La Provincia - Diario de Las Palmas

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¿Qué fue de Mario Antígono?

Autodidacta e independiente, ajeno y distante de los circuitos convencionales, el pintor mantiene su actividad, su vida y estrecha relación con aquellos que desean saber de él, en su casa estudio del histórico barrio de Vegueta

¿Qué fue de Mario Antígono?

Sus palabras no fluyen de su boca con la nitidez que a él le gustaría y su mano derecha se mantiene con cierta sensación de entumecimiento. Sin embargo, sus ideas inundan el ambiente y rodean al oyente de una nube, de una atmósfera vital, bohemia, culta... y mantiene firme y ágil su mano izquierda, con la que continúa pintando a diario, poco o mucho.

Mario Antígono (1945) superó en 2017 un ictus y un infarto, y, tras esa nueva experiencia, observa su propia vida, y la vida en general, con actitud afable y tranquila. Se trata a sí mismo y al mundo que le rodea con cariño. Los que le conocen bien le piden que les explique su vuelta del túnel o de la luz del otro lado. El no lo expresa de tal modo, pero sí parece haber sufrido, o mejor dicho, haberse beneficiado, de una transformación.

No en vano ha sido a lo largo de su vida, y todavía es, pintor, retratista de lo mejor de la burguesía de Las Palmas, fotógrafo sensible, viajero, amigo de todos, y cultivador de magníficas relaciones personales, en ambiente recogido, comiendo y bebiendo entre conversaciones interesantes.

Desde los 14 años hasta los 17, practica el dibujo en la Academia de Don Cirilo Suárez. Desde 1954 y hasta 1964 trabajó como jefe de Diseño en Publicidad. Pintor volcado al figurativismo y expresionismo abstracto, en 1965 desarrolla sus estudios de pintura en Paris, Londres, Ginebra, Florencia y Roma. A pesar de todo ello, Mario Antígono se considera autodidacta. Sus impresiones son sencillas: "Pintar es la forma más eficaz de sentirme útil ante mí mismo"

Mario Antígono

Mario Antígono

Exposiciones

En 1969 realiza su primera exposición individual en el Gabinete Literario de Las Palmas. En Octubre, es invitado por el Real Club Náutico de Las Palmas para exponer en memoria de Don Juan del Rio de Ayala, quien en su día lo hizo destacar en su cotidiano Gánigo de Papel. De 1972 a 1976 expone en el Estudio Andreas, en la Sala Cairasco, y en las Galerías Vegueta y Venecia, en Las Palmas de Gran Canaria. En 1975 es invitado a exponer en la Colectiva de Pintores Canarios en la Casa de Cultura de Arucas con el título Las Palmas Siglo XX, Arquitectura Escultura y Pintura. En 1978 se le invita a exponer en la Galería Pirámide en Caracas, Venezuela. Ese verano, realiza el guión, la música y la fotografía para la película Los Pescadores del Rio de la Luna para la cual crea tres cuadros. Diseña la escenografía y vestuario para el Ballet de Gelu Barbu.

En 1979 es solicitado de nuevo por Gelu Barbu para realizar la escenografía, vestuario y selección de la música y poemas de Pierre Louys para el Ballet BILITIS. En 1980 se traslada a La Laguna donde comienza a estudiar Historia del Arte, sin dejar de pintar, y exhibe en Galería Centro Cultural Arte Ossuna de La Laguna.

En 1983 expone en la Galería Madelca de Las Palmas de Gran Canaria su última producción sobre los presos polacos. Expone en Arte-Expo (Dallas USA). En 1984 expone en La Galería Madelca, en Madrid. En 1985 expone en la primera Bienal de Arte F.C. Barcelona en el Palacio de Pedralbes. En 1986 El Correo del Arte le concede por unanimidad el Premio Revelación Artes Plásticas. En 1987 expone en Colectiva en el Gran Salón de Serrano núm. 5 de Madrid.

Su obra se puede encontrar en colecciones particulares de Las Palmas de Gran Canaria, Nueva York, Luxemburgo, Venezuela, Roma, Madrid, Barcelona, Valencia, Londres, Dallas, San Marino, Ginebra. Su representante ha sido, durante toda su vida, Manuel Delgado Camino (Madelca) quien destinó la mayor parte de su obra al Centro de Arte Casa Mane.

