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Cine

La memoria del último arquero

Dácil Manrique estrena la próxima semana en el mayor festival de cine documental de Norteamérica su primera cinta a modo de homenaje para su abuelo, el pintor Alberto Manrique. El artista fue el impulsor del realismo fantástico en Canarias

La memoria del último arquero

El último arquero es un regalo para la memoria. El primer documental de la grancanaria Dácil Manrique comenzó con un viaje de regreso a su hogar para devolverle a su abuelo, el pintor Alberto Manrique, la memoria. Y lo que comenzó como una aventura a través de las conversaciones con su abuela Yeya Millares, la proyección de cintas de Súper 8 y los diarios amarillentos se convirtió de pronto para la joven directora en un viaje mucho más personal y le permitió descubrir el gran secreto de su abuelo, que él y su pintura tienen el poder de sanar.

Papabuelo, tal y como llamaba Dácil a Alberto, es el protagonista de esta cinta que se estrenará a nivel mundial el jueves en el Hot Docs Canadian International Documentary Festival. Pero el artista no podrá disfrutar del regalo que le hace su nieta puesto que falleció durante el rodaje de la cinta. Es ese hecho precisamente el que ha hecho evolucionar este proyecto, que comenzó como un documental histórico y ha pasado a ser algo mucho más íntimo.

Dácil Manrique tiene 44 años y se define como "una guerrera". La grancanaria estudió publicidad, fotografía y pintura y vivió durante 24 años en Madrid, pero tras la muerte de su abuelo ha decidido regresar a su isla natal para descansar y estar con su familia. En la actualidad compagina su trabajo para Televisión Canaria con la creación de una miniserie documental y un largometraje porque, afirma, "tengo muchas ganas de ir a por lo siguiente". Dirige anuncios de televisión, videoclips y videoarte desde 2002 y desde entonces ha ganado varios premios.

Dácil Manrique afirma que el documental "ha sido un género que siempre me ha apasionado" y que "tiene lo mismo que una película de ficción pero se basa en una realidad, lo que lo hace mucho más atractivo". Además, la grancanaria "tenía claro que la primera película que fuera a dirigir en mi vida quería que girara alrededor de mi abuelo, que me ha influido mucho en mi vida y también a nivel artístico". Es por ello que la joven se embarcó en esta aventura de contar la historia del artista que "ha sido casi como un padre para mí".

El último arquero ha sido un proyecto que se ha dilatado mucho en el tiempo y eso ha sido toda una novedad para Dácil Manrique. "Vengo de dirigir muchas campañas de televisión, a nivel nacional e internacional", relata la canaria, quien ha dado forma durante estos años a videoclips de artistas como Luz Casal. Pero Manrique quiso arriesgarse hace una década y lo hizo, nada más y nada menos, que con este proyecto documental que "era un salto que quería dar después de haber hecho tantos videoclips y anuncios a lo largo de mi carrera", afirma la canaria.

Manrique echa la vista atrás y reconoce que ha sido un proceso complicado "porque el documental de por sí lo es", pero es que además ella se ha atrevido con una historia personal, "que muchas veces complica más aún el proyecto". Todo ello coincidió además con la crisis económica que azotó España hace años, lo que dificultó la búsqueda de financiación para iniciar los trabajos. "En aquellos momentos en los que ya de por sí era difícil echar a andar un proyecto audiovisual, cuando además añadías que se trataba de un documental lo desechaban por completo, pero tuve la suerte de encontrarme con Ana Sánchez-Gijón que decidió producirla", rememora Manrique.

El rodaje de El último arquero se desarrolló en varias etapas entre los años 2011 y 2018 en Gran Canaria, Tenerife, Madrid y Fuerteventura. Dácil Manrique explica que se trata de "una historia coral que homenajea a mi abuelo pero en la que también participo yo y mi abuela, quien fue su compañera de vida". Madrid ha sido el hogar de Dácil Manrique durante los últimos años; Gran Canaria es la isla en la que vivía su abuelo y a donde se trasladó para llevar a cabo buena parte del rodaje; en Tenerife se ubica la productora de la cinta y donde se realizaron algunos planos; y Fuerteventura cuenta con uno de los pocos espacios museísticos dedicados a la obra de Alberto Manrique.

