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Memorias del Trophy

Los aventureros de los equipos canarios vuelven al monte para revivir sus experiencias. Carlos Luengo, Fernando Lorenzo, Ellis Martín y 'Piko' Zárate dejaron huella en la prueba reina del todoterreno

Los participantes en el reencuentro del Camel Trophy en Tenerife posan sobre los vehículos en uno de los miradores del Teide. C. T.

Mediodía del pasado viernes 23 de noviembre. Por una pista de tierra entre La Esperanza y Agua García, en el municipio tinerfeño de Tacoronte, circulan varios vehículos todoterreno, con la reductora y a buena velocidad para no quedar enterrados en el barro. Entre la vegetación se vislumbra el Teide nevado. Ha llovido mucho en los últimos días y hay charcos traicioneros por todo el camino.

No hay problema. Al contrario, el lodazal se agradece. En esos jeep viajan cinco cameltrophistas: Carlos Luengo, Alejandro Montesdeoca, Ellis Martin, Francisco Piko Zárate y Adolfo Suanzes. Van a reencontrarse con otros participantes canarios en las aventuras del Camel Trophy, una ruta de 1.000 millas por lugares recónditos del planeta que se celebró entre los años 1980 y 2000.

Al final de la embarrada carretera, en un campamento a medio montar, les esperan otros tres veteranos de aquellas pruebas deportivas, Miguel Woolmington y los hermanos Fernando y Tomás Lorenzo. Junto a ellos, a la reunión de Tenerife acuden otra veintena de personas, entre organizadores, antiguos aspirantes al Camel Trophy, aficionados al 4x4 y periodistas que vivieron esas aventuras en los asientos traseros de los Land Rover.

Aunque hubo dos encuentros anteriores en Gran Canaria, en la presa de Chira, varios cameltrophistas llevan más de veinte años sin verse y a algunos hasta les cuesta reconocer a los demás. Casi todos se conservan en buena forma y, de una manera u otra, siguen ligados a la naturaleza y al mundo de los coches todoterreno.

En las dos últimas décadas del siglo XX, una treintena de jóvenes canarios encontraron la mayor aventura de su vida en los Camel Trophy, en las selvas de Borneo o las sabanas de Tanzania, en el río Amazonas o el desierto de Atacama, en las llanuras de Siberia o en los Andes patagónicos.

Ahora toca, sentados alrededor de un fuego, recordar aquellos viajes y compartir anécdotas de las alegrías y de los sufrimientos. En las rutas se alternaban los subidones de adrenalina frente a paisajes espectaculares con días y noches de lucha extenuante contra el barro para llegar al destino. Hubo muchas risas y también discusiones, pues convivir durante 20 días dentro de un vehículo, a veces en condiciones climáticas extremas y con el hambre acechando, acaba por pasar factura a cualquiera. Sale lo mejor y lo peor de cada uno.

Por eso, el premio más valorado en los Camel Trophy era el trofeo al Espíritu de Equipo, que otorgaban todos los miembros del convoy entre los participantes que sobresalían en el trabajo en común, en la solidaridad en los momentos duros y en el buen rollo entre competidores. Los representantes de las Islas Canarias lo ganaron en dos ediciones, en la de Siberia-URSS de 1990 y en la de Sabah-Malasia de 1993.

Los cuatro vencedores canarios coinciden en los montes de La Esperanza después de mucho tiempo, pues la vida les ha llevado por distintos caminos y es complicado cuadrar fechas. Ellis Martin es el que peor lo tiene. Ha llegado desde Asturias, donde reside. En el aeropuerto de Los Rodeos le espera su buen amigo Piko Zárate. Entre ambos suman siete aventuras del Camel Trophy, la que ganaron juntos hace ahora 25 años y las siguientes en Sudamérica, Kalimantan y Mongolia. Sí, porque tanto convencieron en las selvas de Borneo que los organizadores ingleses los contrataron en los años posteriores para preparar las rutas y organizar las pruebas. Un trabajo de meses en lugares a los que no llegan los turistas.

