertido su rugby abierto en un muy exigente en lo físico para los rivales.

El crecimiento de Japón, por su parte, se basa en una liga potente y con dinero en la que las empresas reclutan estrellas para elevar la competitividad de los jugadores locales. A eso suman la apuesta por un rugby dinámico que encaja a la perfección en la idiosincrasia nipona, siendo además un equipo respetable en el contacto y digno en el 'set-piece' ('melé' y 'touch'). Le falta subir un escalón para meterse en cuartos, pero vende cara su piel. Japón ofrece una volumen de juego industrial con un XV en el que hay muchos jugadores intercambiables de parecidas condiciones sin que se resienta el nivel. Pero les faltan nombres diferenciales y dominantes que condicionen los partidos y les hagan dar el siguiente paso. Lo que los británicos llaman Factor X.

La explosión de Sudamérica

Argentina ha abanderado el crecimiento exponencial de la región sudamericana convirtiéndose en la cabeza tractora de un rugby en el que han aprovechado su inercia Uruguay y Chile. Los Pumas, más allá de las dudas por la derrota ante Inglaterra, ya son parte de la aristocracia de Wolrd Rugby llegando a semifinales por delante de algunas Home Unions a las que someten con naturalidad. La creación de la estructura del High Performance de Sudamérica Rugby y de la competición del Súper Rugby Americas han sido decisivas para que selecciones como Uruguay generen un contexto competitivo profesional. Si Argentina mostró el camino en 2007, abandonada a su suerte sin jugar el Rubgy Championship ni el Súper Rugby, en 2019 los charrúas marcaron otro hito la ganar a Fiyi. Y este Mundial el foco está en Chile, debutante tras dejar a EEUU por el camino a Francia.

Hay un patrón reconocible en el rugby de Pumas, Teros y Cóndores. Un juego solidario en defensa y agresivo en ataque en el que el esfuerzo no se negocia. Hay valentía en sus propuestas ofensivas y un enorme compromiso sin balón. Su rugby tiene además un punto emocional que se explica desde el sentido identitario de unas selecciones que son prioridad para estos jugadores en muchos casos amateurs (excepto los argentinos). Algo que no pasa en otras países. Esa resiliencia se está viendo reflejada en el juego de un Chile que ha dado la cara ante Japón (42-12) y Samoa (43-10). En un Uruguay que más allá de dar batalla frente a la unidad B de Francia (27-10), le creó serios problemas. Rugby de contacto poderoso y mucho corazón. Rugby con medio melés inteligentes, centros bravos, alas afilados y delanteros trabajadores. Selecciones que están rindiendo por encima de lo que muchos tenían previsto. Uruguay anunció que quiere sellar el billete directo para el próximo Mundial, lo que la obliga ganar a Namibia e Italia. Plan ambicioso, que tras el partido con Francia es creíble. España gana periódicamente a esta Uruguay que se postula para ganar a una Italia de la que estamos a años luz. Pero está por ver que no la ganen y Hourcade ya ha desembarcado en Francia para ayudar a preparar este partido, el próximo de su calendario, que será la final de su Mundial.

Portugal y Georgia, la cara

Dentro de las limitaciones de unos y otros, los Lobos y los Lelos han salido del campo con una sonrisa. Y eso significa no solo que lo han dado todo, si no que además han disfrutado con la almendra en las manos. Pese a ser derrotados, los georgianos tensaron las vértebras a Australia (35-15) a la que posaron dos ensayos de delantera y pudieron anotar otros dos. Mientras Portugal encajaba un honroso (28-8) ante Gales haciendo trabajar a los tres cuartos de los dragones y anotando un ensayo de touch que estará entre los mejores del Mundial. Duros, entusiastas, comprometidos… Resultados competitivos y dignos que invitan a pensar que más partidos ante rivales del Tier 1 les harían mucho bien a ambos. Pero no interesa a World Rugby que países emergentes cuestionen el Statu Quo. Georgia lleva años llamando a la puerta, no solo con su selección absoluta, y nadie contesta al otro lado. Es una buena noticia que Georgia y Portugal salgan reforzados de este Mundial. Para ellos, para el rugby y hasta para España.