El fallecimiento de su abuelo durante el rodaje obligó a la joven a modificar la estructura que tenía planeada y "así participé yo más de lo que tenía previsto porque se terminó convirtiendo en un viaje mío también". "Es un momento por el que todos pasamos pero que es terrible y en mitad del rodaje nos obligó a reestructurar esta historia que no se iba a poder completar tal y como la teníamos prevista", reflexiona.

El último arquero ha permitido a Dácil Manrique conocer todos los secretos sobre su abuelo. "En la fase de documentación pude adentrarme en historias que había escuchado", recuerda Manrique quien reconoce que al principio iba a ser una cinta mucho más documental, con una gran cantidad de información histórica de la época y el pintor, y poco a poco se fue transformando en un trabajo más personal.

El fallecimiento del abuelo durante el rodaje le permitió "descubrir la verdadera dimensión de su trabajo como artista y de cómo todo lo que él era me ha influenciado a mí". Y es que en esta película coral era imposible contar únicamente la historia de un pintor, sino que también se entremezclan los pensamientos de la propia Manrique o de Yeya Millares, la esposa de Alberto. Y todo ello conduce a la joven grancanaria a reivindicar la verdadera esencia artística del creador.

"A mi abuelo siempre se le ha conocido por una obra muy concreta que tiene como protagonista el paisaje canario y que creo que no le define del todo. Se trata de una buena herencia de la pintura francesa y holandesa pero creo que pocos conocían la obra excepcional de mi abuelo, la que fue premiada internacionalmente y la que tuvo más repercusión, que fue la del realismo fantástico", relata la directora quien añade que es precisamente ese aspecto el que ella quería mostrar en la película cuando se planteó este trabajo tan ambicioso. "Dicen que nadie es profeta en su tierra y creo que eso se cumple con mi abuelo porque en la Isla no se han preocupado en conocerlo lo suficiente, a él y a su obra", reflexiona la joven.

Alberto Manrique se tomó a broma la idea cuando su nieta le confesó que quería hacer un documental sobre él y su arte. "Al principio lo iba grabando a ratos porque tampoco tenía financiación y el proyecto avanzaba muy lento pero cuando nos metimos de lleno en el trabajo se enfadaba con nosotros porque decía que le quitábamos mucho tiempo y, además, estaba ya cansado porque era mayor", recuerda sonriente la nieta del artista. "A él le encantaba la idea aunque refunfuñara y por eso me hubiera gustado mucho que hubiera podido ver la película", reconoce la grancanaria.

Dácil Manrique destaca la ayuda que ha recibido también de su abuela. Yeya Millares "ha sido la memoria del documental" porque Alberto Manrique sufrió un ictus amnésico que le borró parte de su pasado y "esta película era un regalo precisamente para devolver su memoria, decirle quién había sido y lo que había hecho", sentencia la joven quien afirma que su abuela se convirtió en un recurso muy importante para poder contar esta historia.

A falta del estreno de la cinta en España, Dácil Manrique ya sabe cuál es su momento preferido del documental: "Me quedo con el momento en que explico la capacidad que tiene el arte de recuperarnos y sanarnos. Mi abuelo tenía esa magia, y a mí me curó". Dado que la mayoría de la producción se rodó en Canarias, la práctica totalidad del equipo ha sido de las Islas, aunque el proyecto se montó en Madrid, bajo las órdenes del ganador de un Goya Nacho Ruiz Capillas. Entre los productores asociados de la cinta destacan nombres como el director tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo o Gustavo Ferrada.

La incursión de Manrique en el documental ha sido más que satisfactoria y por eso ya tiene la vista puesta en futuros proyectos. "Obviamente es mucho más complejo que realizar un vídeo de 30 segundos; esto es una carrera de fondo y no un sprint como la publicidad", reflexiona Manrique quien destaca que hasta la forma de financiar los trabajos es diferente, así como la organización y la producción. "Es un sector que está cambiando constantemente y uno se tiene que estar adaptando continuamente por lo que he aprendido muchísimo con este primer trabajo", afirma.

Dácil Manrique afirma que "para mí era importante que la película tenga cierta proyección internacional porque, ya que nos ha costado tanto hacerla, queremos que la vea la mayor cantidad de gente posible". Por eso se declara "contentísima" después de saber que la cinta ha sido seleccionada para participar en la XXVII edición del Hot Docs Canadian International Documentary Festival, el mayor festival de cine documental de Norteamérica. De este modo, el largometraje se podrá ver a partir del jueves, y durante diez días, a través de internet dentro de la sección Artscapes.

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