El grancanario Ellis Martin participó en el Camel Trophy de carambola. Tras dejar los estudios de Arquitectura e irse de viaje por Australia e Indonesia, un amigo le inscribió en la selección de 1991 sin él saberlo. Al año siguiente ya llegó a las pruebas finales y a la tercera fue la vencida. Tras dejar huella por su trabajo en el convoy, en 1994 fue requerido para organizar el paso por el desierto de Atacama y actuar de monitor en las selecciones internacionales de Estambul y Sevilla. Ahora vive en Gijón y es consejero delegado de una empresa del sector del juego en el norte de España.

Piko Zárate era un reputado surfista de Tenerife cuando oyó hablar por primera vez de esta aventura. Se presentó por curiosidad y fue elegido a la primera. Simboliza la filosofía del Camel Trophy, tanto que después de Sabah-Malasia participó en otras cuatro aventuras como miembro de la organización. Ahora tiene una pequeña empresa de construcción en Tenerife y sale al campo siempre que puede.

Selecciones

Como Ellis y Piko, miles de jóvenes de los países más desarrollados aspiraron a una de las dos plazas anuales. No era fácil conseguirlas, pues las pruebas de selección eran casi tan duras como la ruta en sí. Aparte de la forma física y las dotes en la conducción del 4x4, se exigían conocimientos en orientación nocturna, escalada, construcción de puentes, además del idioma inglés, un requisito que dejó en tierra a algunos candidatos isleños.

Canarias, al tener un potente mercado de esa marca de tabaco, tuvo equipo propio desde 1985, tras dos años compartido con la Península. La bandera tricolor de las Islas ondeó en las ceremonias junto a la de grandes potencias mundiales como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Japón o Rusia. Eso no hacía mucha gracia al equipo de España, que siempre presionó para que el coche canario luciera las dos insignias.

Todo eso se recuerda en el campamento de La Esperanza, con charlas entre los cameltropistas y una proyección de diapositivas con las mejores imágenes de los equipos canarios. Mientras, los cocineros asan a fuego lento un cochino de 50 kilos que ha traído Miguel Woolmington desde su granja porcina. Dos botellas gigantes de vino de Tacoronte, envasadas y etiquetadas para estos encuentros, ayudan a bajar la cena y a soportar el frío. Un termómetro marca 6 grados fuera de la carpa y va a ser complicado conciliar el sueño en las tiendas de campaña, pero hay que dormir unas horas porque lo mejor está por llegar: la ruta hasta el Teide.

Al alba, cinco Land Rover del Camel Trophy -tres Discovery originales de los equipos canarios- encabezan un convoy de una decena de todoterrenos para recorrer 80 kilómetros por pistas del norte de Tenerife. El rutómetro lo han preparado Miguel Woolmington, Moisés González y Fran Pérez. Han elegido lugares que hace 30 años se utilizaron para las pruebas de selección. Tras vadear los charcos cercanos al campamento, la caravana atraviesa el Lomo de la Jara (Tacoronte), Las Calderetas (El Sauzal), La Vica (La Matanza de Acentejo) y Las Lagunetas, hasta llegar a la estación de Izaña.

Por el camino hay tiempo para seguir recordando anécdotas, como en el Land Rover en el que viajan Piko, Ellis y Alejandro Montesdeoca. Este último vivió una de las aventuras más extenuantes de la historia del Camel Trophy, la de Tanzania-Burundi de 1991, en la que los participantes estuvieron la mayor parte del tiempo enfangados hasta las rodillas. Primero avanzando solo unos pocos metros al día con el uso del winch y luego perdidos porque la hierba había ocultado las pistas previstas. Montesdeoca, que compartía volante con Clemente Jiménez, enfermó de malaria y al llegar a Gran Canaria fue directamente al hospital. Ahora le cuenta a sus colegas que se recuperó totalmente y que nunca más le repitieron las altas fiebres de esa peligrosa enfermedad tropical. Ese fue quizá el peor momento de los cameltrophistas isleños, más algún vuelco sin gravedad. Los tres coinciden en que esa experiencia les ha hecho ver la vida de otra manera. Allí aprendieron a diferenciar lo importante de lo accesorio.

El convoy alcanza las cumbres de Tenerife y no se ve una nube, por lo que es obligada la foto con el Teide recién nevado. La bajada hacia La Orotava se realiza por la pista forestal del Corral del Niño hasta la Casa de Ramón Caminero. Al volver al campamento ya se empieza a hablar de la próxima reunión. En junio en Fuerteventura.

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