Su especial relación con Madelca quizás explique el frecuente comentario de pintores coetáneos: "Mario no se prodiga nada". Efectivamente se ha prodigado poco, nunca preocupado de su promoción personal ni artística.

Durante veinte años Madelca adquirió su obra en exclusiva, en una especie de secuestro artístico. Por ello, y por su forma de entender el arte y su creación, Mario Antígono se mantuvo alejado de los circuitos convencionales, los agentes y todo aquello que pudiera tener relación con intereses económicos. "No comparto esa idea trasnochada de divulgar el curriculum vitae; considero que es adorno, inventos y montajes"

Retrato de Félix Santiago, hijo

Retrato de Félix Santiago, hijo

Así transcurre su vida con largos periodos, de hasta diez años en alguna ocasión, sin exponer ni ser visto ni visible, pictóricamente. Una vida de total independencia, fuera del sistema, no encasillado ni catalogado, no condicionado por nada. Sin exhibicionismo ni promoción, Mario se convierte en un privilegiado al pintar por placer.

En enero de 2015, reaparece en una exposición más de amigos que otra cosa: Dos generaciones, 9 pintores. El arte y el vino hacen buen maridaje. Así lo entendieron los responsables de Bodega de Parrado. Francisco Bordes, impulsor de la iniciativa y comisario de la exposición, reunía las piezas de nueve autores: Ana Luisa Benítez, Mario Antígono, Yoli Hernández, Paco Presa, Daniela Navarro y Ana Gracia Álvarez, que se insertan en el movimiento artístico de los años 70, y David Rodríguez, Nicolás Padrón y Francisco Bordes, mucho más jóvenes. Destacó la reaparición de Mario Antígono, que llevaba diez años sin exponer y que presentaba una especie de minirretrospectiva.

El cuerpo humano ha sido su monotema, el eje de su obra pictórica. "Mis modelos siempre han sido reales, pero nunca les hice posar". Hasta los menos amantes de la pintura caen rendidos ante la visión de sus muchos retratos. Mario Antígono retrató a toda una generación culta de Canarias. Durante una época, retratista de moda, se puede encontrar su obra en muchas casas de la burguesía local. Se siente especialmente orgulloso del retrato de María del Carmen Benítez de Lugo. De ahí, su opinión: "El rostro es el mayor espectáculo del mundo".

Hemos tenido ocasión de leer, en carta manuscrita de Sofía Loren, párrafos de agradecimiento por el retrato que le realizó durante una corta estancia en su casa de Roma.

Si Mario Antígono ha sido, y es, considerado por los profesionales y amigos como un pintor atípico, principalmente por su desinterés comercial y cierto alejamiento de los círculos que podríamos denominar 'socio-artísticos', todos aquellos que le conocen aunque sólo sea ligeramente, unánimemente presentan a nuestro personaje como portador de una enorme y muy amplia sensibilidad artística global: Pintor autodidacta, retratista de altísimo nivel, escultor y modelista, fotógrafo, diseñador, creativo publicitario, cinéfilo, músico frustrado, bohemio, magnífico conversador, viajero y culto. Viajó por Roma, Florencia, París, Londres... viviendo cada momento, cada rincón y absorbiendo cada experiencia de las muchas personas con las que entabló amistad.

En tertulias entre buenos amigos, sus reflexiones genéricas sobre la belleza causan admiración por lo cósmico, universal, a veces esotérico de su visión, a la par que por lo atinadas, sencillas y hasta cercanas y amigables que son sus frases y su exhibición de los conceptos. Su discurso sobre la belleza tienen la capacidad de envolver al oyente y hacerle cómplice de sus opiniones.

Cinéfilo apasionado, el cine forma parte importante de su vida, y puede hablar horas enteras de encuadres, actores y diálogos, que recita de memoria, de muchas de las grandes obras del cine del siglo XX.

Como no me puedo pagar la compra de un torso romano, no me queda más remedio que hacer la escultura yo mismo. Con esta candidez explica Mario sus incursiones en el mundo del bronce y sus maravillosos resultados: Un pié de romano, o su torso con coraza...

Otras obras escultóricas suyas han ido ocupando sitios importantes en casas conocidas y de conocidos. Estas obras salieron de sus manos, con sencillez, con una especie de "sin querer".