Rumanía y Namibia, la cruz

Rumanía es para muchos la gran decepción del Mundial. Y es extraño porque se sabía que estamos ante uno de los equipos más mediocres de los Robles de los últimos años. No dominan delante, donde Georgia, España y Rusia les han sometido en los últimos tiempos. Su desempeño ante Sudáfrica fue doloroso. No tuvieron los springboks que desplegar su mejor rugby, ni meterse en ritmo de partido para ganar (76-0) jugando en segunda y sin apretar para no llegar al centenario de puntos encajados y manchar el Mundial con un resultado feo.

Si Rumanía está mal, Namibia está como siempre. Una selección que monopoliza la plaza africana con que World Rugby dota al continente negro. Otros votos que fueron decisivos en la victoria de Beaumont sobre Pichot. África la ‘dirigen’ los franceses a través de sus tentáculos en el norte del continente, pero a nivel deportivo esas selecciones aún no dan el nivel para tumbar a una Namibia que viene a ser una Sudáfrica C o D, y con eso le llega para ir edición tras edición al Mundial. La plaza más barata del Mundial.

El mercadeo de Samoa y Tonga

La entrega de sus votos al actual gerifalte de World Rugby, a cambio de poder reciclar para sus selecciones a los ‘all blacks’ polinesios y melanesios, ha hecho aumentar las expectativas de estas dos selecciones del Tier 2 habitualmente lastradas porque muchos de sus jugadores están atados a contratos de clubes que les impiden ser seleccionables. La aparición de Sopoaga, Piutau o Fekitoa invitaban al optimismo a muchos. Pero son selecciones que tienen más de Barbarians que de equipos. Grupos que se reúnen una vez cada cuatro años. No parece que vayan a subir ningún escalón pese a tener a jugadores de nivel de élite. El mercadeo de votos no ha servido para ganar competitividad ni a corto plazo, que era el propósito.

La España ausente

Jugar a adivinar qué resultados estaría obteniendo España si hubiera ido al Mundial es fabular. Y no lo haremos aquí. Lo que sí planteo es qué modelo elegirán los Leones, o mejor dicho sus dirigentes, para desarrollar nuestro rugby. Llevamos años instalados en un cortoplacismo que nos ha acercado a los Mundiales sin dejar estructuras ni legado. Convocando jugadores que aumentan el nivel de la selección puntualmente con el baile de pasaportes conocido y sin generar una rutina para los que vienen. Opción que descansa sobre el sacrifico y el compromiso de unos jugadores que son héroes o villanos como única planificación. La otra opción, que es el camino que parece estar iniciando la que FER, apuesta por el medio plazo con ingredientes como jóvenes con talento acreditado (los campeones del Trophy), jugadores nacionalizables de nivel y, sobre todo, armar una estructura inexistente en el rugby español y la selección porque no hay recursos.

Precisamente ahora que toca empezar desde abajo y sin dinero, porque no hay un euro en las arcas de Ferraz, es momento de pensar qué queremos ser y en qué espejo nos queremos mirar. Si en el de Uruguay, que encadena dos Mundiales seguidos, ganado a Fiyi, tuteado a Francia y aspira a sellar ya su billete para el siguiente Mundial. Si en el de Fiyi con esa franquicia que reúne a sus jugadores y poniendo al mando a un técnico local. Si miramos a la franquicia Black Lion como referente, a los Cóndores o a estos Lobos con más orgullo que medios… Sea como fuere, en este Mundial los ‘pequeños’ están dando la cara. En este Mundial en el que España debía reaparecer debemos alegrarnos de esos humildes triunfos, de cómo esas selecciones menores hacen tambalearse los pilares de la centenaria cúpula de las Home Unions y abren las ventanas para que huela menos a naftalina. Pero si alguien se juega algo importante en estos días somosprecisamente nosotros. ¿Qué queremos ser? ¿A qué queremos jugar?