La fotografía

Durante años, equipado de una vieja cámara Leika y desde un perfecto blanco y negro, en sus viajes y en reuniones de amigos, Mario Antígono fue capaz de captar la belleza interior y exterior de las personas, con una armonía artística digna del mejor de los más famosos fotógrafos del siglo XX. De sus viajes, de su capacidad de plasmar esas instantáneas y hacer buenos amigos y relaciones para toda la vida, surgen fotos con Sofía Loren, Raquel Welch, Sarita Montiel... y con decenas de amigos. De sus conversaciones y fotos en Roma con Sofía Loren surgió una relación epistolar de cariños y alabanzas que duró años.

Mario Antígono hizo su servicio militar en el Sáhara, lo que le dejó marcado para toda la vida, prendado de África.

Muchos años después aporta su afecto, solidaridad y entrega en los campamentos de Tinduf. Aflora su personalidad social en la primavera de Praga, donde participa en las manifestaciones del momento. esta sensibilidad se reconoce claramente en su obra de esa época, especialmente en su magnífico retrato de Lech Walessa.

Envía apoyos, amigos y solidaridad después del terremoto de Haití. Esa es su forma de entender la sociedad: "Dudo mucho que las crisis mundiales puedan resolverse creando cuadros", decía en los años noventa. Para Mario todo esto no es ni mérito ni demérito. Es su propia vida.

Clara Persa escribía en las redes sociales: "La primera vez que contemplé su obra fue en 1997 en la galería de arte Casa Mané en Fuerteventura y me enamoré de un cuadro suyo... un amor de esos de para to-da la vida. Más tarde ese mismo año en el primer despacho de abogados donde trabajé había varios cuadros suyos, y yo tenía el placer de trabajar frente a uno de ellos, que impregnaba de belleza mi día a día. Desde entonces he buscado su obra sin hallar mucho más.

De repente hace unos meses, he cumplido el sueño de mi vida, al presentarme a Mario en persona e invitarme a su estudio. Ha sido tanta emoción el poder contemplar al autor al que admiro y su obra en su propio estudio que las lágrimas corrieron por mi cara sin control gran parte de la visita. Fueron horas y me parecieron segundos. Y todo gracias a Mario y a su maravillosa familia, por la tertulia en el jardín rodeados de arte y regada con vino y enyesques, por tratarme tan bien y con tanto cariño. Amenazo con volver".

Sus calamares saharianos, con vino, buen whisky y mejor compañía, en su casa estudio de Vegueta, entre cuadros, fotos, bastidores, esculturas, tubos de pintura, cartas, recortes, papeles, muebles, y cosas y cosas... tienen reconocida fama entre personas queridas, a las que siempre, siempre, ha acogido con cariño, alegría y han sido magnífica excusa para divertidas e interesantes reuniones en las que lo frívolo y lo profundo se alternan sin protocolo ni horario.

Trascendencia y espiritualidad

Educado en su niñez en los Jesuitas, el sentimiento religioso ha dejado marca en su forma de ver y entender la vida. Un poso especial, esotérico, cósmico, palpable, impregna toda su vida, a veces de un modo estético, a veces de un modo místico, de tal manera que configura toda una filosofía de vida: Heterodoxo y ortodoxo al mismo tiempo, transgresor...

"Pero en mi vida hubo un accidente muy grande; a partir de él, todo cambió, de repente cambió mi punto de vista sobre la vida. Pensabas que la vida se te escapaba y eso te marca totalmente. Luego todo cambia , empiezo a pintar de otra forma, quito toda esa agresividad, los cuadros tienen color y veo la gente de otra forma..."

Esto lo decía Mario Antígono en los años ochenta. Parecería una premonición de los avatares de salud que ha padecido recientemente. Su respuesta es ágil y diáfana: "Lo de ahora es una forma de perfeccionamiento vital. Volvemos a lo de la luz del otro lado del túnel... no creo que sea cierto, pero el resultado de paz y de tranquilidad ante la vida y la muerte sí me acompaña ahora más que antes".

No en vano, antes y después, quienes bien le conocen le han oído siempre soltar sus asertos filosóficos, cortos y maravillosos:

- Hay que frivolizar para no explotar de intensidad.

- La vida es una broma pesada.

- Nunca pasa nada.

- Todos seremos juzgados en el amor.

Nos preguntábamos al comienzo de estas páginas ¿Qué fue de Mario Antígono? Como toda su vida, Mario sigue pintando, hablando, riendo. Como toda su vida, Mario sigue vivo, más libre, más independiente...

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